Estos últimos meses estuve con mi padre documentando un poco y entendiendo el contenido de su enorme biblioteca. En la parte de abajo, entre tebeos ... españoles de los 50, la gran enciclopedia extremeña y diferentes publicaciones cinematográficas en las que colaboró, hay algunas carpetas con recortes de noticias que hacen referencia a su paso por 'Los hombres saben, los pueblos marchan'. He escuchado desde pequeño historias de ese concurso por parte de muchas personas de Mérida que me hablaban con admiración de cómo mi padre veinteañero y sus colaboradores arrasaron a nivel nacional respondiendo preguntas dificilísimas. Sería increíble conseguir ver algún fragmento de aquel programa. Supongo que estará cogiendo polvo en alguna estantería remota del archivo de RTVE.
Ahora que él ya no está, me gusta pensar que tuvo una vida estupenda. Seguro que se quedó con ganas de volver a El Carrascalejo una última vez y tal vez poder asistir este verano al Festival de Música de Cine de Tenerife, pero yo diría que hizo casi todo lo que se propuso en su vida y tuvo la inmensa fortuna de hacerlo acompañado por una mujer increíblemente bella y generosa como lo es mi madre.
Personalmente me quedo con los años que estuvo trabajando obsesivamente en su tesis. La primera que se realizó en España sobre música de cine. Yo tan solo tenía siete años. Con el tiempo, he entendido que tener una infancia y crecer con esa música increíble sonando en la casa todo el tiempo fue un regalo espectacular. Maurice Jarre, Henry Mancini –me ponía muy feliz con 'Baby Elephant Walk' de 'Hatari!'–, John Barry –íbamos al videoclub Centro y la estantería de James Bond era una fantasía por descubrir juntos–, su querido Pepe Nieto, Nino Rota y por supuesto Ennio Morricone. Me encantaba cuando sonaba 'Amapola' de 'Érase una vez en América' y sobre todo la canción principal de 'My name is nobody'. Seguro que para mis padres debió ser una época de estrés, con un niño en casa, intentando compaginar sus clases en magisterio con la escritura e investigación, mientras mi madre trabajaba de lunes a sábado en una boutique de la calle Menacho. Sin embargo, para mí fue como caer en la marmita de Obelix y conservar esos superpoderes para siempre en mi imaginario. Todos los cómics, las películas, aprender a tocar la guitarra, los libros de arte, los discos, los conciertos de sus amigos músicos a los que yo admiraba, los Golfos Pérsicos, los primeros carnavales de Badajoz.
Maravillosa experiencia fue también poder acompañarle casi todos los viernes durante tantos años a la sesión de tarde para ver el estreno de la semana en el Cine Menacho, el Pacense y más tarde en el Puente Real. Era el mejor plan para empezar el fin de semana. No teníamos que mostrar nada al entrar, simplemente saludábamos y entrábamos como si fuera nuestra casa. Recuerdo que al principio no solía tomar notas para sus críticas en este periódico. Más tarde le regalamos un bolígrafo con una luz muy tenue y comenzó a tomar algunas notas en una pequeña libreta. Me gustaba escucharle reír. Con las comedias y los golpes de humor se convertía en un espectador muy escandaloso. Lo disfrutaba muchísimo. Yo diría que en casa nunca se rió tanto como en pantalla grande. No obstante, si en la sala había algún espectador malheducado o personas haciendo barullo, los ponía en su sitio con cuatro voces, llegando incluso a levantarse de la butaca para tener más autoridad si lo consideraba necesario. No fallaba. El silencio que se creaba a partir de ese momento era absoluto.
Más adelante, comencé a descubrir el mundo del cortometraje. Nos tragábamos juntos todas las cintas VHS y DVDs que participaban en la selección de los primeros Festivales Ibéricos. Supongo que, para un chaval de instituto de Badajoz, tener un padre que implicara todo ese descubrimiento era una cosa absolutamente privilegiada
A nivel de creación, me quedo con sus relatos breves de auto-ficción. Casi siempre inspirado en situaciones y personajes del Casco Antiguo de Badajoz. Era su manera de criticar la decadencia y reflejar también la autenticidad de 'El Bronx', como él y sus amigos de Badajoz comenzaron a llamar al barrio. Muchos de esos textos fueron publicados en este periódico, así como en otras publicaciones underground como la revista 'Punto Muerto', o más recientemente el maravilloso fancine 'El casco'. También tenía la costumbre de insertar alguna broma sobre Mérida (ciudad en la que pasó toda su adolescencia y juventud). Se refería a ella como si se tratara de una especie de estado mental o lugar maldito con habitantes sacados de una novela de Stephen King.
Recuerdo que en uno de sus textos me ponía en evidencia cuando yo ya era un preadolescente. Mencionaba que ya me comenzaba a salir pelusilla en el bigote y era momento de comprarme una maquinilla de afeitar. El muy capullo introdujo ese comentario en una crítica de cine. No sé qué película sería pero seguro que estaba hilado con ironía y elegancia. Yo pillé la indirecta. Aunque fue mi tia Julia quien me regaló la Wilkinson Sword por mi cumple. Me hizo gracia y me dio mucha vergüenza también.
Uno de sus últimos artículos publicados en este periódico es de octubre de 2020. Se titulaba 'Apocalipsis cotidianos', y hacía referencia a un socavón que hubo durante muchos meses justo en la puerta de su casa, en la calle Virgen de la Soledad. El Ayuntamiento o quien fuera pusieron una chapa metálica para taparlo y se quedó así durante muchísimo tiempo. Se inventó una historia de un monstruo subterráneo de Lovecraft que se alimentaba de camalote, yonkis, pandemia y la historia real de mi madre con el hombro fracturado.
Él fue una persona muy independiente, libre y con un espíritu muy crítico y provocador. Creo que nunca se dejó corromper ni salirse de la trayectoria que le permitía ser así. También le ofrecieron puestos de carácter político en varias ocasiones, pero él siempre tuvo muy claro que no quería entrar en ese juego. He aprendido muchas cosas de él y sus convicciones. La verdad es que para ciertas cosas era muy sabio. Y para otras, pues tenía a mi madre. Muchas gracias por el apoyo y los recuerdos que tantas personas estáis compartiendo. Le echaremos de menos.
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