Puerta grande al paisanaje en el debut con caballos de Manuel Perera

En novilladas de promoción, concursos y bolsines es realmente divertido llevar a cabo el juego de adivinar en qué zona del tendido se sienta el grupo de aficionados que arrastra cada uno de los chavales. Basta con que su novillero haga pasar un par de veces al novillo por la muleta para que los olés se concentren de forma más que notable en un sector de la grada, que jalea y aplaude cada una de sus acciones. Este viernes esto se hizo evidente en el novillo que cerraba plaza. Manuel Perera había cortado una oreja a su primero de El Freixo y bastaba con que la presidencia le concediera otra para que abriera la puerta grande en su debut.

Sus partidarios se encargaron de calentar el ambiente, celebrando cada una de las medias embestidas que le arrancó al de Vistalegre y cerraron filas en contra de la presidencia, cuando el de Villanueva del Fresno dejó una estocada entera que acabó con el animal en la arena. Dos orejas que, en rigor, podrían haberse ido para el desolladero a ambos lados de la cabeza del astado.

En el novillo de su debut con los del castoreño mostró Perera gran parte de su toreo, hasta que el ejemplar de El Juli se quedó sin fuerzas y obligó a acortar las distancias al de Villanueva, que llegó incluso a tropezarse en la cara del animal. El de El Freixo alardeó de nobleza y no hizo por el debutante. Una peligrosa tanda de manoletinas, un aviso y una estocada entera le valieron la primera oreja de su etapa como novillero con caballos.

Había abierto plaza Diego San Román, que regresaba a Olivenza tras el buen sabor de boca que dejó su desafortunada comparecencia del año pasado, para enfrentarse a un decepcionante ejemplar de Juan Albarrán, al que se ciñó muy cerca del cuerpo con el capote a la espalda, antes de que el novillo comenzara a calamochear como si no hubiera mañana y arruinara cualquier opción de triunfo. Una estocada entera mereció la ovación de un público que agradeció su esfuerzo, tesón y torería. Con el cuarto parecía que la suerte iba a cambiar para el mexicano. El novillo de José Luis Iniesta, magníficamente presentado, parecía meter la cara con intención en el percal hasta que un desgraciado accidente le hizo clavar las defensas en el ruedo y dar una terrible voltereta sobre sí mismo.

A partir de ahí se acabó la buena condición del animal y el queretano no tuvo más remedio que tirar de repertorio novilleril para salvar la cara ante el tendido oliventino que, una vez más, le agradeció su entrega y tesón en la cara del novillo. Una estocada entera le hizo repetir su salida al tercio a recoger una merecida ovación.

Toda la suerte que no acompañó con el ganado a Diego San Román la recibió a espuertas Tomás Rufo con su lote.

El segundo de la tarde, un cortito novillo de La Peregrina, mostró una nobleza y raza excepcional durante toda su presencia sobre el ruedo oliventino. Lo recibió Rufo de rodillas en el tercio, antes de que metiera muy bien la cara en el capote por el pitón derecho y repitiera esa buena condición en la muleta. Varias tandas de derechazos, una de ellas con la mano muy baja y de mucho mérito, precedieron al intento de probar el pitón zurdo que, enseguida, mostró no ser el adecuado para el lucimiento.

Por la derecha, sin embargo, el novillo de Ferrera no se cansó de embestir e incluso permitió los adornos del talaverano en su cara. Una serie de manoletinas y media estocada bastaron para que Fernando Sánchez pudiera cachetear al animal en la arena y este abandonara el ruedo sin uno de su apéndices.

Al quinto de la tarde, un novillo de la ganadería de Talavante mucho más hecho que el de Ferrera pero igual de colaborador en capote y muleta, Tomás Rufo no supo sacarle todo el partido que tenía. La falta de acople entre novillero y novillo hizo que este fuera perdiendo celo hasta perder cualquier transmisión con los tendidos. Un pinchazo hondo y dos descabellos dejaron en ovación lo que pudo haber sido triunfo rotundo.