EFE
Lunes, 12 de septiembre 2016, 09:23
Curro Díaz hizo desmonterado el paseíllo no por presentarse en Valladolid, donde ya lo hizo en 2004, sino a causa de las heridas sufridas el día antes en Tarifa (Cádiz). Ante un toro manso pero manejable, protagonizó una faena armoniosa y pinturera que paladearon con gusto los espectadores. Con el descabello, el diestro perdió la oreja.
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Toros. Seis toros con los hierros de Hermanos García Jiménez y Olga Jiménez. Muy buenos tercero y cuarto. Han sido manejables el primero, segundo y sexto aunque este duró poco. Muy desclasado resultó el quinto.
Toreros. Curro Díaz, saludos y oreja. El Fandi, dos orejas y oreja. José Garrido, dos orejas y oreja
Plaza. Gran entrada sin llegar al lleno en tarde de calor sofocante.
De gusto, desmayo e inspiración hizo gala Curro Díaz durante el segundo toro de su lote, una faena armónica en la que cada uno de los lances se saborearon con fruición. Luminoso, diferente y personal, su actuación fue un regalo de aire fresco en una tarde de tórrido calor.
Dos largas cambiadas en tablas con ambas rodillas en tierra fueron el prologo a un quite por chicuelinas tan airoso como colorista de El Fandi. Con la muleta realizó una faena muy larga, de altibajos, pero que conectó muy bien con los tendidos, que no cesaron de aplaudirle a pesar de que mató con un bajonazo en la suerte de recibir, eso sí de efectos fulminantes. En el segundo de su lote formó un alboroto con las banderillas ante un toro de agresiva embestida. Con la muleta la labor no terminó de llegar a buen término porque el toro no estaba para florituras. El Fandi, no obstante, lo intentó. Gran tarde la suya.
José Garrido recibió por verónicas a su primero, muchas y correctas. Volvió a quitar por verónicas en el centro del ruedo y se metió al público en el bolsillo. Luego, con la muleta, fue una sucesión de series con ambas manos en una faena muy larga que terminó con un 'arrimón' en el que expuso mucho, todo entre el clamor de los tendidos. La capacidad de la escondida técnica de Garrido se puso de manifiesto en su segundo toro, sexto y último de la feria, con el que exhibió mucho mando y temple, aunque le duró poco.
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