Almas gemelas

Guadalupe. Al llegar al Museo nos recibe un cartel de tintes chagallianos en el que se adivina una pareja de enamorados flotando en un azul cósmico, besándose, y rodeada de motivos de la Puebla de Guadalupe: el monasterio, la Virgen, la fuente de la plaza ... Fue aquí, en 1958, donde se conocieron, siendo Mercedes entonces maestra de primaria. Un jovencísimo Vostell vino para ver las pinturas de Zurbarán, alquiló un estudio, y una de sus primeras obras fue este primoroso 'Hommage a Mercedes', pintado sobre una carpeta de documentos. El resto fue una vida en común basada en la militancia artística.

Paráfrasis. Al lado de esta carpeta vemos los óleos 'Montaña extranjera' y 'Hombre-máquina', del ciclo de Guadalupe (1958), que respiran felicidad, con fórmulas bien asimiladas de las vanguardias históricas, pues Vostell fue un artista formado, culto, conocedor de la historia del arte. Es interesante cómo aborda la presencia de Mercedes en su imaginario, en las diferentes series de paráfrasis, de citas con obras de arte del pasado. En este re/visionismo Mercedes ocupa la mirada del presente, capaz de actualizar ese pasado, como en el acrílico 'Doña Mercedes' (1985), empoderada, o con una imagen contracultural –alternativa– en 'Retrato de Mercedes', Ciclo de Las Tres Gracias (1995). Esta mirada se vuelve crítica en 'Desnudo bajando y subiendo la escalera arrastrándose III' (1983), de ecos duchampianos, o de agradecimiento en el boceto a la sanguina 'Shoah 1492-1945', [Gracias Merche «1492»] (1997), con ese cariñoso 'Gracias Merche', como compañera de fatigas, y que refleja el intenso desgarro emocional que supuso para Vostell trabajar en este comprometido y exigente cuadro.

Medalla de Extremadura. El universo imágetico de Vida=Arte/Arte=Vida que envuelve a la pareja se despliega en Vida y Arte de M. G. O. V. (1993), un tríptico donde descubrimos a una 'Mercedes total': erótica, hecha de hormigón, de música, de noches malpartideñas, de toro… En esta aventura también participaron amigos, familiares, profesionales… Una red de complicidades, tejida de afectos, como se muestran en tantas fotografías, en una de ellas aparece el coleccionista Gino di Maggio, gracias a él, y de manera generosa, el Museo se nutrió de buena parte de la Colección Fluxus. Creo que con esa misma generosidad Extremadura debería concederle nuestra medalla más preciada, estoy convencido de que se sumarían muchísimos ciudadanos.

Memoria. Por otro lado, en una de las vitrinas se exhibe el libro de Mercedes Guardado 'Mi vida con Vostell. Un artista de vanguardia', que estoy releyendo en estos días. Una vez más disfruto –¡ahí es nada!– con los acontecimientos artísticos sucedidos en la segunda mitad del siglo XX, y de primera mano, porque uno de los hallazgos de este maravilloso libro es que Mercedes va más allá del mero dato al ofrecernos su contexto digamos vivencial, humano. Para la memoria de la vida y obra de Wolf Vostell esta publicación es imprescindible, también para conocer las vicisitudes en la construcción de este Museo de Malpartida, que debemos sin duda a la heroicidad de ambos. Y es que los inicios –créanme- no fueron fáciles.

Por eso no debemos olvidar el importante papel que supuso -y sigue suponiendo- este Museo para la causa del arte contemporáneo en Extremadura. Un referente en plena periferia.