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Tomás Martín Tamayo
Viernes, 22 de noviembre 2024
La autobiografía, aunque se alivie con algo de ficción, es un género complicado porque el autor se obliga a fragmentar su vida en una selección ... unidireccional de acontecimientos, como es el caso de 'La vida asolada'. Cabe preguntarse si la vida de Mila Ortega no hubiera discurrido por otros derroteros, completamente diferentes, sin el aderezo 'asolado' que la embridó al tener que ensamblar su vida a la de una hermana mentalmente discapacitada. Para bien o para mal, esa realidad marca un rumbo, pero ¿y las otras realidades de las que se prescinde en la autobiografía?
'La vida asolada', a medio camino entre lo autobiográfico y la ficción, es un relato conmovedor, con personajes bien definidos y ambientaciones logradas. Escrita con pulcritud, Mila Ortega nos lleva, sin brusquedad, a un mundo complejo, en el que las circunstancias ajenas resultan determinantes. El «Yo soy yo y mis circunstancias» orteguiano, se hace realidad en esta novela sosegada y sin estridencias, porque incluso los pasajes más controvertidos se relatan con calma y naturalidad. Está más visualizada la convivencia con enfermos de Alzheimer, renales o disminuidos físicos que con los afectados psíquicos y eso tiene de aportación singular esta historia, en la que se muestra la desnudez de una convivencia difícil, donde se hace posible el entendimiento de dos realidades diferentes. Cuidar y llevar de la mano a una discapacitada mental, dejándola ser y haciéndola feliz sin mutilarla, es una enseñanza que 'La vida asolada' nos muestra: el día a día de una convivencia compleja, que solo se supera con generosidad y mucho amor.
Autor Mila Ortega
Editorial Sevilla. Con M de Mujer. 2024
Páginas 280
Precio: 19 euros
La conducta reiterativa, los miedos, las manías y las visiones deformadas de una discapacitada psíquica y física, deben hacerse insoportables más allá de los encuentros casuales. Es la convivencia estrecha, la del desayuno, la del almuerzo, la de las 24 horas, siete días a la semana, la que no puede franquearse sin una dosis muy importante de humanismo, comprensión y tolerancia. ¿Quién cuida al que cuida? La respuesta es determinante en esta narración, en la que la protagonista, la que cuida, llega a desear entrar en el círculo mental de la cuidada.
Junto al encuentro con la realidad que impone, sin solución, una discapacitada intelectual, 'La vida asolada' nos enseña la cara desconocida de sus miedos sin limitaciones, sus goces sin disimulos y la franqueza de sus expresiones afectivas, para lo que se hace imprescindible, además de grandeza y generosidad, saber transformar lo difícil en oportunidad. La novela es una guía.
«Describes sin esfuerzo», le dice uno de los personajes a la protagonista. Y así es, en esta novela hay más lágrimas que sudor y la facilidad narrativa de Mila Ortega se hace patente en descripciones que no necesitan de la imaginación. Hay momentos muy logrados de exposición fotográfica y escenas que se visualizan con precisión, porque todo fluye de forma natural y sin empujones narrativos.
Como aderezo, se afronta en 'La vida asolada' una relación de amistad consolidada entre dos amigas de la infancia, que se conocen y se tratan sin ocultaciones ni recovecos, aunque dejaremos, para goce del lector, las alteraciones que se dan en una narrativa tan aparentemente lineal y carente de sorpresas.
'La vida asolada' es la segunda entrega novelística de Mila Ortega, tras 'Los suicidios de Victoria Fontaine', 'Álgebra esencial' (poesía), 'Hija de la muralla' y 'Una firma en el agua' (relatos).
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