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Garrido y Morante abandonaron la plaza a hombros. :: j.v. arnelas
Garrido se hizo hombre y Morante habitó entre nosotros

Garrido se hizo hombre y Morante habitó entre nosotros

Tarde completa del pacense en su presentación como matador en Badajoz y memorable faena del de La Puebla al cuarto

Pepe Orantos

Sábado, 27 de junio 2015, 08:40

El regreso de los zalduendos a Badajoz, con más sombras que luces en el recuerdo, sumado al amargo regusto que dejaron los de Daniel Ruiz el miércoles y los cuarenta grados de temperatura que había en los tendidos, sembraban sobre el coso de Pardaleras una sombra de duda que no muchos afrontaban con optimismo. Dos figuras habituales en todas las grandes ferias de España y Francia y un torero de la tierra que hacía su presentación como matador de toros en la plaza de la ciudad que le vio nacer eran los destinados a romper con todos los maleficios que se cernían sobre la tarde.

FICHA DEL FESTEJO

  • uToros. Seis toros de Zalduendo. Primero y segundo inservibles y el resto aprovechables. El cuarto de la tarde fue el que más juego dio.

  • uToreros. Morante de la Puebla ovación y dos orejas. Manzanares

  • uPlaza de toros de Badajoz. Tercer festejo de la feria de San Juan. Media entrada larga en tarde calurosa que fue mitigada con una ligera brisa al caer el sol.

Ni el más optimista de los aficionados que ayer superaban por poco la media entrada podía imaginar que, al final del festejo, iban a abandonar sus localidades con la sensación de que el espectáculo había pagado con creces la entrada.

Todos los apostantes al fiasco se frotaron las manos al ver aparecer por la puerta de toriles a 'Quisquillo', el primer zalduendo de la tarde que correspondió a Morante de la Puebla. No hizo caso a ninguno de los engaños que se le mostraban, se quedaba parado en los medios y echaba la cara arriba cada vez que alguien trataba de hacerle pasar por su capote. Ni siquiera el puyazo trasero y prolongado que recibió le hizo cambiar de actitud y Morante decidió iniciar la faena de muleta en el tercio con el fin de aprovechar las escasas embestidas que presagiaba. Lo intentó el de La Puebla por ambos pitones pero sólo logró arrancarle medio natural antes de recoger el acero de su mozo de espadas entre el respeto del público pacense que le agradeció el esfuerzo cuando lo mató de un estoconazo.

Recibió Manzanares al segundo con una serie de verónicas que cerró con una prometedora media hasta que 'Relamido', el zancudo castaño de Zalduendo, demostró que llevaba las fuerzas justas para pasar desapercibido por el ruedo pacense. En cuanto Josemari inició la faena de muleta, el animal o perdía las manos al pasar por la derecha o calamocheaba al pasar por la izquierda, dejando evidente su falta de raza. Pronto se dio cuenta el alicantino que no había dónde rascar y se marchó a por la espada con la intención de que, al menos, su enemigo tuviera una muerte digna. Estocada marca de la casa y el de Zalduendo cayó fulminado, como acostumbran a caer los ajusticiados por Manzanares.

Saludó Garrido al toro de su presentación en Badajoz por verónicas y trató de probarlo por ambos pitones antes de ponerlo en el caballo, hasta que un quite por chicuelinas le convenció de que no se parecía demasiado a sus hermanos.

A pesar de que inició la faena con la mano derecha, fue con la izquierda cuando ligó la primera tanda que hizo reaccionar a los tendidos.

Una serie de derechazos muy despacito y una tanda por la izquierda en la que 'Altanero' lanzó un peligroso derrote, que impactó en la nalga derecha del pacense, concedieron una tensión a la faena de la que hasta entonces había carecido la corrida.

El toro se siente vencido y se defiende en cada muletazo hasta volver a dar un susto a Garrido, que trata de cerrar la faena con un circular por la espalda, antes de dar una tanda de molinetes de rodillas con los que calentar a los tendidos y entrar a matar. Un intento fallido en el que el estoque pareció resbalar sobre una banderilla y una estocada entera algo delantera bastaron para que público y presidencia concediera el primer trofeo de la tarde.

Se hizo la luz

Se esperaba a Morante en el cuarto con la certeza de que la actitud del sevillano era positiva en esta calurosa tarde y que, a poco que ayudara el de Zalduendo, había opciones de ver una faena para el recuerdo.

Un saludo por chicuelinas cerrado con una media de cartel y una larga cambiada de ensueño hacían que la entrada de los morantistas ya estuviera pagada. El quite por verónicas puso en pie a los tendidos y también ovacionaron con fuerza la actuación en banderillas de José Antonio Carretero, a quien obligaron a desmonterarse.

Inició la faena Morante junto a las tablas hasta conducir a 'Recluso' a los medios y comenzar a instrumentar una de sus faenas de catálogo. Una primera tanda de derechazos al ralentí, un molinete a pies juntos y otra tanda con la derecha muy despacio fueron culminados con una serie de naturales rematados por un molinete.

Inició el de La Puebla del Río una nueva tanda por la izquierda que terminó en un trincherazo justo antes de que el de Zalduendo cantara la gallina y se marchara hacia las tablas sin querer saber más de la pelea.

Una estocada de manual para que el animal rodara sin remedio hizo que toda la plaza se cubriera de pañuelos y la presidencia no tuviera más remedio que conceder dos orejas al sevillano.

Regresó Manzanares al ruedo esperando, más que nunca, que se hiciera bueno el dicho de que no hay quinto malo. Y del todo malo no fue. Lo recibió el alicantino por verónicas antes de que la lidia de Curro Javier y las banderillas de Rafael de la Rosa fueran reconocidas con sendas ovaciones.

Inició la faena por abajo con la derecha y pronto se dio cuenta de que ese era el pitón más potable del animal, que fue mejorando a medida que le caía una secuencia interminable de derechazos.

Un pinchazo hondo bastó para que doblara el toro y Manzanares cortara el único trofeo de su actuación.

Al que cerró plaza, Garrido lo recibió por gaoneras y ya demostró en ellas el empuje que luego evidenció al derribar al caballo del picador.

En el correspondiente quite, el pacense instrumentó una serie de verónicas cerradas con una media que puso en pie a los tendidos.

José Manuel Garrido brindó la muerte de su segundo toro como matador en Badajoz a su mentor, Antonio Ferrera, presente en la plaza tras la operación que le corrigió la fractura sufrida en uno de sus brazos.

Inició la faena por estatuarios en los medios antes de enlazar una tanda con la derecha muy despacio. Por la izquierda la embestida era más corta y Garrido trató de aprovechar las trayectorias hacia las tablas par alargar lo más posible sus muletazos.

Acortó las distancias al volver a tomar la muleta con la derecha y calentó a los tendidos antes del remate por bernardinas que acabó por rendir a sus paisanos.

Media estocada y un descabello bastaron para que el pacense cortara una oreja y sellara su primera comparecencia como matador en su plaza con una puerta grande.

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