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PEPE ORANTOS
OLIVENZA.
Domingo, 4 de marzo 2018, 08:53
Otra vez el aguacero previo al festejo hizo temer a más de uno que corría peligro la matinal del sábado en la plaza de toros de Olivenza. Sin embargo, la pericia del personal de mantenimiento y el descenso en la intensidad del chaparrón permitió que, diez minutos después del mediodía, Juan José Padilla, José Manuel Garrido y Luis David Adame hicieran el paseíllo junto a sus cuadrillas sobre el albero empapado del coso abaluartado.
Obligado a saludar desde el tercio antes de iniciar su actuación, Juan José Padilla quiso recompensar el cariño del público oliventino con un espectacular saludo capotero que culminó en un gran tercio de banderillas en el que acabó con las pocas energías que tenía el primero del Tajo y la Reina que dobló varias veces las manos durante la faena de muleta a pesar de que Padilla lo llevó a media altura para matizarle su principal defecto. Una estocada entera algo desprendida y un descabello hicieron que el jerezano culminara con palmas su actuación.
uToros Seis toros del Tajo y la Reina. Bien presentados, nobles pero justos de fuerzas. Mejores quinto y sexto.
uToreros Juan José Padilla, palmas, oreja y dos orejas. José Garrido, ovación y oreja. Luis David, oreja.
uPlaza Segundo festejo de la feria de Olivenza. Tres cuartos de entrada en mañana lluviosa con menos viento que el viernes.
Al segundo del Tajo y la Reina, un castaño de 565 kilos, le esperó José Manuel Garrido en el tercio para fajarse con él con el capote antes de iniciar una faena de muleta en la que el pitón derecho fue bastante mejor que el izquierdo y en el que otra vez la falta de fuerzas del astado impidió un mayor espectáculo. Un cierre por manoletinas muy ajustadas no pudo evitar que, tras un pinchazo en todo lo alto y ocho descabellos, Garrido no obtuviera más que una salida al tercio como recompensa.
De rodillas en el tercio recibió el mediano de los Adame al tercero de la mañana, antes de que la lluvia volviera a apretar sobre Olivenza. Pese a no acabar de humillar, el del Tajo y la Reina tomó dos buenas tandas de derechazos con las que el mexicano se metió al público en el bolsillo. El toro repetía una y otra vez sus embestidas y el hidrocálido se sentía cada vez más seguro sobre el resbaladizo albero oliventino, sin embargo, el poco recorrido que ofreció el pitón izquierdo y el progresivo debilitamiento de las fuerzas del animal invitaban a rematar la faena cuanto antes. Luis David eligió una tanda de bernadinas para acabar su actuación con la muleta, antes de intentar una estocada que le valió un serio percance. Aun así, vio doblar al toro y recogió la oreja con la que le recompensó la plaza por su entrega, tras la que tuvo que pasar directamente a la enfermería, donde fue atendido de una herida inciso contusa en la parte interior del brazo derecho que le desgarra musculatura con dos trayectorias, una hacia abajo de 15 centímetros y otra hacia arriba de 5 centímetros. Tras limpiarle la herida y revisarle con anestesia local, fue trasladado al hospital Infanta Cristina de Badajoz.
Un precioso jabonero, más recortadito de pitones que sus compañeros de encierro, saltó a la plaza en cuarto lugar para cumplir con el segundo turno de Juan José Padilla, en el momento en el que con más intensidad descargaba el cielo sobre Olivenza. Las pocas posibilidades de lucimiento en banderillas, ante el estado del piso, hicieron que el de Jerez declinase en sus subalternos el tercio de banderillas, antes de comenzar su faena de muleta por estatuarios desde el tercio, en uno de los pocos momentos de lucimiento que le concedió su enemigo. Las escasas y cortas embestidas del animal culminaron en un remate por manoletinas de Padilla y un desplante marca de la casa. Un pinchazo y una estocada entera supusieron la primera oreja de la mañana para el jerezano.
El quinto de la corrida suponía algo más que un reto para Garrido, tras el fiasco con los aceros en el segundo. El reto comenzó con una larga cambiada de rodillas en los medios, a la que acompañó un quite con el capote a las espalda tras el encuentro de su enemigo con el caballo.
Pese a perder las manos en un par de ocasiones, el del Tajo y la Reina demostró ser, con diferencia, el mejor ejemplar de la corrida y ofreció a Garrido la posibilidad de lucirse con ambos pitones, hasta cuajar varias tandas de mérito que parecían conducir de forma irremediable hacia el gran triunfo de la mañana. Sin embargo, un pinchazo y una estocada algo desprendida solo le valieron una oreja al pacense.
La lidia del sexto de la tarde, que correspondía por turno a Luis David, recayó en Juan José Padilla, que no desaprovechó la ocasión ante la bondad de su oponente para hacerle la faena de la matinal. Recibió el Ciclón de Jerez a su enemigo por verónicas y enseguida comprobó que en él había posibilidades de triunfo. Inició la faena de muleta sentado en el estribo, mientras arreciaba la lluvia sobre el coso de Olivenza. Pese a las dificultades que toro y torero tenían de mantenerse en pie sobre el resbaladizo albero, Padilla fue arrancando uno a uno los muletazos necesarios para armar su faena. Una tanda de naturales acabó por meter al empapado público en la faena y Padilla se encargó de derrochar honradez y entrega ante la cara del toro para acabar adornando su actuación con sus habituales estridencias.
Una estocada entera y la rápida muerte del toro hicieron que el jerezano le cortada dos orejas y rematara una matinal de triunfo.
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