antonio arco
Domingo, 5 de septiembre 2021, 00:35
En 'Edipo. A través de las llamas', el admirable montaje teatral dirigido por Luis Luque (Madrid, 1973) a partir del texto del dramaturgo Paco Becerra, hay un bello formato de 'thriller' psicológico que bebe de la fuentes de la Antigüedad. Cuando el personaje central, encarnado por Alejo Sauras, descubre todo el horror de la verdad que andaba buscando -que sin saberlo mató a su padre y se desposó con su madre-, estalla en un alarido desgarrador. Un grito interminable, como si al suyo propio se sumasen los de todos los agraviados por el destino, los de todos los masacrados por el infortunio o por la más desalmada de las injusticias.
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Un grito que llega a zarandear el suelo que pisamos y el cielo que nos ignora. Edipo, el monarca que, en contra de su propio beneficio si es preciso, busca por encima de todo el bien de su pueblo. Edipo, empeñado en la búsqueda de la verdad, pase lo que pase. Edipo, que sabe que «se puede huir de muchos sitios; se puede huir de un pueblo, de una ciudad, incluso de un país; pero nunca se puede huir de uno mismo». La obra, que triunfó en el reciente 67º Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, llegará el próximo miércoles a las tablas del Teatro Español de Madrid.
-¿Ahora qué intenta?
-Algo que no es fácil: estar en paz con el mundo. Esta pandemia ha sido muy fuerte para todos, pero cuando se te van varios amigos, unos mayores y otros más jóvenes... He vivido una situación emocional muy complicada, y me he propuesto no perder de vista que aquí estamos muy poquito y que el tiempo que estemos hay que emplearlo en vivir a tope. Ya sé que los contextos sociales son tan fuertes que es muy difícil serenarse porque si no hay un conflicto en un sitio lo hay en otro. Además, yo soy hipersensible al entorno, pero creo que es una obligación no perder el tiempo que tenemos ni hacérselo perder a los demás.
-¿Qué le pasó?
-Tres amigos se han marchado, dos de ellos ya mayores. Los conocí a raíz de entrar en contacto con la Fundación 26 de Diciembre, que trabaja con personas mayores LGTBIQ+. Ya sabe que nuestro oficio es muy de mirarse al ombligo y necesitaba hacer algo de un modo altruista, generoso. Llegué un día a la fundación y les dije: «Hola, soy director de teatro, si queréis os doy unos talleres». Me recibieron con los brazos abiertos, hicimos unos trabajos muy bonitos y surgieron para mí nuevas amistades. Pero la pandemia ha arrasado entre los mayores. A otro buen amigo, éste joven, su cabeza no le funcionó bien y decidió marcharse. Es un tema del que se habla muy poco, quizá porque nos desborda el hecho de que alguien decida dejar de vivir, tomar una decisión así. Yo me quedé fatal, todavía estoy en 'shock'.
-¿Cómo ha vivido todos estos meses últimos?
-La única certeza es que me despertaba cada día. A los cinco meses de entrar en el Teatro Español como director adjunto, junto a ese faro para mí importantísimo que es Natalia Menéndez, nos confinaron y empezamos a trabajar desde casa. Todo rarísimo, todo un gran interrogante. Pero me dije: «Hay que estar conectado con lo que pasa, hay que pisar realidad y no intentar evadirte de ella». Creo que es el modo en el que podemos crecer. Y, de hecho, creo que ahora soy más generoso a la hora de relacionarme con los demás. Yo tenía trabajo, pero el 90% de mis compañeras y compañeros no. Eso te pone en tu sitio, te hace reaccionar, decirte «tengo una responsabilidad con la comunidad, con los demás, no se trata solo de que vaya bien mi carrera». Creo que he aprendido mucho en estos últimos meses, que vivo siendo mucho más consciente de todo lo que hago, que me siento más responsable de cada acto que llevo a cabo y de cada decisión que tomo. Y creo que tengo una mirada más amable y bondadosa hacia afuera.
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-¿Y vive con miedo?
-Sí, claro que vivo con miedo. Es verdad que soy una persona muy insegura, pero también soy muy valiente; quizá por inconsciente. Pero me adapto a lo que hay, como hacemos todos, e intento sentar los miedos a la mesa y llegar a acuerdos con ellos. Intento dialogar mucho con el miedo porque no puedes huir de él, igual que Edipo no podía huir de su pasado, ni de sí mismo. El miedo nace contigo y te acompaña; miedo a la enfermedad, y, sobre todo, a convertirme en una persona que no quiero ser, a que las cosas que me pasen me transformen en un ser resentido con la vida y lleno de tristeza y de melancolía. Yo intento en la vida tener alegría porque para mí la felicidad no existe, existe la alegría.
-¿Qué le resulta sorprendente?
-Esa capacidad que tenemos los seres humanos para, por muy compleja que sea la situación, adaptarnos a ella. Es cierto que nosotros vivimos en un lugar del mundo acomodado, pero la muerte ha llegado amenazante para todos sin distinción y por sorpresa. Y nos hemos aferrado a la vida, en muchos casos, echando mano a lo mejor que tenemos como seres humanos: la solidaridad. Los ejemplos de solidaridad han sido muy emocionantes.
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-También los de todo lo contrario te dejan sin palabras.
-También, porque el egoísmo campea a sus anchas. No sé qué más nos debería pasar para aprender que tenemos que privilegiar la bondad y la generosidad. El hecho de hacer algo por los demás, de comprometerte con la comunidad, es ahora mismo lo que más me estimula. Puede que también eso sea una forma de egoísmo -hacer el bien porque tú te sientes mejor así-, pero en cualquier caso los resultados son positivos. Lo que nunca dejaremos de tener son luces y sombras.
