Los delirios hechos realidad

Método. Y es que todo es posible «visualmente» en el imaginario daliniano… dado que él poseía la capacidad técnica para pintarlo, además de un modo virtuoso. En mi opinión, fue un artista inteligente: supo arropar con un elaborado discurso su evidente pericia técnica, me refiero a la invención del método «paranoico-crítico» o la «objetivación» desde la pintura de todos sus sueños y delirios, transformándolos en «realidad» plástica.

Hiperrealismo. Por eso no es extraño que augurara, ya en los orígenes del surrealismo, que «la pintura no era nada más que la fotografía hecha a mano de las imágenes hiperestésicas de la realidad», de ahí, un paso más allá, el hiperrealismo, que definió como «la captura total de la realidad» de tal modo que «cuanto más real más misterioso». Y es cierto, lo comprobamos en este 50 aniversario de la creación del Teatro Museo Dalí, todo un manifiesto vital donde el artista despliega sus delirios sin límites.

Memoria. Para celebrarlo, se han articulado varias muestras, una de ellas se titula 'El Teatro-Museo Dalí: un organismo vivo', a partir de 7 dibujos preparatorios y 43 fotografías realizadas por su colaborador 'Meli', además de un documental de 5 minutos de duración con filmaciones de época en las que vemos a Dalí interviniendo en la construcción de su museo. Por otro lado, 'El aparato fotográfico blando: una visión daliniana' es una metáfora del ojo, de la mirada, con fotografías –un total de 27– en torno a la figura de Dalí como visitante de museos. Por último, en 'Mis pintores predilectos: Velázquez, Vermeer, Rafael' se muestra sus referentes. A este respecto, en el documental titulado 'Una tarde con Dalí' (1975), el propio artista relata su admiración por Velázquez, a la pregunta de qué salvaría en un incendio en el Museo del Prado él contestó: «Yo no salvaría el fuego (como Jean Cocteau), salvaría el aire, ya que considero al elemento aire como el más original de la pintura y particularmente en Las Meninas de Velázquez». Una vez más, Dalí demuestra agudeza crítica al definir a Vermeer como «1l ojo del alma, que traspasa las cosas visibles para llegar a las realidades angélicas de la naturaleza. Vermeer extrae de las cosas la luz espiritual».