De Justo corta seis orejas en su encerrona en Hervás

Emilio de Justo salió ayer a hombros en la tarde en la que se encerraba con seis toros en solitario. Un desafío en que cumplió y en el que cortó seis orejas, dos de las cuales las paseó de un gran toro de Victorino Martín, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

La plaza de Hervás dio la oportunidad ayer a un torero natural, un torero de sentimiento y embrujo. Emilio de Justo fue acogido por los aficionados de Hervás con una calurosa ovación. El diestro devolvió ese cariño con su muleta izquierda, con su equilibrio y naturalidad que permiten saborear la belleza artística del toreo.

El primero fue un toro manejable. Con él pudo el diestro pudo demostrar un torero lleno de pases con gran profundidad. Tras tres tandas con la diestra con las que metió al público en la faena comenzó a lidiar con la zurda. Se mostró valiente y, si hubiera matado bien, hubiese conseguido más premio. Oreja y ovación.

El segundo, herrado con el número 11, fue descastado y deslucido. Se quedó siempre corto y no entró en faena. El torero de Torrejoncillo mostró disposición y consiguió sacarle un par de pases buenos con la muleta, pero de donde no hay poco se puede sacar. Pitos para el astado y silencio para el torero.

El tercero fue el mejor de la tarde. El de Victorino Martín fue bravo y extraordinario de principio a fin. Entró por ambos pitones y se mostró noble durante toda la lidia. De Justo supo dar contenido y hondura a una lidia en la que entendió perfectamente al animal. Tras la estocada, dos orejas y vuelta al ruedo para el victorino.

El de Paco Galache se mostró noble. El torero cacereño lo recibió con una verónica que exaltó al público. Vuelve a entender al toro y da un recital de pases tanto con la zurda como con la diestra. Remata la faena al tercer intento y corta una oreja.

Del quinto poco se pudo sacar. Manso y aplomado el de El Cubo. De Justo atacó a su oponente, pero la falta de fuerza hizo que la lidia terminase pronto. A pesar de todo fue ovacionado.

Con el que cerró plaza Emilio de Justo si pudo hacer más. El astado se mostró exigente desde el principio. Una lidia natural, demostrando su zurda; un toreo firme y variado, le sirvieron para cortar dos apéndices.