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ENRIQUE GARCÍA FUENTES
Viernes, 15 de diciembre 2023, 23:20
Se enfrenta Irene Solà (Malla, Barcelona, 1990) al siempre difícil reto de mantener la confianza que una entusiasmada crítica y un rendido público otorgaron a ... su anterior novela, la sugerente 'Canto yo y la montaña baila'. La continuación de ese aprecio en una siguiente entrega ha sido siempre una difícil papeleta para un autor o autora que ansíe, como es lógico, repetir el hallazgo; y si siempre hay un elenco de entusiastas que decididamente apoyan el mismo logro no falta el típico (tan español eso) de desear ardientemente sacar del pedestal al que hace poco uno mismo endiosó. Ya adelanto que quien tal pretenda, bien fracasará en este intento. Tal vez no tan dotada como la anterior, 'Te di ojos y miraste las tinieblas' mantiene con creces el lugar de honor que conferimos a Solà en su momento.
Según vamos viajando por el recorrido de esta sorprendente narración nos topamos con descripciones del infierno que parecen sacadas de las mentes más perversas del medievo. Continuos derroches de elementos escatológicos que pormenorizan en las imágenes de apareamientos de animales, atroces torturas y sufrimientos provocados a condenados a muerte y todo tipo de escenas más propias de un aquelarre van sucediéndose ante nuestros ojos atónitos a medida que va avanzando el día escaso que dura la acción de esta alucinante novela. Escenas de una delirante intimidación y de un feísmo expresionista estremecedor que no nos dejan incólumes sobrevuelan por el espacio al que asistimos a contemplar la agonía de una mujer moribunda a la que, aparentemente, acompaña otra sentada a su lado que va rememorando los sucesos de su vida, teñidos todos de crueldad y de inusitada violencia. Lo curioso es sin embargo el desconcierto que se nos crea como lectores cuando ante tan ucrónica narración y descripción de hechos vamos entreverando en ella alusiones a ciertos elementos que a poco conocemos como absolutamente contemporáneos nuestros como puedan ser un coche, un horno microondas o un teléfono móvil de alta gama, eso sí, vistos y descritos desde la perspectiva de alguien que no tiene ni la más remota idea de en qué consisten esos aparatos novedosos. El aire de pesadilla que todo lo impregna nos va permitiendo, sin embargo, ir entreviendo la simultaneidad de tiempos y, en seguida cogemos el tranquillo porque esto nos resulta conocido, más cuando reconocemos elementos que la autora uso con profusión en su luminosa y atractiva entrega anterior.
Irene Solà
Editorial: Anagrama. Barcelona, 2023
176 páginas
Precio: 17,90 euros
Que el título de la de hoy repita una misma estructura sintáctica puede antojársenos ya como un evidente intento de continuidad, una apuesta segura por una formulación que tuvo éxito en su conformación primera, con lo que el lector que conozca la anterior obra no tardará en percibir similares elementos y manejos que la autora conjugó con acierto en aquella. Como entonces, volvemos a enfrentarnos a una saga familiar como protagonista de la peripecia, con la particularidad ahora de que está integrada completamente por mujeres, porque los hombres que con ellas estaban pronto desaparecen. Como también ocurriera en la novela anterior, Solà vuelve a amalgamar en perfecta urdimbre un variado conjunto de historias mezclando bases populares (del folclore catalán en este caso) con imaginación propia, y adereza este todo con la utilización de un lenguaje extremadamente cuidado y versátil que obliga a felicitar entusiásticamente a Concha Cardeñoso Sáenz de Miera, la traductora que ha sido capaz de obtener en castellano la riqueza extraordinaria de la que el texto debe de gozar en su primigenia lengua, el catalán. Del mismo modo, percibimos en su transcurso, esta vez de manera mucho más clara, una cronología en la sucesión de los hechos que, aunque sean –como en la vez anterior– voces diferentes las que conduzcan el relato permiten que este se dote de unos límites más reconocibles. Pero no se tomen como demérito estas concomitancias; aparte de amontonarse características y devenires propios de esta narración (como son una mayor dedicación a las personas en detrimento de animales y elementos geológicos, y, a su vez, una cesión de estos a los espacios interiores del hogar) la historia se sostiene en un aluvión de acontecimientos que, de nuevo, rayan con el realismo mágico, para desarrollar un ejercicio de sororidad que se remonta al lejano siglo en que la primera mujer de la saga realiza un pacto con el diablo en su intento de tener marido a toda costa y es premiada con una maldición que surtirá de carencias a toda su progenie.
Ambientada ahora en la sierra de las Guilleries, narra la vida de varias generaciones de mujeres que habitan juntas en Mas Clavell aunque, como percibamos, unas estén vivas, otras muertas y otras en trance de morir; mujeres asoladas por su condición –apasionada, rabiosa, desencantada, descarada–, sucias y desabridas, grotescas y malhabladas, siempre hurgando en las llagas propias y ajenas, enfrentadas a un Dios que no escucha y a un diablo que les hace caso, pero se cobra luego sus favores. Adobando sus vidas y peripecias, topamos con recetarios antiguos (las mujeres, se incide, cocinan, sobre todo), historias de bandoleros y facinerosos, así como de todo tipo de acontecimientos históricos y políticos que se suceden en el transcurso del tiempo y actúan como telón de fondo. A veces los evitan, otras acaban siendo condicionadas por ellos. Y aunque en el relato las diferentes generaciones se superponen y las historias se entretejen, todas acaban confluyendo en esa casa de la que en ningún momento se sale. Allí contemplamos que las mujeres, entre sí, siempre se apoyan, se ayudan, también se soportan y se sufren, claro, pero se mantienen unidas, por más que muchos años las separen, merced a ese cariño que aportan los vínculos de sangre que las entrelazan. Lo sobrenatural, gracias a ello, se torna cotidiano y las aparentes contradicciones (cada una cuenta la historia como quiere y la ve) y diferentes maneras de percepción no hacen sino enriquecer tan sugerente y atractiva historia.
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