Maestro del columnismo
Maestro del columnismo
Su aspiración era no ser nada, pero se convirtió en el corresponsal más prestigioso de la primera mitad del siglo XX y en un brillante columnista. No se conserva ni una sola imagen en movimiento de Julio Camba (Vilanova de Arousa, 1884 – Madrid, 1962) más que las de su entierro. Y están recogidas en el documental 'El hombre que no quería ser nada', dirigido por el periodista Aser Álvarez y que se estrena este viernes coincidiendo con el aniversario de la muerte del genial periodista y articulista gallego. Un fogoso y temprano anarquista que acabó siendo un hombre de derechas. Un escéptico de vida misteriosa a quien todas las pompas le parecían fúnebres.
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El documental es fruto de una indagación de más de dos décadas en la singular vida y en la obra de un periodista extraordinario. «Escribir corto y cobrar largo», fue el lema de Camba, autor de unas columnas breves, elegantes y divertidas que «son verdaderas obras maestras» para Álvarez. Su documental es un viaje a través de su memoria, sus artículos, sus lecturas y los testimonios de sus biógrafos. Participan Manuel Rivas, Luis Piedrahita, Xabier Fortes, José Antonio Llera, Pedro Ignacio López García, Macu de la Cruz o Carlos Plusvalías.
Renegaba Camba de que le llamaran intelectual y se definía como periodista. Solitario y vagabundo por media Europa, pasó los últimos trece años de su vida en la habitación 383 del hotel Palace, manteniendo su ritual de levantarse tarde y del baño diario. El documental gira en torno a su último baño en el cuarto del hotel en el que casi acabó sus días. El proceso creativo de Siro López, artista que trata de descubrir los trazos esenciales de Camba para dibujar su caricatura, es el otro hilo conductor del documental.
La modesta habitación 383 del Palace se situaba al final de un pasillo, al lado del cuarto de plancha. Camba pasaba la mayor parte del tiempo en la cama leyendo novelas policíacas inglesas. Nadie sabía quién pagaba el cuarto. Pudo ser su amigo Juan March, el torero Juan Belmonte o el diario ABC. O que el propio hotel hubiera cedido a Camba ese espacio.
Hijo de un médico practicante y paisano de Valle-Inclán, Camba fue mancebo en una botica. Talento precoz, publicó sus primeros versos en gallego y castellano con apenas 15 años. Consiguió que se excomulgara a 'El eco de Marín' en el que publicó un artículo a favor del amor libre; toda una declaración de intenciones.
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Huyó de España y llegó como polizón en un barco a Buenos Aires en 1900. En el viaje un grupo de anarquistas le contagió su pasión revolucionaria. Su fervor libertario le costaría la expulsión de Argentina. De vuelta a Madrid en 1903, frecuenta los círculos bohemios y fundó el semanario anarquista 'Rebelde' con el tipógrafo Antonio Apolo y empieza a acumular condenas. Él calculó que todas sumaban más de 180 años de cárcel.
Firma habitual de diarios como 'El País' o 'España Nueva', se fajó como cronista parlamentario. Pero será en el diario 'El Mundo' con 'Palabras de un mundano' donde forjó su leyenda como columnista. Hasta que le proponen ser corresponsal en Estambul de 'La correspondencia de España', iniciando así su periplo internacional con etapas en Lisboa, París, Berlín, Londres, Roma, Milán, Nápoles o Nueva York.
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Cuando el 31 de mayo de 1906 el anarquista Mateo Morral, al que Camba conoció por medio de Baroja, utiliza su credencial periodística de este para atentar contra Alfonso XIII y su esposa desde un balcón de la calle Mayor, todo cambia. Los reyes recién casados en Los Jerónimos salen ilesos, pero hay veinticinco muertos y cien heridos. Morral se suicida y Camba reniega del credo anarquista. Bajo el título 'Diario de un escéptico' satiriza ferozmente la vida parlamentaria en el diario 'España Nueva'.
En 1913 estrena su columna más emblemática en ABC escribiendo «ni completamente en serio ni completamente en broma». Durante la I Guerra Mundial, visita el frente y se declara aliadófilo. Viaja a Estados Unidos como reportero del ABC y en 1917 se suma a la plantilla del diario liberal 'El Sol', prosiguiendo sus viajes por Europa. En 1924 publica su única novela 'El matrimonio Restrepo'.
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A partir de 1937 escribirá en el ABC controlado por el bando franquista, al que defiende. En 1944 deja la pluma y no volverá a publicar hasta 1951, como colaborador del diario falangista 'Arriba'. «Una revolución es siempre una obra de arte» dijo en su juventud. «La revolución es una juerga, una orgía, una bacanal que no tiene nada que ver con la guerra. Se tiran tiros. Se comen jamones. Se matan curas […] La guerra, por el contrario, es orden, método, disciplina, jerarquía, autoridad y responsabilidad», diría el Camba maduro.
Aser Álvarez, también comisario de la exposición 'Julio Camba, el hombre que no quería ser nada' que se vio en el hotel Palace, afirma que Camba fue «posiblemente el primer periodista gastronómico de su época». Fue autor de 'La casa de Lúculo o el arte del buen comer', «un libro gastrofilosófico» que recoge sus experiencias en restaurantes de las capitales europeas y que es para muchos su obra maestra de Camba, fallecido el 28 de febrero de 1962.
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