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«Nada más estético que bañarse en un cuadro de Sorolla. A esta exposición hay que venir con bañador, toalla y una cesta de mimbre». Así aconseja Manuel Vicent visitar la exposición de la que el octogenario escritor es comisario literario. 'En el mar de ... Sorolla con Manuel Vicent' es la tercera muestra que la Casa-Museo Sorolla de Madrid dedica al genial pintor valenciano en su centenario, casando esta vez arte y literatura. En cartel hasta el 17de septiembre, reúne cincuenta pinturas de Joaquín Sorolla y Bastida (1863-1923) con el Mediterráneo como denominador común. Una docena son inéditas.
Por primera vez el Museo Sorolla propone un comisariado literario sobre su colección. Vicent plantea un diálogo entre pintura y literatura en un recorrido poético que conecta sus vivencias con la obra de Sorolla. La representación del mar y sus escenas en la pintura del valenciano cobra así nueva vida a través del relato vivencial del escritor.
«He conocido a Sorolla después de vivirlo. Con dos años, en la playa de Moncófar, mis sentidos ya respondían, supongo, al aroma de la brea y la sal, al rumor del oleaje y la resaca sobre los cantos rodados y al fulgor del sol sobre la arena», asegura Vicent. «Todo eso estaba en mi subconsciente y ha emergido al preparar esta exposición», explica el escritor y columnista nacido en la localidad castellonense de La Vilavella en 1936.
«Soy uno de esos niños que juegan con un balandro de los que pintó Sorolla», agrega Vicent ante 'El balandrito', un legendario lienzo de Sorolla presente en la muestra junto a otras telas icónicas como 'Pescadora con su hijo', 'La llegada de la barcas', 'Pescadores valencianos' o el enorme retrato 'Antonio García en la playa'.
Con sus luces y sombras Vicent da voz a los personajes más característicos de Sorolla: pescadoras, marineros o burgueses. En el anverso de las telas brilla la luz, el color y el genio del pintor; en su reverso está Vicent, que describe la vida de los cuadros aproximándose a la estética luminista de Sorolla y reflexionando sobre la coetánea literatura de Blasco Ibáñez.
«Solo he tenido que rebañar dentro de mí para escribir los textos», insiste Vicent, que los ha recogido en un libro-catálogo. Sus vivencias de la playa de la Malvarrosa, que juegan un papel crucial en su narrativa, son tan intensas como las de el pintor. «Descubrí el mar con un sentido de libertad salvaje y alegre. En la Malvarrosa era un héroe libre; sentía en el mar la libertad que nadie podía arrebatarme», asegura.
Sorolla representa para el escritor «una España clara frente a la seria y amoratada de Solana. La España que no se resigna a no ser feliz y a no tener derecho al placer». «Sorolla siempre pinta a los hombres trabajando, luchando por la vida, pero sabiendo que dentro de una hora vendrá el placer», explica. Sabe también que la luz de Sorolla es contradictoria. «Debajo de esa blancura deslumbrante hay una luz negra que te ciega y obliga a entornar los párpados», dice.
«Sorolla no es superficial. Sabe que en la piel está toda la profundidad del ser humano, como decía Paul Valéry». «No es un pintor fácil, y quien lo diga no entiende la conquista de la luz como fondo de la materia», arguye. «Por debajo de su luminosa paleta estaban las miserias y la pasiones de los hombres de la mar, los silencios humillados y las borrascas que sucedían en tierra mediante celos», escribe Vicent.
Organizada con la colaboración de las fundaciones Iberdrola España y Mutua Madrileña, la muestra se articula en cuatro secciones: 'El subconsciente está lleno de algas', 'Un drama naturalista bajo la luz del Mediterráneo', 'Veraneantes burgueses en el Cabanyal' y 'En el mar de Xàbia'. En la primera aborda Vicent su relación con el mar desde la infancia. En la segunda nos traslada al «drama naturalista palpable en los cuadros de Sorolla con su brillante luz del sol Mediterráneo». En la tercera analiza la playa del Cabanyal, en la que se entremezclan todas las clases sociales, y en la última traslada al visitante hasta Xàbia (Alicante) y reflexiona sobre el placer, la belleza y el mar como forma de espiritualidad.
Navegante habitual entre Jávea y Sagunto, el autor de 'Son de mar' deja claro que en ese «Mediterráneo espiritual» no es todo celebración. Que hay tanta tragedia, violencia y sangre como alegría y luz en unas aguas donde se guerrea y se muere desde el alba de los tiempos hasta hoy. «El pensamiento se ha hecho navegando. Cuando navegas, bajo tu quilla está el abismo. Ser intrépido frente al mar, que te puede devorar un segundo, es no entenderlo. Una horterada. El mar quiere hombres precavidos, que den la talla y lo respeten», concluye.
Calificado por la crítica como «un Sorolla de las letras», Vicent se caracteriza por su estilo virtuoso, punzante y realista. Su prosa luminosa y sensual representa el mundo a través de los sentidos. Como ocurre con la pintura de Sorolla, la literatura de Vicent no se entiende sin el Mediterráneo, el Levante, sus gentes y sus paisajes.
Ha alternado Vicent la novela y la columna periodística desde su debut hace más de medio siglo en el diario Madrid y en las revistas Hermano Lobo y Triunfo. Como novelista se dio conocer en 1966 con 'Pascua y Naranjas' y el año pasado publicó 'Retrato de una mujer moderna', una biografía novelada de Concha Piquer. Entre ambas, títulos como 'Balada de Caín', 'No pongas tus sucias manos sobre Mozart', 'Tranvía a la Malvarrosa', 'Son de Mar' o 'Ava en la noche'.
Ganador de los premios de novela Alfaguara y Nadal y del Cuco Cerecedo y González Ruano de periodismo, recibió también el Premio de Les Lletres Valencianes y es doctor 'honoris causa' por las universidades Jaume I de Castellón y de la Plata en Argentina.
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