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PABLO MARTÍNEZ ZARRACINA
Sábado, 2 de septiembre 2023, 15:33
Entre los autores contemporáneos especializados en la disección de la institución familiar, pocos tan dotados para la sátira sangrienta como Paul Theroux. Lo sabíamos gracias ... a novelas como 'Tierra madre', en la que el estadounidense ajustaba cuentas con su madre y su hermano Alexander, y lo confirmamos ahora con 'El geólogo', una historia en principio de ficción en la que al lector no se le pasan por alto detalles –el origen canadiense y francófono de los protagonistas o su residencia en un pequeño municipio de Massachusetts— que coinciden con la biografía del autor.
El protagonista y narrador de la novela es Cal Belanger, un geólogo que ha recorrido el mundo descubriendo yacimientos de metales valiosos. De regreso de uno de sus viajes a su ciudad natal, Littleford, su hermano mayor, Frank, lo invita a una comida que funcionará como eje de la novela. Frank es un abogado sin escrúpulos que está especializado en hacer pasar su codicia por filantropía y tiene una habilidad prodigiosa para inmiscuirse en la vida de los demás. Inmiscuirse hasta el fondo. Al comienzo de la narración, Cal recuerda su vida junto a su hermano, enumera y analiza agravios y lo considera «un capullo de alto rendimiento». Pero, a medida que su historia llega al presente, la memoria es sustituida por el 'thriller' psicológico y todo se complica. Digamos que, aprovechando que Cal ha estado ausente por su trabajo en África y porque la situación con su mujer no le animaba a regresar, donde se ha inmiscuido Frank esta vez es en la intimidad y en la prosperidad de su propio hermano.
Bajo la apariencia de una historia de intriga, 'El geólogo' contiene una gran novela de personajes. De dos, concretamente: una pareja de hermanos que reproduce una historia de amor y odio vieja como el mundo. La construcción del malvado Frank es retorcida e implacable y contribuye a que el lector se ponga automáticamente del lado de Cal, o sea, del lado de Abel. El desafío que Theroux se plantea consiste sin embargo en conseguir que eso cambie lentamente porque, en realidad, Cal, al igual que su hermano, también es Caín.
Solo el exceso de peripecia y la inconsistencia efectista de alguna de sus tramas secundarias y decisivas embarullan una novela que incluso deja ver el talento del Theroux viajero en las descripciones de las estancias del protagonista en Colombia, Zambia y el Congo. La descripción de la vida en la pequeña ciudad de Littleford es magnífica y funciona a ese respecto como contraste y como recordatorio bíblico: el trayecto del paraíso al infierno es rápido e irremediable: todo cuesta abajo.
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