J.M.L.
Toledo
Miércoles, 12 de julio 2023, 11:45
Quienes viajan a Toledo y acuden a visitar el monasterio de San Juan de los Reyes, uno de los templos más hermosos de esta ciudad y uno de los mejores conjuntos del gótico hispano-flamenco, se sorprenden por las cadenas y grilletes que cuelgan de ... su fachada. Hasta ahora existían varias teorías sobre su procedencia, todas ellas relacionadas con la liberación de los cautivos cristianos por parte de los Reyes Católicos antes de la conquista de Granada.
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Ahora un investigador, Pablo Ortego Rico, licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y profesor de Historia Medieval en la Universidad de Málaga, ha confirmado el auténtico origen de estas cadenas: pertenecían a cautivos cristianos que fueron liberados en Ronda (Málaga) en mayo de 1485 por las tropas del noble castellano Pedro Enríquez de Quiñones. La Reina Isabel decidió después adquirir las cadenas de estos esclavos -la mayoría trabajaba en una noria de la Mina de Agua de Ronda bajo el palacio real árabe de la ciudad- por 181.160 maravedíes, dinero suficiente para trasladar las piezas hasta el monasterio de San Juan de los Reyes que también fue mandado edificar por los Reyes Católicos en un solar de la antigua Judería de Toledo.
La investigación, que se ha publicado en la revista «España medieval» de la Universidad Complutense, se basa en un análisis de las cuentas del tesorero de la reina, Ruy López de Toledo, que «proporcionan informaciones muy precisas sobre el gasto suntuario, la vida cotidiana de la reina y los pagos realizados en la corte castellana en Toledo», apunta el profesor Ortego.
Así, las cuentas de Ruy López de Toledo demuestran que el tesorero pagó 181.600 maravedíes a «ciertos guías encargados del traer de los hierros de los cautivos de Ronda al monasterio de San Juan de los Reyes de la ciudad de Toledo», según consta en uno de los documentos estudiados.
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Los «hierros» o grilletes llegaron a Toledo y se colocaron en la fachada de este monasterio mandado levantar en 1477 bajo el patrocinio directo de la reina –devota de San Juan Evangelista, al que consideraba su protector– en recuerdo de su padre Juan II, para conmemorar la victoria en Toro de 1476. Según el profesor Ortego, «la reina no escatimó en medios para su construcción y durante la guerra de Granada decidió ampliar su proyecto con símbolos que resaltaban el carácter sagrado y liberador de la contienda, como los hierros de los cautivos rescatados tras la conquista de plazas como Ronda en 1485», que cadenas que aún penden de sus muros a la vista de todos a pesar del paso de los siglos.
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