El escritor y periodista valenciano Paco Cerdá. ERNESTO AGUDO

Cerdá y la mística falangista

'Vía crucis' de 467 kilómetros. La novela alterna los fastos del traslado del ataúd de José Antonio desde Alicante al Escorial con el horror de la España vencida

Iñaki Ezkerra

Viernes, 11 de octubre 2024, 23:12

Quizá como una fase final de esa rememoración narrativa de nuestra Guerra Civil que se gestó en torno a la moda de la llamada «memoria ... histórica», las miradas de algunos de los novelistas de nuestro país se han vuelto en los últimos tiempos hacia el fenómeno político y estético de la Falange Española. En 2023, Álvaro Pombo publicó 'Santander, 1936', una novela que abordaba la figura de un joven tío carnal suyo que fue falangista y que tuvo un final trágico. En ese mismo año de 2023, Ignacio Martínez de Pisón publicó 'Castillos de fuego', otra novela que se iniciaba con una recreación en technicolor narrativo del ceremonial fastuoso con el que en noviembre de 1939 fueron trasladados, a pie, por sus propios correligionarios, los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera desde el cementerio de Alicante a la Basílica del Escorial. Si en aquella descripción Pisón no disimulaba su fascinación por la teatralidad fascista de aquella interminable procesión de camisas azules, en 'Presentes', la última entrega del escritor valenciano Paco Cerdá (Genovés, 1985), el arrobo es aún más explícito hasta el punto de que el propio libro se centra en los once días, con sus correspondientes diez noches, en los que se desarrolló aquel espectacular viaje de un ataúd custodiado por un inacabable y truculento séquito de banderas, estandartes, antorchas, correajes, armas y brazos en alto por las carreteras de un campo castellano devastado por la guerra.

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El texto se mueve entre las estaciones de ese 'vía crucis' de 467 largos kilómetros y una serie sucesiva de diferentes frescos realistas de aquel dramático momento español en los que van desfilando los fusilados y los exiliados, los presos y los trabajadores forzados, los enfermos y los perseguidos, los represaliados y los depurados por el régimen vencedor, de tal modo que el vocablo de «presentes», que da título al libro, puede entenderse en un sentido igualmente extensible tanto a los vencedores como a los vencidos; tanto a los represores como a sus víctimas; tanto a los entusiastas del nuevo orden como a los decepcionados con este ya desde aquellos primeros días de lo que sería la pragmática andadura del franquismo.

Presentes

Paco Cerdá

Editorial: Alfaguara.

328 páginas.

19,85 euros.

Cerdá amaga la novela coral en un discurso que –salvo en un último capítulo en el que, a modo de epílogo, informa de sus fuentes documentales y del proceso creativo dirigiéndose directamente al lector– rige una omnisciente tercera persona en un tiempo de presente sembrado de abundantes diálogos que a veces cede al pretérito perfecto o al imperfecto y que califica el propio relato de «función teatral». En la amplísima galería de personajes de los que da cuenta, caben los huidos que, en otra procesión más trágica que la del féretro joseantoniano, cruzaron, también por su propio pie, Portbou para acabar en los insalubres campos de concentración franceses como el de Argerlès, el de Bacarès o el de Saint-Cyprien. Cabe la historia del joven Lalio que ha perdido el pelo y que entre piojos, ratas y pulgas escribe cartas a una chica a la que solo conoce por una foto. Como caben los 2.638 republicanos que el capitán galés Archibald Dickson permitió subir a bordo del mercante Stanbrook en el puerto de Alicante y trasladó a Orán contra las órdenes de sus propios armadores. Como caben asimismo los libros infantiles protagonizados por el personaje de Celia que escribió Encarnación Aragoneses con el pseudónimo de Elena Fortún y que Cerdá pone en manos de una Carmencita Franco ajena a la tragedia mientras la autora de esas historias para niños se halla confinada en la localidad francesa de Sète tras sobrevivir al naufragio en aguas mediterráneas del barco en el que decidió salir de nuestro país por temor a las represalias.

'Presentes' es una novela bien escrita en la que su autor sucumbe al hechizo de la mística falangista, de su líder elevado a mártir y del grupo de poetas que compusieron la letra del 'Cara al sol'. De hecho, el libro se cierra con una reconstrucción narrativa de esa tarea versificadora en la Cueva del Or-Kompon, la taberna vasca de la madrileña calle Miguel Moya en la que tuvo lugar ese episodio verídico. Quizá como un contrapunto ético a dicho embeleso, Cerdá nos pinta la realidad de aquellos días centrándose en los acontecimientos de tintes más dantescos y entregándose a un patetismo agónico que compensa la épica de los vencedores con la lírica de los vencidos, pero que otorga a un fastuoso y estrafalario entierro una relevancia histórica que no tuvo en absoluto pues la realidad política fue por otro camino.

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