Daniel Jiménez, Beatriz Martínez y Jaime Olivera | Museo del vino de Almendralejo

Arquitectura de HOY | Una selección de Francisco Hipólito
Arte y diseño al servicio de la historia de la vinicultura

El proyecto del Museo del Vino de Almendralejo, obra de Daniel Jiménez, Beatriz Martínez y Jaime Olivera, sobre el edificio de una antigua alcoholera, da forma a una actuación que fusiona arquitectura con naturaleza

Irene Toribio

Domingo, 22 de septiembre 2024, 08:21

El proyecto de rehabilitación de la antigua alcoholera como museo del vino en Almendralejo, de los arquitectos Daniel Jiménez, Beatriz Martínez y Jaime Olivera es fruto de una mirada contemporánea, crítica, capaz de establecer estrategias que explican cuanto el modo de hacer arquitectura hoy en día se encuentra alejado de aquel que da forma a la alcoholera existente.

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Una oposición que se manifiesta en primer lugar, de una forma muy visible, en la elección de los materiales que, con vocación de cierta inmaterialidad, construyen la ampliación.

Sin embargo, esta visibilidad inmediata de la estrategia material del proyecto corre el peligro de enmascarar aquellos otros gestos críticos que son más valiosos y menos visibles, como la estrategia vegetal de la geometría, o la construcción al mismo tiempo de llenos y vacíos, que transforma radicalmente el modo de producirse la arquitectura.

Uno de los pasillos interiores del museo. A la derecha, chimenea conservada de la alcoholera que ocupaba este espacio. HOY

De este modo, frente a una geometría de construcción basada en la definición de una crujía que luego va a ser dividida, una crujía sensiblemente paralela que supone la existencia de un orden exterior o establecido, la ampliación adopta una geometría mucho más viva, más cercana a las formas de las vides. Una geometría que crece como lo haría los vegetales, sin simetrías, sin un orden previo, atenta nada más a buscar el sitio según el sol o la humedad, o la distancia a los demás, tal como lo haría la rama de un castaño.

La familia de formas así resultante va a dar paso a la segunda estrategia de subversión, y aquí vemos una forma de colonización del patio en la que vacios y llenos van a dibujarse entrelazados, como si fueran pensados al mismo tiempo. En efecto, queda atrás esa forma de colonización que consideraba suficiente construir en el perímetro y de forma paralela a la calle, y que consideraba por tanto protagonista único a la construcción dejando el espacio alrededor como espacio sin más. Pues si algo caracteriza hoy la arquitectura es que el protagonismo ha sido depositado en el espacio libre.

Esta radical modificación del pensamiento de la arquitectura, que está ligada a la importancia de la naturaleza, a la condición ciega de los edificios, a la mutabilidad de los interiores, a su necesaria visibilidad exterior, encuentra en el proyecto del Museo del Vino una expresión decidida pero serena. Es precisamente esa geometría de comportamiento orgánico, es decir, orgánico en su forma de proceder, la que logra imaginar unos espacios entre los espacios.

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