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Emilio de Justo y Ginés Marín abandonan a hombros la plaza de Badajoz. casimiro
Corridón en Badajoz con triunfo de los extremeños ante un muy serio encierro de Victoriano del Río

Corridón en Badajoz con triunfo de los extremeños ante un muy serio encierro de Victoriano del Río

Ferrera no pudo abandonar el coso de Pardaleras a hombros, pese habérselo ganado en la plaza, tras sufrir un percance en banderillas

Pepe Orantos

Badajoz

Sábado, 26 de junio 2021

La ventolera que se barruntaba en los exteriores de la plaza presagiaba cierto alivio al tremendo calor que derretía los tendidos del coso de Pardaleras, al mismo tiempo que amenazaba con entorpecer el trabajo de los toreros sobre el redondel. Al final, ni una cosa ni otra. El respetable soportó como pudo la asfixiante temperatura del primer día con la mascarilla a media asta y los mozos y los ayudas no tuvieron siquiera que echar a volar los papelillos que les ayudan a encontrar el ángulo menos ventoso del tercio.

Volvía Ferrera a su plaza, tras el triunfo del jueves, y abría el festejo frente a Caribello, un precioso ejemplar de Victoriano del Río al que ejecutó un artístico quite que remató con una buena media verónica. Se dobló con él en el tercio para comenzar la primera faena de la tarde y pareció que el animal podía servir para el lucimiento, pero en cuanto de de Villafranco levantó la muleta, el madrileño empezó a echar la cara arriba a la salida de cada pase, llegando incluso a darle un susto al rematar una tanda de naturales. En ese momento, Ferrera entendió que al toro había que darle otra distancia y así logró los momentos más meritorios de la contienda. Una estocada entera, perpendicular pero algo trasera, le obligó a utilizar de forma certera el descabello y cosechar una ovación de su público.

Azor se llamaba el segundo de la tarde, que correspondía en turno a Emilio de Justo y al que el torrejoncillano administró un muy aplaudido saludo capotero, antes de ponerlo en el caballo por chicuelinas para el que se empleara con fuerza frente a la puya y acabara derribando al del castoreño.

De Justo brindó al público la muerte de Azor y enseguida comprobó que había mucho que torear frente a él. No acabada de descolgar su embestida por la derecha y, a medida que avanzaba la faena, cada vez echaba más la cara arriba. Sin embargo, el de Torrejoncillo, bregado en mil batallas más duras que esa, no se arredró en ningún momento. Tomó la muleta con la izquierda y se fajó con su oponente que, pese a todo, no se daba por vencido y destilaba peligro en cada encuentro. Parecía que iba a ser un toro difícil de matar, hasta que Emilio montó la espada y ejecutó de forma magistral la suerte definitiva, lo que le sirvió para cortar el primer trofeo del festejo.

Flor de gamón

Preciosa la capa flor de gamón del tercero de la tarde, de nombre Cantapájaro, y que correspondió en turno a Ginés Marín, que le administró un espectacular quite en el que combinó chicuelinas y lances con el capote a la espalda, después de que el animal se empleara de forma espléndida ante el caballo. Brindó al público el oliventino antes de comenzar su faena de rodillas entre las dos rayas de picar. Emocionante tanda de derechazos genuflexos, mirando al tendido, que pusieron en pie al público. Una vez de pie el matador, el toro seguía colaborando por el pitón derecho, a pesar de hacer algún extraño, al salir suelto de un par de embestidas. Por la izquierda, la embestida de Cantapájaro era más sucia y Ginés abandonó rápidamente la zurda para tratar de exprimir todo lo posible el pitón derecho. El ramalazo mansurrón del toro, hizo que el oliventino tuviera que rematar la faena, con desplante y manoletinas de rodillas incluidas, casi en la puerta de chiqueros. La segunda gran estocada de la tarde bastó para que el de Victoriano del Río doblara, de forma sospechosa, bajo la guardia del torilero y Ginés Marín abriera la puerta grande del coso de Pardaleras al cortar dos orejas.

