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Alejandro Talavante, matador de toros y ganadero de bravo
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Alejandro Talavante, matador de toros y ganadero de bravo
«Me sorprende el cariño de la afición después de lo del año pasado»Sereno, relajado, mucho más sonriente que cuando trabaja, Alejandro Talavante (Badajoz, 1987) prepara en su finca de Los Arrifes de arriba, a pocos kilómetros de Olivenza, la que será su segunda temporada tras la reaparición que le tuvo cerca de tres años alejado de los ... ruedos y con el recuerdo aún reciente de tremendo fiasco que supuso su última comparecencia en Las Ventas.
–Tras la complicada toma de contacto del año pasado, ¿cómo afronta los fuertes compromisos que le vienen en abril y mayo?
–Cuando planteamos el diseño de la temporada tuve muy presente lo que fue mi última corrida en Madrid. Tenía muy claro que después de aquello era muy difícil que me pasara algo más fuerte en el sentido opuesto a lo que es mi sueño. Noté que en ese estado me sería más fácil encontrar el camino que me llevara a desarrollar mi toreo. Ahí, empecé a sentir que me encontraba muy a gusto en el campo, que me había quitado un peso muy fuerte de encima y que podía afrontar una campaña en la que el peso recayera más sobre mi y poder estar en las ferias más importantes porque tenía la ilusión de arrancar bien. Una vez que he comprobado en la plaza que estoy bien, que estoy fuerte, creo que puede ser el año ideal.
–Hace dos semanas en Almendralejo hubo momentos en los que recordó al Talavante de las mejores tardes ¿usted lo sintió así?
–Yo creo que cada día soy mejor. Sinceramente, pienso que ahora soy mejor. Incluso el año pasado, con todo lo que dijera la gente, sabía que cada año mi tauromaquia crece. En Almendralejo me encontré con la sensación de euforia que tenía en mis primeros años de alternativa, cuando la gente pensaba que había llegado un nuevo mesías. Es cierto que me ha sorprendido que, a pesar de todo lo que pasó el año pasado, la afición me estaba esperando con un gran cariño.
–Usted reapareció en Francia, torea en las principales plazas de España y en unas semanas se marcha a México ¿nota cómo cambia el público cuando cambia la latitud de la plaza en la que hace el paseíllo?
–América marca la diferencia, allí la relación con los tendidos siempre es muy buena. En ese sentido, las temporadas más duras siempre son las europeas. Lo de México es un sueño porque no es fácil adaptarse a un país tan diferente y a un tipo de toro tan distinto. De hecho, triunfar a este lado del charco no te ofrece ninguna ventaja allí. Tienes que empezar una carrera casi desde cero y no todas las figuras que triunfan aquí lo hacen allá.
–Parece extraño que en mitad de las cuatro corridas que definirán su temporada en Sevilla y Madrid, usted se haga miles de kilómetros para torear una tarde en Aguascalientes. ¿Merece la pena?
–Siempre, Yo voy buscando sensaciones que sé que voy a encontrar allí. Después de haber salido de Sevilla, puede ser un complemento perfecto para afrontar lo de Madrid. Hay años en los que he pensado que puede ser una paliza pero, al llegar allí, me he encontrado un toro que me ha mandado para España mucho más fino de lo que estaba cuando llegué y me ha permitido completar el mes de mayo apoyado en las sensaciones que me aporta Aguascalientes. Eso sí, para eso te tiene que gustar mucho México y saber lo que te vas a encontrar. No compensa ir a matar una corrida por el hecho de sumar una más sino porque me ilusiona y creo que puede ser positivo para mi.
–Con Sevilla y Madrid en el horizonte, ¿qué intimida más, el silencio sepulcral de La Maestranza o el murmullo inquisidor de Las Ventas?
–Intimidan las dos. Abril y mayo son los meses de mayor presión para los toreros. Cuando toreas en Sevilla sabes lo complicado que es enfrentarte a un ruedo tan grande, hay toros que apuntan buenas maneras pero se desfondan muy pronto y sientes rápido la inquietud de encontrar el animal que necesitas que se adapte a tu toreo. En Madrid, sin embargo, la presión radica en el tiempo en el que tu tardes en conectar la transmisión con la plaza. Si tardas en arrancar, se te complica todo. A veces ha sucedido que le das la vuelta a una faena y no acabas de triunfar porque el público se ha desenganchado hace mucho tiempo. En Las Ventas es muy importante que no te atenace el entorno para que desde el primer momento puedas atacar. Es una plaza en la que gusta especialmente que el torero ataque, que vayas a por faena desde el primer momento.
–A medida que se avanzan carteles para los próximos meses, se intuye que usted va a torear más que el año pasado en plazas extremeñas, ¿puede confiar el aficionado local en ello?
–Sí, el año pasado estaba tomando contacto y no quería exponerme por encima de las posibilidades que sabía que tenía. Sin embargo, este año me apetece mucho no solo torear en la mayoría de las plazas extremeñas, sino reencontrarme con toda esa gente que ha estado conmigo desde el principio. Me gusta mucho mi tierra y quiero que la gente me sienta muy cercano.
–¿Se siente usted arropado de una manera especial en los cosos extremeños?
–Sin duda. Incluso me abruma el cariño del aficionado. Es evidente que no soy una persona que haga mucha vida social en Badajoz. Tengo muchos amigos y me reúno con ellos cuando puedo, pero mi trabajo me impide socializar de un modo más habitual y las plazas y su entorno se han convertido en el lugar perfecto para encontrarme con mucha gente que de oro modo no vería. Cuanto más viajo, más valoro mi tierra y estoy convencido de que el contacto mi tierra le viene más a mi toreo. Necesito estar cerca de mis raíces.
