Hermoso, Bohórquez y Cartagena, a hombros en el fin de feria de Vitoria

Los rejoneadores Pablo Hermoso de Mendoza, Fermín Bohórquez y Andy Cartagena salieron ayer a hombros del último festejo de feria en Vitoria, una tarde con tintes triunfalistas en la que la benévola decisión presidencial no fue reflejo del discreto espectáculo vivido en el ruedo.

Algún oscuro secreto hubo entre bastidores. Si no, no se explica la decisión del nuevo presidente de Vitoria de sacar en hombros a los rejoneadores. Quizás no ha sabido soportar algunas críticas de los días anteriores por no conceder más trofeos o quizás fuera algún mensaje cifrado, pero no es normal sacar los dos pañuelos al mismo tiempo con una minoritaria petición en los tendidos; y lo hizo en el cuarto y en el sexto.

Se imagina que, después de este atropello, los responsables del Gobierno vasco no le permitirán prolongar su estancia al frente de la plaza de Vitoria.

Tampoco en la tercera de la feria de la Virgen Blanca los toros de rejones tuvieron fuerzas, una circunstancia que fue difuminando lo que ocurrió en el ruedo. Es cierto que los caballeros se esforzaron por gustar pero los astados de Fermín Bohórquez siempre tuvieron las embestidas muy cortas y hacer faena de esa manera es complicado.

Hermoso de Mendoza volvió a triunfar en una plaza de la que acostumbra a salir en hombros, pero no pudo lucir como en él es habitual. Disparate quedó casi inédito en el quinto, un toro que apenas se movió y en el que tampoco Dalí pudo pasar de adornarse lejos del morlaco. Una oreja generosa.

El doblete lo consiguió el estellés en su primero, tras una labor en la que brilló el caballo Brindis, con un rejoneo de cercanías, que no pudo prolongar Hermoso porque el toro decidió pararse. Su brevedad con el acero bastó para las dos orejas.

Fermín Bohórquez también se despidió en hombros. Estuvo discreto en su primero y en el cuarto se encontró con una puerta grande que nadie pidió en los tendidos y que tan sólo el presidente Carlos Aguinaco sabrá por qué la concedió.

El jerezano estuvo vibrante en algunos cites y brilló en dos pares a dos manos. El toro tardó en caer y los tendidos pidieron una oreja de forma minoritaria, pero el palco sacó los dos pañuelos al mismo tiempo. ¡Ver para creer!

Andy Cartagena también cortó dos orejas en el que cerró plaza. Y eso que sólo acertó en el rejonazo final. Su lidia fue caótica, llena de golpes, cogidas y desconcierto en el único toro que se movió, a veces con problemas, pero ofreció unas posibilidades de lucimiento que no supo aprovechar Cartagena.

Su labor con el inválido tercero no dejó nada destacable.

Tres rejoneadores en hombros para cerrar una feria, en la que no se ha vivido ni una buena faena, pero por lo menos ha visto el regreso de un buen número de público a los tendidos; sin ser buenas entradas, por lo menos algo se ha recuperado.