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Enrique García Fuentes
Sábado, 18 de noviembre 2023, 14:13
Eso de que «el miedo es libre» constituye uno de los tópicos más repetidos, pero más veraces, de los que coreamos a lo largo del ... día. Claro que también es verdad que en esta sociedad globalizada que andamos habitando hemos llegado a homogeneizar fobias y aunar temores que prácticamente todos compartimos, y los escritores (y los guionistas de cine) lo saben y de vez en cuando nos dan la conveniente ración al respecto. Por ejemplo lo de la gente más o menos prisionera en casas aisladas (ahora ya adecuadas a las comodidades demandadas por la clase alta, neoliberal y «guapa» que las habita) se ha convertido en un tópico que, tal vez, se me ocurre ahora, nos quiera prevenir de nuestra indefensión ante la tecnología y nuestra falta de reacción ante las adversidades inevitables y por eso funciona en más de un nivel. Si además quienes las habitan son gente, como digo, aparentemente normal y cercana, atractiva, incluso, pero que en seguida empiezan a mostrar sus disfunciones, tanto mejor.
Mucho de esto tenemos en esta cortita pero inquietante novela de Daniel Kehlmann; que con acierto maneja elementos que ya conocemos de antes: un matrimonio –él guionista exitoso pero en pleno atasco y acuciado por la redacción rápida de un nuevo «hit», ella actriz en cierta decadencia– y su hija de cuatro años se van a una moderna casa perdida entre montañas –una única carretera la une con una población casi deshabitada– para pasar unos días de vacaciones los primeros días de diciembre. Pese al frío, el entorno es idílico: glaciares a un paso, bosques que tapan densas nieblas, un río que fluye manso y un valle relajante; lo ideal en fin, para esa huida/encuentro que la trama propone. Pero, claro, ni que decir tiene que en seguida van apareciendo extraños fenómenos que no sabemos muy bien si se dan de verdad o son producto de la agobiada mente (y voz narrativa) de él, que es quien narra –recurriendo al viejo tópico que reflejarlo todo en una libreta– la peripecia. Todo se va amalgamando con la reproducción de escenas que el protagonista redacta para el guion en que trabaja. Los muy versados reconocerán enseguida ecos de la tenebrosa 'El resplandor', de Stephen King, y tal vez otros referentes más a los que yo no llego. Por mi parte, me quedo con que si logramos evadirnos de apariciones y extraños movimientos, de esos que invitan a leer la obra no muy cerca de la hora de acostarse (y más si se está solo) acabamos por instalarnos en el verdadero meollo de la obra, que no es más que la ya muy repetida dilucidación acerca del resquebrajamiento de la unidad familiar tal como suele entenderse. El misterioso cierre de la novela, que no es tal, o, cuando menos, no es un cierre al uso –como suele ocurrir en el género– contribuye todavía más al desasosiego que hemos ido experimentando durante la lectura y los muy seguidores de esta clase de relatos perdonarán, sin duda, algunos lapsus y olvidos, bien arrastrados por la atrapante trama. (Cinéfilos, alerta: se hizo una versión, con idéntico título, que altera algunos puntos de la trama).
También de una casa que oculta misterios va la nueva novela de Andrés Barba, (Madrid, 1975, residente en Argentina), en la que es su primera incursión en el género de la novela de fantasmas tras haber construido una de las carreras más prometedoras de la actual narrativa hispánica. Esta vez es una vendedora de pisos la que, en una rutinaria visita a una casa cuya venta procura –una casa, por lo demás, que parece habérsele atascado a la empresa para la que trabaja–, se encuentra allí con el fantasma de un niño. De ella (no de la casa) vamos sabiendo poco a poco y no mucho: es hija de un peluquero jubilado al que ocasionalmente visita, y vive con un hombre, grande pero al que jamás se nombra (por cierto, tampoco sabemos cómo se llama ella). Su vida, por lo demás, es anodina: cumplidora y con buena consideración en su trabajo, podría pasar por cualquiera hasta que la repetida aparición del niño cada vez que, obsesionada, visita la casa, se convierte en el acontecimiento trascendental que le puede cambiar la vida. En la novela iremos transitando desde la lógica sorpresa inicial, la inquietud y el miedo a acudir a la casa hacia un incoercible deseo por volver y tratar de descubrir el misterio que allí anida. Acudiendo a juegos y antojos logra contactar con el muchacho y, de pronto, tras interrumpirse la trama, pasamos a una segunda parte, mucho más breve, en la que ya la casa no está vacía, sino habitada por una familia (la del crío) que no hace sino repetir siempre las mismas cosas.
Como la mencionada arriba, nos quedaremos sin resolver (o solo los muy avezados lograrán descubrirlo) el misterio. Pero en el caso de Barba, parece optarse por que el desenredo del asunto no se haga desde presupuestos lógicos, sino estrictamente sentimentales y eso dependerá de la implicación que el lector logre con la extraña trama de este sutil y elaborado relato. Como en casa (la propia, claro), en ningún sitio, que dijo el otro.
Escrito por Andrés Barba. Editorial Anagrama (Barcelona, 2023). 144 páginas. Precio 16,90
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