–Entre las figuras extremeñas del toreo, la suya es la única cuadrilla formada íntegramente por toreros nacidos en Extremadura, ¿qué le aporta eso a usted?
–A la hora de formar una cuadrilla, lo primero que hay que mirar es la calidad de quien te va a acompañar a lo largo de todo el año y es evidente que en Extremadura esa calidad sobra. Yo siempre había tenido una cuadrilla de fuera, porque empecé siendo un niño y necesitaba banderilleros veteranos que me arroparan pero, en cuanto he tenido la oportunidad, he querido formar una cuadrilla íntegramente extremeña porque, más allá de la calidad que atesora, creo que entre los cuatro vamos a disfrutar mucho de la profesión juntos. Nos conocemos tanto que, en la plaza, hay veces que no necesitamos decirnos nada. Basta con mirarnos para saber qué es lo que tenemos que hacer cada uno.
–Con el paso de los años, usted se ha ido involucrando más en su condición de criador de toros de lidia, ¿hasta qué punto influye su faceta como ganadero en su condición de matador de toros?
–Cuando tuve la oportunidad de comprar mi ganadería me plantee el reto de convertirme también en figura como ganadero. Creo que el principal acierto fue no tomármelo con prisa. Esa ambición con la que yo afronté el nacimiento de mi hierro se ha convertido en agradecimiento por el conocimiento que esta me transmite cada día como torero. Lo que más me gusta en la vida es torear, pero casi me gusta más poder criar un animal con el que un compañero sueñe su toreo.
–¿Se puede decir que el Talavante ganadero ha mejorado al Talavante torero?
–Creo que sobre todo me ha completado como torero. Lo que más me gusta de la ganadería es que nunca paro de aprender.
–En el caso de los toreros que además son ganaderos siempre surge la duda sobre si buscan el toro que ellos desearían encontrarse en la plaza u otro que valiera para más matadores. ¿Qué busca usted?
–Voy a ser claro, a mi e gustaría que la mayoría de los toreros quisieran lidiar mis toros. Eso sería un éxito y para eso tienes que tener la mente abierta. Creo que desde mi condición de torero y ganadero puedo entender a un abanico amplio de matadores y eso me da una ventaja con respecto a otros criadores.
–En alguna ocasión ha comentado que una de las motivaciones para tener un hierro propio es la de poder llevar a su casa a tentar a algunos compañeros y darse el gustazo de verlos torear en privado, ¿acepta las sugerencias que le hacen sobre el ganado?
–No solo las acepto es que, si no me dicen nada, les persigo hasta que consigo que me cuenten qué les parece la vaca. Luego, sobre su impresión, saco la mía propia pero teniendo siempre en cuenta lo que él ha sentido. Muchas veces los toreros somos un poco capullos y cuando algo no nos sale en la plaza, solemos echarle la culpa al toro. El análisis debe estar basado en el sentido común. Hay veces en las que un tentadero, al que has invitado a un grupo muy animoso, acaba siendo una fiesta pero, cuando pasa a limpio las notas, te das cuenta de que lo que había en realidad era emoción y esos animales trasladados a otras circunstancias no tienen el mismo valor.
–Su último éxito como ganadero lo han representado los tres primero ejemplares que salieron en la novillada de la Feria de Olivenza, ¿cómo llegó a la selección de esos animales?
–Comencé a trabajar con ellos un año antes, cuando todavía no sabía si la empresa iba a comprarme la novillada. Al elegirlos con tanta anticipación, tuve que asumir que muchos de los que me rodean me dijeran que esos novillos no tenían presencia para Olivenza. Acerté al optar por esos animales porque, si los hubiera elegido con algo más de edad, habrían resultado desproporcionados para el tipo de espectáculo al que iban dirigidos. A pesar de todo, estaba muy asustado y no quise ir a la plaza a verla porque me abrumaba la responsabilidad. Tenía que torear al día siguiente y sabía que tanta tensión me podía descentrar. Vi la novillada por televisión y lo pasé tan mal que, cuando el sábado hice el paseíllo, me había quitado tal peso de encima que estaba supertranquilo. Ya no lo podía pasar peor.
–¿Cuándo se preocupó más?
–Cuando vi la plaza llena y me di cuenta de que había tres chavales rebosantes de ilusión que se iban a jugar gran parte de su temporada que iba a depender de una decisión mía de hace un año.
–Usted ya forma parte de la Asociación de Ganaderos de Lidia Extremeños, ¿qué cree que puede aportar este sector al futuro de la fiesta?
–Es una iniciativa que me encanta. Es imprescindible que en Extremadura exista una unión entre todos los sectores implicados en la tauromaquia. Para mi es una ventaja que yo pueda seguir trabajando en el campo o entrenando y haya gente, de la que yo me fío, que está defendiendo mis interesase en los despachos. Tienen muchas ideas y puede que no salgan todas adelante pero el hecho de que nos vean a todos juntos empujando en la misma dirección ya es un éxito que mejorará, sin duda, nuestra situación.
–En una época en la que no todo el mundo entiende la presencia de los niños en los toros, ¿cómo es la relación de sus hijos con su profesión?
–La relación es muy buena desde la naturalidad. Ellos comprenden perfectamente en qué consiste mi trabajo como torero pero lo que más les llama la atención es mi faceta como ganadero. Aunque juegan y se divierten con los amigos si les suelto una becerra en la finca, no les veo afición para ser toreros. Sin embargo, tengo la sensación de que la ganadería sí que ha calado en ellos por cómo se interesan por el comportamiento de los animales dentro y fuera de la plaza. Me haría mucha ilusión que heredaran mi faceta de ganadero.
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