–Después de todo lo que ha pasado, cómo se acostumbra uno a una temporada cuajada de contratos a un lado y otro del Atlántico.
–Es muy bonito echar la vista atrás y ver el pasado lleno de ilusión, trabajo y esfuerzo. Hubo momentos en los que lo único que me movió fue la fe en mí mismo, muy poca gente creía en que yo pudiera llegar a donde he llegado. Además de tener talento y condiciones, también hay que tener ese punto de suerte los días claves.
–Los dos grandes hitos de su carrera son dos puertas grandes de Las Ventas en dos ferias de otoño. ¿Este año encerrona o San Isidro?
–A lo largo de estos últimos años, toda mi preparación ha estado encaminada a convertirme en el torero que soy ahora mismo y que me ha permitido lograr la recompensa de esas dos puertas grandes. Madrid es el sueño, la ilusión y el objetivo de todos los toreros. Sabes que el público te va a estar esperando y que todo va a ser mucho más difícil. Aun así yo sé que la gente va a saber reconocer mi entrega y disposición desde que salga al ruedo.
–Casi sin darse cuenta se ha convertido usted en un torero de Madrid, a qué cree que se debe.
–Siempre he pensado que mi toreo podría gustar en Madrid, una plaza muy seria, muy sobria, a la que le gusta el toreo de verdad y la entrega. Si se encuentra un torero que intenta hacer el toreo bueno, que intenta colocarse en bien y mostrar su verdad, el público de Madrid lo sabe ver. Otra cosa es que para triunfar en Madrid se deben cuadrar muchas otras circunstancias. Madrid exige mucho pero te reconoce la seriedad y la sobriedad que creo tiene mi toreo.
–Lo que no esperaban muchos es verle triunfar en Sevilla. Cómo ha conseguido llegar al público de La Maestranza.
–Es un orgullo ver cómo una plaza como Sevilla, con la que tanto he soñado, valora mi trabajo de forma tan generosa. No es fácil que el público sevillano se identifique de modo tan rápido con un torero que no había pasado por allí nunca. Me empujó hacia el triunfo con una fe tremenda. Me sentí como si fuera un torero criado en Sevilla. Durante todo el tiempo tenía la sensación de que me estaban tratando con un cariño especial, que solo puedo agradecer con el alma. Yo era consciente de que la afición de Sevilla tiene una sensibilidad muy marcada y que les gusta un tipo de toreo muy característico. Por eso, escuchar ese olé tan rotundo, que solo se oye en la Maestranza, aún me emociona a día de hoy.
–Usted ha forjado su carrera toreando todo tipo de encastes y ganaderías. Le reconforta enfrentarse, cada vez más veces, a ganaderías más comerciales.
–Yo reconozco que mis primeros grandes triunfos, los que me han permitido salir de la situación en la que estaba, han sido con corridas duras. Mi resurgir como torero se lo debo a Francia y a tantas ferias del suroeste francés en las que sale ese toro grande y complicado que muchos no quieren. En Francia me las tuve que ver con ganaderías como Hoyo de la Gitana, Victorino, Palha, Baltasar Ibán o La Quinta pero luego se ha visto que por mi concepto y mi forma de sentir el toreo he demostrado que puedo encajar con otro tipo de ganaderías. No son toros más fáciles pero tienen más clase y te permite hacer el toreo que llevas dentro.
–La ultima vez que se celebró un festejo en la plaza de Cáceres usted demostró su compromiso con la afición cacereña matando dos toros con una clavícula rota, ¿le duele ver a Cáceres sin toros?
–Me duele muchísimo. Como cacereño y torero me duele que mi ciudad, la que me ha criado, en cuya escuela taurina me formé, la que me ha visto crecer como matador de toros, se ve injustamente privada de disfrutar de la fiesta de los toros. Yo debuté de luces en la plaza de Cáceres, allí tomé la alternativa y allí he pasado miles de horas entrenando, mientras soñaba con llegar hasta donde he llegado y verla ahora en el estado en el que está me indigna. Se está coartando la libertad del aficionado cacereño a la hora de ejercer su derecho a ir a los toros. Lo peor es la impotencia de saber que no puedes hacer nada. El trato que el actual gobierno de Cáceres está dando al mundo del toro está siendo muy duro.
–El sábado torea usted en Almendralejo y hasta allí arrastrará a muchos de sus partidarios de toda la provincia. ¿Qué siente usted cuando ve aparecer la famosa pancarta 'Cáceres quiere toros'?
–Siento mucho orgullo mirar al tendido y ver esa pancarta. Es muy bonito que la gente que me conoce de toda la vida, que me ha apoyado en las buenas en las malas, ahora me acompañe por tantas plazas de España. Es reconfortante ver la rebeldía de quien, a través de esa pancarta, reinvindica que Cáceres quiere toros y que somos una tierra taurina desde siempre. Una feria de Cáceres sin toros no es lo mismo, pierde gran parte de su encanto, además de un importante motor económico.
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