-¿Qué enseñanzas de los grandes autores de teatro le resultan hoy más estimulantes?
-Por ejemplo, que el perdón está presente en los grandes personajes del teatro. Me gustaría incidir en eso, en el abrazo al contrario. Todos necesitamos de todos, solos no avanzamos. Decía García Lorca que todos somos hijos de cien padres y de cien madres, y eso me gusta porque, de alguna manera, que así sea resulta relajante. Lo único que podemos hacer es doblegarnos a las leyes de la naturaleza, ser humildes ante la madre naturaleza, en la que están todos los secretos del hombre y de lo que somos; en la naturaleza está la violencia de la que somos capaces y el amor que también nos distingue. Y todas esas criaturas de la noche que nos dan miedo; criaturas que también podemos descubrir en nuestro interior. Somos muy pequeños, necesitamos de los otros.
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Masculinidad «No somos unos hijos de puta solo por el hecho de ser hombres» actitud.
Actitud «No sé qué más #nos debería pasar para aprender #a privilegiar #la bondad»
Personalidad «Soy una persona muy insegura, pero también soy muy valiente, quizá por inconsciente»
Hollywood «Johnny Depp nunca me ha gustado como actor: mucha carita, pero...»
Ánimo «Siento mucho consuelo conectándome con los que me faltan»
-¿Qué propone?
-Respetarnos más y mirar hacia atrás para aprender de los errores del pasado. Yo también soy consumista, pero intento hacer mi pequeña aportación para dejar, cuando yo me vaya, un mundo menos sucio, menos contaminado, más habitable.
-¿Cómo vive de cómodo en este país?
-A mí España me encanta; es un país, un Estado o que cada uno lo llame como quiera, muy rico, muy diverso. Lo que pasa es que entre nosotros mismos estamos a la gresca porque hay muchos dolores que están transferidos de generación en generación. Necesitamos perdón entre nosotros. Pero España es una maravilla, un país en el que en cuanto hay una desgracia la gente se vuelca en ayudar. A mí no me gustaría por nada del mundo cambiar de país. Pero ya estoy harto de estar todo el tiempo llamando con agresividad a unos 'fachas', a otros 'podemitas'. En mi familia hay gente que vota al PP, otros al PSOE, otros a Podemos y nos llevamos fenomenal. No hay que ser sectario y entender que el ser humano está por encima de la ideología. Solo hay un límite: no se debe tolerar una ideología que quiera cercenar los derechos humanos y los derechos civiles; ahí sí que me van a tener enfrente.
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-¿De qué manera?
-Lucharé democráticamente por defender las ideas en las que creo, por defender el derecho de todos a tener un trabajo, una vivienda digna, a amar libremente. Detrás de nosotros ha habido mucha gente que ha peleado mucho, que se ha tenido que amar en la oscuridad, que no ha podido desarrollar un proyecto familiar desde el amor y desde la tranquilidad.
-¿Por qué ha peleado siempre?
-Por la libertad y por la igualdad entre hombres y mujeres, y por eso no me gusta que las cosas se vayan de madre. Ahora estamos en una época en la que yo no me voy a sentir culpable por ser varón. Me gusta la masculinidad, creo que tenemos que gustarnos y encontrarnos, y por supuesto que seguiré luchando para que hombres y mujeres seamos iguales en derechos y en libertades. Pero, a partir de ahí, vamos a tranquilizarnos, porque no somos unos hijos de puta solo por el hecho de ser hombres.
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-¿Qué opina de la polémica desatada por el reconocimiento que el próximo Festival de San Sebastián brindará a Johnny Depp?
-En general, creo que mezclar la obra de un artista con su vida es muy peligroso, porque entonces tendríamos que revisar toda la historia de todas las artes, incluido el arte de Picasso. Yo participé en un montaje de Eduardo de Filippo, quien visto desde la óptica actual sería un ser despreciable por su comportamiento con las mujeres, con su familia, con su entorno. Entonces, ¿negamos la luz y la maestría de su obra porque era un capullo? Yo creo que no, aunque está claro que Filippo era un capullo y eso hay que saberlo. Estar informado nunca está de más; conocer el contexto social, económico y vital del artista y, luego, admirar o no su obra. También le digo que Johnny Depp nunca me ha gustado demasiado como actor: mucha carita, mucho disfraz y mucho rollo, pero...
-¿Dónde encuentra usted consuelo?
-Siento mucho consuelo conectándome con los que me faltan. Mis padres murieron, me dejaron muy pronto, pero nunca me han abandonado. Nunca vieron en vida mi desarrollo como creador, por ejemplo, y creo que se hubiesen sentido muy orgullosos de mí. Eran gente de campo, humilde. Conectarme con mis padres me da mucha fuerza.
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-Dice que los siente cerca...
-Sí, sí, los siento muy cerca.
-¿Qué viene Edipo a decirnos hoy?
-Nos cuenta el gran valor que tiene la verdad en un tiempo donde reinan la mentira, la falsedad, los bulos, las noticias falsas. Nos cuenta el valor de la búsqueda de la verdad y de conocerse a uno mismo realmente, ahora que tenemos tantos conflictos con los temas identitarios. Y también viene a enseñarnos el valor de la comunidad, de arriesgarse por los demás, de buscar el bien común. Edipo se pone en riesgo para salvar a su comunidad.
-¿Qué no tiene pensado hacer?
-Se me rompió la televisión el año pasado, y no pienso comprarme otra.
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