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Garrido da un pase a uno de los toros de su lote. EFE
José Garrido corta una oreja en Sevilla

José Garrido corta una oreja en Sevilla

El diestro extremeño firma con un bravo toro de Santiago Domecq una faena de muy buen nivel

Barquerito

Sevilla

Miércoles, 27 de abril 2022, 22:56

Cegado de furia, dolido de la divisa y bramando, el primero de la tarde salió al trote, se estampó contra los tres burladeros que tuvo a la vista, levantó de cuajo el estribo de uno de ellos y en ese último estrellón se tronchó el cuerno derecho por la cepa, y se le quedó colgando. Fue devuelto. El sobrero, del hierro titular, tardó en asomar cinco minutos. Descolgó y humilló en los primeros ataques, enterró pitones, se dolió en banderillas y embistió con una electricidad formidable. Toro de pelea que, además de arrear, repetía y se revolvía con agilidad felina. En tablas y en el comienzo del trasteo, José Garrido pareció hacerse con el toro, que tuvo pese a su ariscado temperamento trato por la mano derecha. Una tanda poderosa de Garrido, pero solo una y en tensión encendida. En el primer aviso del toro -un par de ataques inciertos- habría convenido cerrar el trato, cambiar de espada, cuadrar y terminar. Pero Garrido se empeñó en largo, larguísimo combate sin fruto. Un aviso antes de entrar a matar. Una estocada ladeada y caída que asomó, dos pinchazos y otra estocada.

Se habían consumido tres cuartos de hora entre el paseíllo y la salida del segundo, muy nervioso, picado trasero y castigado por un entierro de pitones. El toro, tardo, se apoyó en las manos, cabeceó y se revolvió. Joaquín Galdós tuvo la feliz idea de abreviar. Y enseguida empezó una corrida, otra, bien distinta y muchísimo mejor. Muy variada, de líneas distintas de la ganadería de Santiago Domecq, que se ha empezado a convertir en un auténtico banco de pruebas. Un tercero de modélico son por las dos manos. Ritmo, prontitud, entrega. Un cuarto que se aburrió en el caballo, pero persiguió de bravo en banderillas y que tuvo en la muleta calidades parecidas a las del tercero pese a ser de hechuras y pinta muy distintas, negro el uno y sardo el otro. Y un quinto cinqueño, ensillado, alto de cañas muy finas y extraordinariamente astifino, no tan temperamental como el sobrero, pero muy guerrero. La cara alta si no iba gobernado. Cierta listeza.

Esos tres toros tan distintos fueron ovacionados en el arrastre. Con el tercero, el más noble del terceto, se acopló Alfonso Cadaval en una faena sembradas de pausas y paseos, de logros desiguales pero vibrante, un punto acelerada, de buena colocación, la muleta picuda en más de un trance y de indiscutible firmeza, también decidido encaje, grandes golpes de muñeca. La parroquia la jaleó sin desmayo. Cadaval toreaba en casa.

Ficha del festejo

  • Toros: Seis toros de Santiago Domecq. El 1º bis, sobrero.

  • Toreros: José Garrido, palmas tras un aviso y una oreja. Joaquín Galdós, silencio y aplausos. Alfonso Cadaval, una oreja y silencio.

  • Plaza: Sevilla. 3ª de abono. Nubes y claros, algo fresco. Chispeó a mitad de corrida. 5.500 almas. Dos horas y media de función

Garrido firmó con el espléndido cuarto los mejores lances de la corrida -variedad, ajuste, saber traerse el toro- y, además, la faena más completa de la tarde. Tandas de cuatro en redondo y el de pecho muy bien tiradas, demasiado espaciadas, con golpes improvisados en los remates en prueba de seguridad y dominio. No fue fácil tener tan en la mano el toro, que por la mano izquierda puso al torero extremeño en apuros. Solo una vez, una sola tanda.

Galdós se fue a porta gayola a esperar al quinto, que le pasó de lado como una flecha y no le dejó estirarse en los lances de recibo y vuelta. El toro se empotró en dos encuentros con el caballo. Se le subió a las barbas a Galdós después de una buena apertura. Era toro de someter, y no hubo tal. Sí un ejercicio de buena voluntad sin volver la cara. El sexto de corrida galopó como la mayoría, pero fue el de menos poder de los seis. Garrido le hizo un quite muy bonito a la verónica. Aunque en banderillas el toro quiso y bien -dos pares notables de Miguel Ángel Sánchez-, se sentó tres veces en los primeros compases de una faena sin brillo de Cadaval.

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