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MARTÍN CARRASCO
BADAJOZ.
Sábado, 2 de julio 2022, 11:32
Gracias a un eficaz montaje la exposición Alter(acción) 2.0 tiene mucho de «inmersivo». Se ha logrado una atmósfera que invita a la reflexión, ... con propuestas que nos enfrentan a las grandes cuestiones que hoy por hoy siguen preocupándonos, como puedan ser la biodiversidad, el colapso de las civilizaciones, la evolución, la adaptación de la sociedad a su ambiente o la ecología. Es, en este sentido, una exposición pertinente, de plena actualidad, que nos interpela y llama a la acción.
Grietas. Para ello, la bioartista y comisaria Marta de Menezes, directora de Cultivamos Cultura, ha seleccionado una serie de piezas de, entre otros autores, Amy Youngs, Andy Gracie, António Caramelo, Fara Peluso, Felipe Shibuya & Pedro Cruz, Victoria Vesna, Sasa Spacal... con el fin de que muestren las «grietas» del sistema a partir del análisis bio/ecológico del presente, preocupados además por lo que nos deparará el futuro, o lo que éste nos reserva.
Ironía. Todo comienza en Pripyat, al norte de Ucrania, la ciudad «fantasma» que quedó tras la tragedia nuclear de Chernobyl. Estaba destinada a albergar a los trabajadores de la central nuclear, pero tuvo que ser evacuada en su totalidad tras la explosión, ocurrida el 26 de abril de 1986. Esta catástrofe sirve de punto de partida para articular esta muestra colectiva, evidenciando el estado de la cuestión en materia ecológica. En palabras del naturalista David Attenborough: «Todos somos ahora personas de Pripyat. Vivimos nuestras confortables vidas a la sombra de un desastre que es nuestra propia creación. Dicho desastre está siendo causado por las mismas cosas que nos permiten vivir nuestras vidas confortables. Y es bastante natural continuar así hasta que haya una razón convincente para no hacerlo, y que aparezca un plan muy bueno como alternativa»«. Nótese el sarcasmo.
Actualidad. Si algo tienen en común estas obras es su actualidad, de ahí el gran interés de esta exposición. No dejan de ser un reflejo del tiempo en que vivimos. Así, Carla Rebelo, con la instalación 'Una arqueología del presente' (2021), nos evoca un tiempo pasado, un posible ¿presente?, y anticipa una visión de futuro, gracias a esta especie de 'Gabinete de Curiosidades' plagado de artefactos cuyo fin es visibilizar las alteraciones de la vida en la Tierra. O el proyecto 'Resurrección CRISPR de la Semilla', de Ken Rinaldo, donde aún la utopía es posible, con la fabricación de cápsulas que permitan a las semillas sobrevivir en un futuro lejano. Nos detenemos también en 'Desear como inmortales (temer como mortales)', de 2022, una pieza instalativa de Paula Bruna, donde asistimos a una poética del deseo personificada en la planta cruel (Arauja sericifera), que escapa del control humano.
Paisajes sonoros. Por otro lado, en 'Sonic Allegories', de Robertina Sebjanic y Lena Ortega, nos sumergimos en los paisajes sonoros del Cromlech dos Almendres, cerca de Évora, donde lo intrigante mistérico se alía con la belleza de este monumento «natural», celebrando el espacio intersticial entre la Tierra y las estrellas. Pura magia. Otro tanto sucede –cargada también de intriga– con la pieza 'Spectral Lanscapes' (2020), de Erich Berger, que hace visible la construcción de ciertas «corporeidades» radioactivas en paisajes espectrales. El horror y la belleza al mismo tiempo. Algo que también adivinamos en 'La Mer des Enfants Perdus' (2001), de Brando Ballengée, un toque de atención sobre especies marinas extintas.
Organismo vivo. De algún modo –valga la metáfora– Altera(acción)2.0 asemeja al sistema inmunológico de un organismo vivo, para Marta de Menezes «pretende crear un efecto de escala (desde la escala orgánica de células, tejidos y órganos hasta la escala planetaria, con los ecosistemas), actualizando las preguntas que revelan que las relaciones complejas y entrelazadas de las comunidades locales y globales, compuestas por seres humanos y no humanos, son absolutamente fundamentales y críticas para la adaptación de nosotros mismos a un futuro posible, y para nuestra (re)inclusión en el complejo y maravilloso sistema de vida que forma parte de nuestro planeta».
Normalizar. Bien mirado, todo tiene que ver con una visión cortoplacista, de falta de previsión, de urgencia... Inmersos en la recurrencia del día a día se nos antoja improbable un nuevo desastre. Pero quizá –me temoH el desastre sea el haber normalizado una errática relación con el ecosistema.
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