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J. ERNESTO AYALA-DIP
Sábado, 11 de noviembre 2023, 12:04
Yo no sé si la escritora francesa de novelas policíacas Fred Vargas (París, 1957) tiene algún club de fans. Si por mí fuera sería uno ... de sus fundadores. También fundaría el del comisario de la brigada criminal de la prefectura 13ª de la policía parisina, Jean-Baptiste Adamsberg. La primera novela que leí de la también historiadora y arqueóloga Fred Vargas (que es un seudónimo) fue 'Huye rápido, vete lejos', una novela llena de una intriga casi ontológica. La intriga perfecta. Inescrutable, insospechada. En varios debates Fred Vargas defiende que su literatura es de enigma. Despeja así la etiqueta que se le suele atribuir de ser autora de novela negra. También es verdad que sus policías, esos oscuros e imprevisibles funcionarios, y los delincuentes a veces bordean la línea más canallesca de las novelas de serie 'noir'. Su lógica lenta pero pulcrísima y su capacidad para aprovechar sabidurías y corazonadas ajenas deciden la solución de los crímenes que investiga. En las novelas de Fred Vargas las cosas no suceden por imperativos de los destinos humanos habituales en las novelas detectivescas. La autora francesa siempre se deja algo en la recámara. La estructura de sus novelas no sufre grandes transgresiones. Sus dibujos argumentales son tradicionales, siguiendo las pautas y los perfumes de los enigmas al borde de lo inescrutable.
Ahora nos llega una nueva novela suya, en la estela entre lo realista y lo irónico que tanto la caracteriza. Se titula 'Sobre la losa'. Su protagonista es el comisario Adamsberg, un tipo muy difícil de enmarcar en un solo perfil, humano y profesional. Ahora la trama se sitúa en una ciudad de la Bretaña alrededor de Saint-Maló, la misma ciudad donde nació el fundador del romanticismo francés, François René de Chateaubriand. En una pequeña localidad ficticia en la misma Bretaña se van sucediendo los acontecimientos. Pero aquí Vargas introduce un asunto impredecible.
Resulta que uno de los personajes que colonizan la novela es un lejano descendiente del poeta, casi físicamente exacto. El parecido es tal que el alcalde del pueblo le pide, pagándole, que se vista como su célebre antepasado, con lo cual el pueblo ganará en caudal turístico. El otro personaje que brilla a gran altura es el ayudante ya habitual del comisario, el teniente Danglard. Un tipo de apabullante cultura, lo que nunca hace que el comisario Adamsberg se sienta disminuido. No faltan en esta gran novela el matiz cómico y los crímenes que estos monstruos de la indagación tendrán que investigar, con el acechante peligro de no dar las más de las veces pie con bola. No se la pierdan, por favor.
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