Manuel Viola | Monasterio de Guadalupe
Manuel Viola | Monasterio de Guadalupe
Irene Toribio
Domingo, 23 de febrero 2025, 08:01
El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe ha sido testigo de varias transformaciones arquitectónicas que han marcado su evolución a lo largo de los años. Entre 2015 y 2016, el Instituto del Patrimonio Cultural de España emprendió un ambicioso proyecto de restauración en este emblemático conjunto, declarado Patrimonio de la Humanidad, centrado en la recuperación de las cubiertas de la basílica y otras zonas clave del monasterio.
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La restauración se centró en los elementos clave del edificio, cuya construcción se inició hacia 1329 sobre estructuras preexistentes. Posteriormente, durante la guerra civil del reinado de Pedro I, el monasterio fue fortificado. En 1406 se inició la construcción del Claustro Principal y, a mediados del siglo XV, la cubierta de la Basílica fue reformada, añadiéndose el cimborrio y modificando la estructura de los pies del templo.
El último proyecto de restauración también abarcó intervenciones en la Capilla de Santa Catalina, construida hacia 1450, y en la cubierta de la Capilla de Santa Ana, datada en 1467.
En cuanto a la basílica, las actuaciones se centraron en la recuperación de la cubierta de la nave central y consolidación parcial de su estructura metálica. Además, se repara la cubierta plana del pórtico de acceso junto al tímpano de la fachada. En la nave de la Epístola, se restauran los faldones planos y colocan cubiertas de cobre, mejorando la evacuación de aguas a través del muro interior. En la nave del Evangelio se procede a una instalación de una cubierta transitable invertida y a la restauración de las gárgolas sobre el claustro.
En la Capilla de Santa Ana la restauración insiste en la recuperación de la cubierta plana con material de cobre, al igual que en la capilla de Santa Catalina. Sobre el Camarín se restauran las cubiertas de pizarra, con remates y encuentros en plomo y cobre. En la zona de Santa Catalina, además, se realizó una excavación arqueológica en la zona de la entrega que puso al descubierto los albañales históricos del Monasterio.
En el proyecto se abordan tanto elementos originales del edificio como otros que proceden de las restauraciones realizadas por los arquitectos Arturo Mélida y Alinari y principalmente por Luis Menéndez-Pidal y Alvárez. Sus actuaciones recuperaron la disposición originaria del edificio, afectando de manera muy importante a la estructura de los tejados de la basílica y de la capilla mayor, así como la modificación y recuperación de la imagen original de la fachada.
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Aunque en la restauración se trató de utilizar técnicas y materiales tradicionales, también fue necesario recurrir a soluciones contemporáneas para resolver problemas específicos, como las cubiertas de cobre.
La ejecución de la obra comportó la intervención de arqueólogos que vigilaran la aparición de elementos originarios y que llevaran a cabo la excavación arqueológica necesaria. Asimismo, debido a la altura y la complejidad arquitectónica del monasterio, se emplearon medios auxiliares especializados para garantizar la seguridad y precisión en la restauración.
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Finalmente, se dedicó una atención especial a los remates de fachadas, coronaciones y aleros, asegurando la integración de las soluciones constructivas con la estética histórica del monasterio.
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