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Barquerito
Miércoles, 10 de abril 2024, 20:29
Fue corrida de dos pintas: tres castaños lombardos y tres negros. Se abrieron en lotes distintos. A pesar de lo parejo de las pintas, y de las hechuras casi clonadas de tercero y cuarto, castaños los dos, fueron toros de distinta condición. Más hondo que los demás un segundo negro cinqueño que se arrancó como un bólido al caballo, se picó solo, escarbó mucho y sacó muy buen son. El sexto, del cupo de los negros, el de más volumen, romaneó entregado en una primera vara que vino a tomar por su cuenta como si apretara a querencia. La pelea con el piquero, Alberto Sandoval, se vivió como espectáculo aparte. De un segundo puyazo se escupió el toro, que al cabo resultó agresivo. Engallado, esperó y cortó en banderillas. Visto solo en la corta distancia y en un solo terreno, las tablas, es decir, su querencia, tomó engaño pero en secos ataques. Es probable que al toro le faltara un segundo puyazo.
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No es que los tres negros fueran más protagonistas que los tres castaños, pero para bien o para mal se distinguieron de ellos por su personalidad diferente. El negro que rompió plaza, lidiado morosamente, molido a capotazos, hizo lo que ningún otro: galopar en serio en banderillas, emplearse con un punto de violencia, rebrincarse de partida en la muleta y, en fin, someterse solo cuando, plantado en los medios, Perera lo llevó tapado, empapado y gobernado en una faena de muy suficiente oficio que fue pura doma. A pesar de la doma, la igualada se hizo muy laboriosa. Una estocada sin puntilla. Una oreja, que iba a ser preludio de una salida por la Puerta del Príncipe dos horas más tardes.
Para el toro de la mítica puerta los honores de una vuelta en el arrastre. Las orejas las llevaba en la mano Perera al cabo de una prolija faena que tuvo una carencia llamativa -apenas unos pobres escarceos por la mano izquierda-, el prólogo de un alarde propio de hambriento principiante -Perera de rodillas en el mismo platillo y ligando una serie en redondo que el toro tomó con una cadencia singular- y el cuerpo denso y redondo de toreo en redondo traído siempre por delante, la figura compuesta de perfil, el pulso bien aquilatado y la ligazón en el sitio.
En las tres tandas, impecable el trazo, Perera abrió en la distancia, cuestión clave -las pausas entre una y otra lo fueron también- para afianzar y abrir al toro, pronto y templado en todas las bazas. Perera se tomó alguna licencia original: un pase de pecho a pies juntos y dos molinetes ligados antes del de pecho para rematar la tercera tanda, que fue la más ruidosa de las tres. Raras en su repertorio habitual. La música se había arrancado en plena apertura, cuando el alarde de rodillas, y ya no paró a pesar de lo largo del trasteo. En las salidas de la cara del toro, Perera se fue de terreno con pasos exageradamente largos. Antes de la igualada, la propina de una tanda de sedicentes bernadinas. Ya era para entonces de seda el toro. Y otra estocada sin puntilla. Para celebrar los veinte años de alternativa, la cima de Sevilla.
Perera vino en son de guerra. No solo su serio empeño con el primer toro. Con ánimo de provocar salió a quitar en su turno del tercer toro, que había claudicado y estaba justo de fuerzas. Quite por limpias y sencillas gaoneras. Borja Jiménez se dio por aludido y replicó por delantales de gran ajuste, media y buena revolera. Tan noble como frágil, el toro reclamó pulso del caro. De arma tan resbaladiza echó mano Borja para enredarse en una faena bien medida, cargada de golpes de efecto -los cites frontales, el pecho por delante- y distinguida por su irrenunciable firmeza. No se le fue un pie. Ni en ese toro, que era el su examen primero en el abono de este año, ni menos todavía en el sexto, con el que dibujó una faena de acento muy sevillano, poderosa pero graciosa, intensa y segura, jugada en un palmo de terreno y resuelta con muletazos de trazo corto. Todo lo cual sirvió para pasar el examen.
Paco Ureña tardó en ajustarse con el bondadoso segundo, pero lo hizo al cabo por la mano mejor del toro, la izquierda. Tres tandas cortas. Y el toro se acabó casi de golpe. No tuvieron eco sus afanes con el quinto de corrida, sometido a una faena rutinaria. Un toro de tantos. El peor de los tres castaños.
Ficha del festejo
Toros Se lidiaron toros de El Parralejo, bien presentados y de interesante juego en conjunto, destacaron primero y cuarto, toro marcado con el número 66 de nombre Oloroso, castaño y de 528 kilos, que fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
Toreros Miguel Ángel Perera: oreja y dos orejas; Paco Ureña, ovación tras petición y silencio; Borja Jiménez, oreja y ovación.
Plaza Cuarta del abono de la Feria de Abril de Sevilla, más de media plaza.
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