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La tarde de toros no podía presentar mejor cara: temperatura primaveral, un paseíllo repleto de figuras y el cartel de 'no hay billetes' en las ... taquillas. La expectación por ver a Morante de la Puebla en el inicio de la temporada, en la que dicen ya ha firmado más de cien corridas; la ilusión por comprobar cómo afronta El Juli la primera temporada 'normal', después de no haberse prodigado en exceso durante la pandemia, y la alegría de comprobar cómo eleva su toreo, un año más, Emilio De Justo, el matador extremeño más destacado de las últimas campañas, hacían que la mezcla de idiomas y acentos en los tendidos refrendara que nos encontrábamos ante el evento taurino más importante en mucho tiempo.
Hijastro se llamaba el toro de Zalduendo que abrió plaza y que esquivó cuantos capotes salieron a su paso hasta llegar al caballo. Salió suelto de todos los intentos que Morante de la Puebla hizo por lucir su percal con envés verde manzana. Dificultó, cual manso, el tercio de banderillas y rápidamente mostró su querencia natural por la puerta de chiqueros. Lo probó Morante con la muleta en el tercio ante la desesperación de los tendidos que reclamaron a gritos una muerte rápida del animal. Una estocada bien situada bastó para que el manso de solemnidad rodara ante los pitos del respetable.
El segundo, de nombre Sometido, correspondió en turno a Julián López Escobar, que lo saludó por verónicas ante el fervor de los tendidos, deseosos de quitarse con rapidez el mal sabor de boca que había dejado el primer zalduendo. Metió bien la cara Sometido en el caballo pero perdió las manos nada más abandonar el peto. Quite por chicuelinas rematado con gusto para preceder un tercio de banderillas en el que brilló la cuadrilla del madrileño. Brindó al público El Juli y se dobló con su enemigo en el tercio antes de sacarlo a los medios para darle una buena tanda de derechazos y hacer valer la calidad de su embestida en una segunda serie. Por la izquierda también repetía el de Zalduendo pero con menos ambición y el matador recuperó la derecha para deleite del respetable. Acortó las distancias el dueño de El Freixo y encandiló al público haciendo lo que quiso con su oponente. Una estocada casi entera sirvió para que el zalduendo rodara definitivamente. El premio para el madrileño fue una oreja.
Versado se llamaba el tercero de la tarde y a por él salió Emilio de Justo, vestido de azul pavo y oro, para templarlo por verónicas y ponerlo al caballo con la dificultad que marcaba su falta de atención. Metió bien la cara en el caballo el de Zalduendo pero no dio ninguna opción a llevarse un quite artístico. No lo puso fácil en banderillas antes de acudir a la muleta del de Torrejoncillo, que ya en los primeros compases de la faena demostró que su hambre de triunfo permanece intacta. Toreo exquisito desde la primera tanda de muletazos y un dominio absoluto de los tiempos y los espacios volcaron la plaza a favor del extremeño que, con la muleta en la izquierda, volvió a demostrar su impresionante toreo vertical. De regreso a la derecha, Emilio de Justo exprimió hasta la última gota la poca ambición de su oponente y acabó la faena combatiendo su falta de raza. Dos pinchazos y una estocada algo trasera enfriaron los ánimos de los tendidos y el torrejoncillano tuvo que conformarse con una tímida ovación.
El cuarto de la tarde llevaba el nombre de Tonteras y con él cerraba su actuación José Antonio Morante. Fue protestado por cojo desde su aparición en el ruedo y la presidencia acabó por devolverlo a los corrales.
El primer sobrero, de nombre Distraído, se convirtió en el cuarto bis y fue recibido por el de la Puebla en el tercio sin opción de lucimiento. Primo hermano del primero, eludió cualquier pelea en el capote, por lo que Morante desistió de administrarle un quite artístico. Comenzó la faena el sevillano con unos ayudados por alto que entonaron a los tendidos y continuó con varios derechazos de mérito más allá de las rayas de picar. A pesar de la embestida corta y sucia del zalduendo, Morante consiguió instrumentar varias tandas de derechazos que llegaron al respetable. Por la izquierda el toro tenía aún menos recorrido, a pesar de lo cual el maestro de la Puebla insistió sin éxito. Con el acero ya montado en la muleta, Morante cuadró al de Aliseda y pinchó la suerte suprema en su primer intento y dejó una estocada entera, algo caída, que precisó de un descabello para que rodara el de Zalduendo.
Desterrado tenía por nombre el quinto de la tarde al que El Juli saludó con el gusto que atesora su toreo de capote. Un desigual tercio de banderillas dio paso a un inicio de faena sin brindis en el que El Juli sacó a su enemigo a los medios para calzarle una rotunda tanda de derechazos. A pesar de que el zalduendo perdió las manos en la segunda tanda, el madrileño logró arrancarle un puñado de derechazos de mérito. Por la izquierda todo lo tuvo que poner el torero que alternó grandes naturales con intentos de evitar que el animal se rajara. Otra vez con la derecha, El Juli intentó varias tandas en redondo que acabaron con un feo derrote de su oponente. Dominado por completo, el toro se prestó a cuantos adornos intentó el dueño de El Freixo antes de recibir dos pinchazos y una media muy trasera que precisaron un descabello. La recompensa para el matador afincado en Olivenza fue de una cariñosa ovación con salida al tercio.
El que cerraba plaza se llamaba Zabarcero y mostró las mismas maneras que sus hermanos en cada uno de los saludos capoteros. Clavó en dos ocasiones sus defensas en el ruedo para girar por completo sobre su eje vertical antes de entrar con fuerza al caballo, perder las manos y acabar bajo el equino, lo que terminó con la paciencia del público que convenció a la presidencia para mostrar, por segunda vez, el pañuelo verde.
El segundo sobrero, de nombre Recepcionista, se convirtió en el sexto bis y fue recibido por Emilio de Justo en el tercio en un infructuoso intento de articular un mero saludo. Tres buenas chicuelinas conformaron el quite del torrejoncillano, antes de que su cuadrilla cubriera el expediente en banderillas. Brindó al público de Olivenza la muerte de Recepcionista y se dispuso a intentar un imposible, que un mansurrón embistiera con ambición a su muleta. Visto lo visto, el público comenzó a desfilar con el toro aún en el ruedo. Estocada entera y algo caída para cerrar una decepcionante tarde de toros.
Toros Ocho toros de la ganadería de Zalduendo faltos de casta, recorrido y ambición. Se salvaron ligeramente el segundo y el tercero. Todos los astados lucieron divisa negra en recuerdo del recientemente desaparecido Antonio Bailleres
Toreros Morante de la Puebla: silencio y palmas; El Juli: oreja y ovación; Emilio de Justo: palmas y silencio.
Plaza Tercer festejo de la feria de Olivenza, primera corrida de toros en una tarde primaveral con el cartel de no hay billetes.
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