El artista manchego Antonio López, el máximo exponente del realismo español del siglo XX. R. C.

El canto a la lentitud de Antonio López

La Pedrera bate su récord de visitas con la primera retrospectiva del mago del realismo en Barcelona que se clausura en enero

Martes, 26 de diciembre 2023, 00:05

Casi 60.000 espectadores han pasado por la muestra 'Antonio López' que reúne ochenta obras, entre pinturas, esculturas y dibujos del artista manchego en La Pedrera, la Casa Milà, el emblema modernista de Gaudí en el corazón de Barcelona, que cada año recibe más de ... un millón de visitantes. Hasta el 14 de enero se puede disfrutar de la primera retrospectiva del mago del realismo en la Ciudad Condal, que ya es la más visitada en La Pedrera. Un canto a la lentitud creadora que recorre la trayectoria artística de Antonio López a lo largo de siete décadas, desde los años cincuenta hasta su producción más reciente.

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La espectacular escultura 'Carmen dormida' recibe al espectador en el patio del singular edificio. Estructurada en bloques temáticos y organizada por la Fundación Catalunya La Pedrera, la exposición evidencia cómo ciertos motivos obsesionan al artista: los interiores domésticos, la figura humana, los paisajes y las vistas urbanas -sobre todo de Madrid-, y las naturalezas muertas, de un pedazo de carne o un conejo desollado a un plato de Duralex.

Nacido en 1936 en Tomelloso (Ciudad Real), Antonio López García es el máximo exponente del realismo español de la segunda mitad del siglo XX. De producción más que lenta, meditada y parsimoniosa, su obra no admite simplificaciones o etiquetas. Pintor, escultor y dibujante, la realidad es siempre el punto de partida y anclaje de un premioso proceso en el que la elaboración de la pieza es tan importante como su conclusión. No en vano López asegura que «una obra no termina nunca, sino que llega al límite de sus propias posibilidades».

No es extraño así que López trabaje en sus piezas durante años -a veces décadas-, que las abandone y las retome una y otra vez. «Mis cuadros son una experiencia personal, no un documento. Trabajo con una clave interpretativa que exige mucho tiempo, donde no cabe lo móvil. Es una ley imprescindible para mí. El resultado es una realidad que carga al cuadro con algo que tal vez deseo», asegura.

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La escultura 'Carmen dormida' recibe a los visitantes. R. C.

Capta la realidad sin artificios y detalles superfluos. Atrapa momentos únicos en los que la luz y los objetos alcanzan a través de su mirada el mayor grado posible de belleza. En su gramática plástica priman el detalle, la quietud, el silencio y la austeridad. Detiene el tiempo para captar la eternidad del instante.

Sobrino del pintor Antonio López Torres, con 17 años exploraba ya lenguajes plásticos en busca del suyo. Fiel a la figuración, recurrió a elementos simbólicos y surrealistas para reforzar el componente narrativo en obras como el retrato 'Cuatro mujeres' (1957) o el bodegón 'Cabeza griega y vestido azul (1958)'. En esos años comienza a realizar relieves y esculturas, disciplina que nunca abandonará.

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Con su primer paisaje 'Madrid' (1960) confirma que su camino es la realidad despojada de artificios. Desde mediados de los sesenta pinta, dibuja y esculpe lo que le interesa, con su mirada como único filtro y un apabullante dominio técnico, recrea espacios íntimos de su casa y su estudio, con especial atención a la luz ya los efectos que genera en los objetos.

La Gran Vía

En esta época su obra figura en muestras colectivas en Alemania, Inglaterra y Estados Unidos y logra el reconocimiento internacional. Madrid se adueña de sus lienzos en los años setenta. Aborda vistas icónicas de la Gran Vía al amanecer o el atardecer -la luz está viva y cada hora no se pueden pintar igual-, explora el paisaje urbano a través de las ventanas, azoteas y terrazas. En los ochenta el tema vegetal se impone en su obra con frutas, verduras y flores pintadas al óleo y dibujadas. No abandona los paisajes, tanto de Madrid como de Tomelloso y en 1985 recibe el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.

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Los noventa fueron años muy fructíferos. El cineasta Víctor Erice rueda 'El sol del membrillo', película que retrata el proceso creativo del artista. El Museo Reina Sofía presenta su primera gran retrospectiva y López comienza la que será su pintura de mayores dimensiones: 'Madrid desde la torre de bomberos de Vallecas' (1990-2006).

El Premio Velázquez llega en 2006 con López centrado en el desnudo. Reanuda las vistas de la Gran Vía madrileña, añadiendo nuevos puntos de vista para completar el recorrido de esta avenida. Las flores son aún uno de sus temas preferidos, especialmente las rosas, que pinta desde su florecimiento hasta su descomposición.

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Las piezas expuestas en La Pedrera proceden de colecciones públicas y privadas como las fundaciones Sorigué, Juan March de Palma o ICO; y de Los museos Reina Sofía, Kunsthalle (Hamburgo), de arte de Baltimore y el MoMA de Nueva York. Realizada en colaboración con el Drents Museum de Assen (Países Bajos), la muestra viajará allí tras su clausura en Barcelona y podrá verse desde el 28 de enero al 2 de junio del próximo año.

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