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PEPE ORANTOS
BADAJOZ.
Lunes, 9 de mayo 2022, 18:40
Tras el triunfo en su debut con picadores en la Feria de Olivenza de 2019, Carlos Domínguez afrontó su particular travesía del desierto hasta que el verano pasado se metió en la final del Circuito de Novilladas del Norte. Una oreja en la último ciclo oliventino y su reciente apoderamiento a manos de Jacinto Ortiz le llevan a su presentación en Las Ventas en el segundo de los festejos de la Feria de San Isidro.
–Después de salir a hombros de Olivenza en 2019, desapareció de los carteles. ¿Se quitó o le quitaron?
–Ni una cosa ni otra. Yo nunca he estado quitado. Seguí entrenando y trabajando como si fuera a torear al día siguiente, pero el teléfono dejó de sonar. De hecho, si hoy estoy aquí, es gracias a ese parón. Me fortaleció mucho el no torear, el levantarme todos los días y no tener a un simple banderillero con el que entrenar o a una persona con la que compartir todos esos miedos que tienes, preguntarle las dudas que te surgen o corregirte esos defectos que tienes entrenando. En ese momento yo estaba preparado como nunca.
–Usted es uno de los últimos exponentes de la prolífica Escuela de Tauromaquia de Badajoz. ¿Cómo cree que le ha marcado su paso por ella?
–Mis recuerdos de esa época son todos buenos. Es la mejor escuela que existe en estos momentos y una muestra de su importancia es que, un vez que debutas con caballos se la echa mucho de menos. Al día siguiente de debutar en Olivenza ya te das cuenta de que te falta algo. La Escuela de Madrid, que acompaña a los novilleros con y sin caballos, sería un buen ejemplo a seguir.
–En una misma generación de la Escuela siempre coinciden novilleros con un potencial parecido, ¿existe una rivalidad entre ustedes?
–Por supuesto. En cada entrenamiento, tentadero o festejo tratas de mojar la oreja al compañero, pero cuando recoges los trastos todos somos colegas. Son muchos años de convivencia diaria para que los piques trasciendan de lo meramente profesional. En mi caso, nunca he conocido un mal rollo en ese sentido.
–Volvimos a saber de usted cuando apareció en el circuito de novilladas del Norte, ¿hasta que punto le sirvió para resurgir?
–Ese circuito ha sido un trampolín en mi carrera. Llegué si torear prácticamente nada, solo había hecho algo de campo y una novillada, pero estaba tan preparado que no podía dejar pasar esa oportunidad. De repente, me vi toreando la final en Santander, en una plaza en la que siempre había soñado debutar. No tengo ninguna vinculación con la capital cántabra y, sin embargo, desde niño es mi ciudad y mi plaza favorita.
–Mañana se presenta usted en Las Ventas, ¿cómo afronta el reto más importante de su carrera?
–Estoy muy tranquilo, se que tengo los deberes hechos. Creo que todo el esfuerzo y todo el trabajo que he llevado a cabo va a tener una recompensa. Voy muy bien acompañado, llevo una cuadrilla excepcional y estoy convencido que lo más importante es que sea yo mismo. Tengo muchas ganas de que sea mañana.
–¿Qué le infunde más respeto de Madrid, la plaza, el ganado, el público o la prensa?
–Todo. Madrid es la primera plaza del mundo por algo. Allí todo es importante. La responsabilidad te la marca el público, el toro que sale por chiqueros y los medios que va a contar lo que allí hagas. En conjunto son un cúmulo de circunstancias que te obligan a dar lo mejor de ti.
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