La izquierda de Ferrera y el temple de Perera brillaron en la matinal
Feria de Olivenza ·
El francés Sebastián Castella acompañó a los extremeños en su salida a hombros tras cortar una oreja a cada uno de los zalduendos que le correspondió en el sorteo
«Al final va a ser verdad lo del cambio climático» confesaba, mientras resoplaba, un veterano aficionado al que le había tocado un tendido de 'sombra' en la matinal que abría la jornada del domingo en la Feria de Olivenza. El rostro y los brazos de este cronista pueden atestiguar que el sol que ayer caía a plomo sobre el coso abaluartado de la ciudad rayana y quemaba como el que achicharra a los guiris en Torremolinos.
Sol y moscas pide la tradición para las grandes corridas de toros y solo nos faltaron las moscas, porque la terna de figuras tuvo la suerte de cruzarse con un encierro colaborador del hierro de Zalduendo que, aunque justito de casta y fuerzas, permitió el lucimiento de matadores y banderilleros.
Abrió plaza Antonio Ferrera con 'Zambullido' un Zalduendo de 545, muy bien presentado que fue recibido por el de Villafranco por verónicas antes de que Javier Valdeoro, que reaparecía tras su lesión, y Fernando Sánchez tuvieran que desmonterarse tras un gran tercio de banderillas.
Trasteó Ferrera con el de Zalduendo para llevarlo a los medios y comenzar allí la faena de mueta y el toro tomó una muy buena tanda de derechazos que fueron a menos a medida que las fuerzas del animal se fueron agotando. Por el pitón izquierdo el toro se colaba y prendía el engaño con facilidad. El balear de nacimiento acortó entonces las distancias y le hizopasar por la muleta sin limpieza ni transmisión.
Las fuerzas del zalduendo se iban apagando y las embestidas se quedaban a medio camino. No se quería ir Ferrera sin darle dos naturales y lo consiguió al reducir aún más las distancias como paso previo a dos pinchazos, un aviso y un descabello que le valieron un saludo desde el tercio.
Al cuarto, del mismo nombre que el primero, según el orden de lidia facilitado por la empresa, Ferrera lo saludó por verónicas y lo llevó al caballo por chiuelinas, en el detalle más torero de toda la mañana. Otro buen tercio de banderillas a cargo de Montoliu y Fernando Sánchez precedió al comienzo de la faena al hilo de las tablas, desde donde Ferrera sacó al toro a base de muletas de mucha clase. Otra tanda de derechazos que comenzaron con un cite con el envés de la franela precedieron a uno de esos momentos en los que toda la plaza escucha hablar a Ferrera con sus oponentes. Al grito de «vámonos bonito» el de Villafranco enfervoreció a los tendidos con sus derechazos.
Todo apuntaba al triunfo, pero no fue hasta que Ferrera cogió la muleta con la izquierda e instrumentó tres naturales de cartel, que no hubo ninguna duda de que era una mañana para apuntar en la libreta de los recuerdos.
A partir de ahí el de Zalduendo comenzó a dar muestras de que andaba justo de casta y fuerza y comenzó a intentar huir or cualquier escapatoria. Aun así, El de Villafranco le cerró las salidas y todavía pudo deleitar al público con varios muletazos de mucho mérito. Una estocada entera bastó para que Ferrera cortara dos orejas y abriera la puerta grande.
Al segundo de la tarde Castella lo saludó por verónicas como paso previo al lucimiento de su cuadrilla en banderillas y un comienzo de faena por estatuarios de mucho mérito y valor en los medios.
Dos tandas de derechazos, cerradas por dos pases de pecho, uno en cada sentido, cimentaron la faena del francés que no fue a más por la falta de ambición de su oponente por el pitón izquierdo. Noble pero falto de fuerzas, el de Zalduendo tampoco volvió a transmitir por la derecha y obligó a Castella a un desplante para evitar que el público enfriara sus ánimos.
Cierre por manoletinas antes de un aviso, una estocada, otro aviso y un descabello que no evitaron que el francés cortara la primera oreja de la tarde.
Al quinto, que se empleó en el caballo, Castella se lo llevó a los medios con la muleta en la izquierda en el comienzo de faena. Ya allí, el de Bezieres tomó la derecha y el Zalduendo se movió mejor que cualquiera de sus hermanos de encuerro. Una tanda más y se acabaron las fuerzas del animal hasta volver a evidenciar la falta de casta de sus predecesores. Una estocada entera, algo trasera, bastó para que el francés cortara una oreja y se apuntara a la salida a hombros.
La historia del tercero fue corta. Un saludo por verónicas y un quite por gaoneras precedieron a un gran tercio de banderillas en cuyo último acto, el de Zalduendo se le sionó una mano tras el encuentro con un magnífico Javier Ambel. Apuntillado en las tablas, tomó el camino del desolladero antes de tiempo. Corrió el turno y salió el sexto, al que Perera quitó delcaballo por chicuelinas antes de que Javier Ambel volviera a brillar y tuviera que desmnterarse tras dos pares de bandera.
El de Puebla del Prior inició la faena con la muleta de rodillas en los medios y se repuso de varios trastabilleos con un alarde de valor, muy valorado por los tendidos.
Dos buenas tandas por la derecha en las que Perera tiró con maestría de su oponente antes de culminar con dos rotundos pases de pecho.
Un redondo infinito en la cara del toro con la muleta pegada almorro del de Zalduendo dieron paso a la mano izquierda de Perera que no pudo impedir que su enemigo colaborara con menos intensidad que por la derecha. Una muestra más de la falta de casta del encierro y una estocada entera le valieron al de Puebla del Prior la primera oreja de su lote.
Con el primer sobrero, que hizo de sexto, Perera comprobó que iba a tener complicado meterle en los engaños. Entró con fuerza al caballo, pero las sospechas de que la falta de fuerzas fuera cosa de familia, hicieron que el matador eludiera hacerle el correspondiente quite. Con la muleta muy pegada a la cara del toro comenzó una faena en la que destacó una serie de derechazos muy templados en los medios. Después lo citó con el envés de la muleta para pasárselo por la espada y calzarle un redondo que culminó con un pase de pecho. Por la izquierda salía suelto, como la mayoría de sus hermanos, pero no fue óbice para que Perera le administrara una tanda de naturales. Tomó un par de derechazos más, ya sin fuerzas, antes de que el de Puebla del Prior trasteara con él y le propinara una estocada que, tras un aviso, supuso su segunda oreja y la puerta grande.
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