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Pandemia y desafío demográfico rural

La inmigración va a ser clave en la recuperación de los entornos ruralesal cubrir los desafíos que se plantean para asegurar el relevo generacional

Julián Mora Aliseda

Domingo, 26 de julio 2020, 00:21

La covid-19 se ha convertido en la pandemia global que afecta, por primera vez, de manera generalizada y rápida a todos los países del mundo. De hecho se está evidenciando que azota con especial virulencia a los países más ricos y/o urbanizados, entre ellos los pertenecientes a la Unión Europea, fundamentalmente por dos motivos: La intensa movilidad fruto de una economía abierta y desarrollada, con notorios flujos de personas, bienes y mercancías, y su estructura demográfica, muy envejecida que eleva notoriamente la letalidad del coronavirus

También se está comprobando, dentro de España, que las zonas donde más incide, por la rápida propagación, son las más urbanizadas, con densidades poblacionales más elevadas (Madrid, Cataluña y País Vasco).

Asimismo, se constata que el número de contagios disminuye a medida que los asentamientos humanos se alejan de las áreas metropolitanas. Se corrobora que las zonas rurales ofrecen frente a este tipo de catástrofes naturales una salvaguarda importante para su contención, por lo que ha llegado el momento de replantearse nuevos escenarios para abordar un desarrollo territorial mucho más equilibrado y con nuevas funciones para los espacios rurales que, en la actualidad, están en declive económico y regresión demográfica.

Es el momento de reorientar los flujos migratorios de la ciudad al campo para conseguir la necesaria compatibilidad, entre la conservación de la naturaleza y el desarrollo socioeconómico. Se ha verificado que la ausencia de población deriva en efectos contraproducentes para el medio ambiente, debido al abandono de los usos y aprovechamientos tradicionales de suelo que son los que garantizan la biodiversidad del medio geográfico.

Es el momento de plantear nuevos objetivos para que los espacios rurales se erijan en lugares más atractivos, económica y socialmente, promoviendo un desarrollo armonioso, equilibrado y sostenible.

Para conseguirlo hay que introducir un cambio total en los flujos migratorios que sirvan para que jóvenes 'repobladores»', tanto europeos como inmigrantes, se asienten sobre la estrategia de creación de empleo. Consiguientemente, adquieren un papel más relevante que nunca los factores medioambientales, los sociales y culturales que deben considerarse al mismo nivel que otros más intensivos y productivistas ligados a las actividades industriales y tecnológicas. Todo ello debe pivotar sobre tres pilares claves: a) Potenciación del sector agrícola, ganadero y forestal; b) aumento de la competitividad rural; c) conservación ambiental y paisajística.

Consecuentemente, las corrientes migratorias hacia el ámbito rural tienen que atender a los siguientes objetivos:

1) Promover un desarrollo territorial policéntrico (comarcal) y armónico.

2) Equilibrio inter-sexo e igualdad entre hombres y mujeres.

3) Rehabilitación de viviendas abandonadas para acoger a los nuevos residentes.

4) Garantizar el suministro y la calidad de los productos alimentarios, así como asignar el valor real de esas producciones

5) Revalorización y compensación de los servicios ecosistémicos (biodiversidad, producción de agua y aire limpios, conservación de suelos, etc.) que presta el mundo rural.

6) Perspectiva polisectorial, diversificada e integrada de la economía rural para generar nuevas fuentes de ingresos y empleo

7) Articulación y cooperación territorial entre las regiones limítrofes y fronterizas.

8) Reconstrucción del patrimonio cultural para mejorar la calidad de vida.

Un abanico de oportunidades

España y la Unión Europea se están enfrentando desde hace tiempo al despoblamiento de sus pequeños núcleos rurales y ciudades intermedias alejadas del litoral y de las metrópolis. Sus políticas de desarrollo rural (Leader y Proder) han sido muy deficientes.

Ahora se abre un nuevo escenario para superar el 'reto demográfico'. La reorientación de las políticas hacia la reactivación de las economías y el patrimonio cultural provocarán cambios notables no sólo en las zonas rurales del interior, que mediante la dinamización del mercado laboral y una política de recuperación de viviendas aumentarán su población, restando al mismo tiempo presión a las áreas metropolitanas cuya calidad de vida se está viendo mermada.

La inmigración va a ser clave en la recuperación de los entornos rurales al cubrir los desafíos que se plantean de regeneración demográfica para asegurar el relevo generacional. Para ello hay que destinar políticas enfocadas a la integración de los grupos vulnerables procedentes del exterior.

Asimismo, las corrientes migratorias hacia el ámbito rural contribuirán a mitigar los efectos de las variabilidades climáticas a través de las energías renovables (con impuestos en origen y reducción del coste para empresas), la gestión eficiente del agua, la agricultura ecológica, turismo y movilidad sostenible.

Todo ello supondrá también un acicate contra la pérdida de biodiversidad y el patrimonio cultural, paisajístico y edificado, que constituyen el capital y la identidad territorial de los espacios 'vaciados'. Sin embargo, la reducción de los fondos PAC acordados esta semana en Bruselas debe ser corregida para no dañar las oportunidades que apuntamos.

En definitiva, la pandemia puede convertirse en una oportunidad para el desarrollo de las zonas desfavorecidas europeas, a través de la inmigración orientada hacia las áreas rurales para lograr simultáneamente la articulación territorial, la cohesión social y la preservación ambiental.

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