J. Ernesto Ayala-dip
Sábado, 2 de marzo 2024, 09:42
Russell Banks es uno de los grandes escritores norteamericanos de los años 90. Y agregaré otra cosa sin complejos, es uno de los grandes exponentes ... del realismo en la narrativa anglosajona (la misma escuela en la que se mueven los mejores novelistas ingleses de este siglo y parte del anterior). De Banks leí en los años 90 'Como de otro mundo', una historia conmovedora sobre un accidente en el cual mueren catorce niños. En medio de esa historia desoladora, Banks introducía el tema de la corrupción y la avaricia ilimitada a la que puede llegar el sistema. Ahora vemos reeditada 'Aflicción', una novela que se publicó en 1989.
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La literatura norteamericana supo casi desde su principio cómo aunar desgarro humano, en virtud de su consagrado realismo, con un lirismo casi sobrenatural. Carne y espíritu en una ecuación narrativa en estado de gracia total. Definía Aristóteles que la peripecia épica (antesala de la novela moderna) es el repentino cambio de tercio de una situación dada por una alteración de lo previsto.
Pues en 'Aflicción' se produce precisamente esto. Un hombre corriente, Wade Whitehouse, bebedor, frustrado, separado de su mujer, pierde la custodia de su hija, y por ello entra en una penosa situación personal casi incurable. Wade sobrevive en el pueblo de Lawford, y lo hace a costa de las faenas que el cacique del pueblo le ofrece como migajas.
La novela transcurre durante el período de caza de Lawford, que es en el mes de noviembre. Está narrada en primera persona y quien ejerce esa responsabilidad es el hermano del protagonista, Rolfe, que ha logrado, a diferencia de Wade, zafarse de la trampa vital en que se ha convertido el pueblo en que les ha tocado nacer. Llega noviembre y en dos semanas se producen todos los hechos que a la postre configurarán el trazo de tragedia griega que se apodera de la vida de Wade.
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Una de las características que muchas veces se ha señalado en la narrativa de Russell Banks es su innegociable empeño en radiografiar la vida de los pobres en Norteamérica. No hablo tanto de las clases trabajadoras como de los desclasados por el propio sistema. La gente marginada que, ante la falta de perspectivas vitales, cae en el alcoholismo y la zozobra existencial más cruda y desesperanzada. Cuando llegue noviembre, Wade entrará en el territorio de lo desconocido. Participa en una cacería y, en ese instante, se inicia lo inevitable en su vida.
Creo que es interesante que el lector sepa que cuando Russell Banks tenía doce años, su padre, un alcohólico empedernido, lo abandonó junto a su familia. Una primera lección de aflicción existencial.
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