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Jalabeño se llamaba el toro con el que Antonio Ferera se despedía de la feria de San Juan y, conociendo el carácter del ibicenco, todo hacía pensar que saldría a por él a revientacalderas. Una larga cambiada de rodillas en el tercio, media docena de verónicas y una media de cartel, antecedieron a una buena pelea del toro en el caballo, que acabó con el varilarguero Antonio Prieto por los suelos. Prueba de que Ferrera había salido a por nota, es que se encargó de ejecutar en primera persona el tercio de banderillas, pidió a la banda que se arrancara con un pasodoble y colocó tres pares con la maestría a la que, años atrás, nos tenía acostumbrados. Eso sí, no nos libramos del correspondiente susto tras coger el olivo de forma accidentada, al salir del segundo de sus encuentros.

Brindis a los compañeros

Brindó Ferrera la muerte de su enemigo a sus compañeros de terna y, descalzo desde su percance en banderillas, comenzó su faena con una serie de ayudados con los que sacó al toro de las tablas. Volvió a pedir música y, ya en los medios, citó en largo a Jalabeño para administrarle los primeros derechazos, algo atropellados. Poco a poco el toro metía mejor la cara en la muleta del de Villafranco y su toreo comenzó a prender en los tendidos. Continuaba la charla con el director de la banda, mientras Jalabeño no se cansaba de embestir. Por la izquierda, el de Victoriano desarrollaba cierto peligro y buscaba con codicia al matador, rematando cada pase con la cara arriba. Volvió en matador a la derecha, pero las embestidas de su oponentes ya eran mucho más cortas. Ahí Ferrera acortó las distancias y arrancó uno a uno los muletazos logrando, incluso, varios naturales de mucho mérito.

Un pinchazo a la carrerilla 'made in' Ferrera y una estocada, a la misma y heterodoxa manera, sirvieron para que el toro doblara y los tendidos se poblaran de pañuelos pidiendo los trofeos para su torero. La presidencia los concedió y el de Villafranco se garantizó abandonar a hombros el coso de Pardaleras.

Al quinto de la corrida, lo recibió Emilio de Justo por verónicas y lo puso en persona al caballo, para que recibiera un buen castigo. No quería el toro pasar por la muleta del de Torrejoncillo, pero Emilio le obligó con maestría hasta someterlo, combinando arte y valor a raudales. Con la muleta en la izquierda y en la cara del toro, De Justo echó la pata adelante y dibujó algunos de los naturales que le han llevado a ocupar los primeros lugares del escalafón. Se cambió la franela de mano y culminó una faena cuajada de torería y emoción. Bastaba con matarlo bien para conseguir los trofeos, pero el de Torrejoncillo regaló al respetable una última tanda de naturales que precedieron a un estoconazo, que bastó para el el toro rodara y Emilio de Justo recibiera su merecida recompensa. Dos orejas y puerta grande.

Impresionante la estampa del que cerraba plaza y que salió algo suelto del capote de Ginés Marín en el saludo. Se empleó con fuerza y entereza ante el caballo y recibió un magnífico puyazo antes de exigir a la cuadrilla del oliventino en banderillas. Se dobló Ginés con él en el tercio en el inicio de la faena de muleta y comenzó a administrarle derechazos de calidad, como si no hubiera mañana. La segunda tanda recordó al Ginés que hacía lo que quería con los erales en su última etapa de novillero. Con la izquierda, dos larguísimos naturales bastaron para recibir la recompensa del aplauso de los tendidos, antes de devolver la franela a la mano derecha y dejarle claro al de Victoriano del Río quién mandaba sobre el ruedo. Otra tanda de preciosos naturales decantaron la pelea a su favor de forma definitiva, pero el de Olivenza no se cansaba de darle muletazos y gritar muy alto que tiene clase y torería suficiente para poner bocabajo cualquier plaza. Un trasteo final antecedió a una estocada entera que no bastó para que el animal doblase y obligó a Ginés a usar el descabello y mandar a su enemigo a la arena. Una oreja más para el esportón del oliventino y punto final a una gran feria.

Ficha del festejo

  • Toros Seis toros de Victoriano del Río, muy serios y complicados. Demostraron raza y casta a raudales con excepción del tercero.

  • Toreros Antonio Ferrera: ovación y dos orejas. Emilio de Justo: oreja y dos orejas. Ginés Marín: dos orejas y oreja.

  • Plaza Segunda y última corrida de la feria de San Juan de Badajoz en tarde muy calurosa, algo aliviada por un fuerte viento persistente. Casi media entrada.

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