![Elia Barceló y el 'cozy crime'](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/05/20/trazos(16).jpg)
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IÑAKI EZKERRA
Sábado, 20 de mayo 2023, 16:07
La novela policíaca presenta un buen número de fórmulas destinadas a atraer la atención y a provocar el estremecimiento del lector. Una de ellas, que ... está cobrando una cierta fuerza en el ámbito anglosajón, es el 'cozy crime' o 'cozy mystery', un subgénero que es la antítesis del argumento que nos brinda un asesinato salvaje, un héroe bregado en el arte de vérselas con psicópatas despiadados y unos escenarios duros, destemplados y acordes con toda esa tenebrosidad. El 'cozy crime' es la cara amable del crimen y consigue provocar el escalofrío del lector colocándole ante una escenografía bella, costumbrista y tranquila, un 'locus amoenus' donde este parece imposible. El asesino ofrece asimismo un apacible aspecto, y el personaje encargado de descubrirlo es alguien que responde igualmente a unos esquemas de normalidad. Es en esos contrastes entre la monstruosidad del asesinato y un entorno grato, familiar, armónico, donde reside su eficacia literaria y su aspecto más inquietante. En la narrativa española, la escritora alicantina Elia Barceló es una ineludible referencia en esa modalidad narrativa que tiene su gran modelo en Agatha Christie. Su receta novelesca la ha encontrado en su propia tierra, esto es, en lo que podemos denominar el 'noir mediterráneo', del que fue un ilustrativo ejemplo 'Muerte en Santa Rita', obra que publicó el pasado año y que ahora encuentra su continuidad en 'Amores que matan', una segunda entrega del ciclo, que se desarrolla argumentalmente en el mismo escenario de la localidad imaginaria de Benalfaro, pero que puede leerse sin conocer la que le precedió, pues posee una identidad autónoma.
De este modo, volvemos a la finca, al palacete y a la colonia de Santa Rita regentada por Sofía, la anciana escritora que cultiva, bajo distintos seudónimos, el género de la novela negra y el de la novela rosa. Volvemos al paisaje paradisíaco que habíamos conocido en primavera, pero ahora sumido en los calores mañaneros de la estación estival, en las rutinas de las siestas vespertinas y en las noches estrelladas y frescas. Volvemos a la amplia nómina de personajes que la autora sabía mover con credibilidad en ese peculiar escenario en el que nada malo puede suceder, ni nadie puede albergar criminales instintos: a Candy, la imprescindible secretaria de Sofía; a Miguel, el ciego profesor de Matemáticas; a Nel, el universitario... Compartiendo el verano con esos veteranos inquilinos, se halla la recién llegada Nieves, que tiene el propósito de inaugurar un estudio de yoga, para lo cual ha de habilitarse uno de los viejos pabellones abandonados. Pero ese sueño se ve de pronto enturbiado por un hallazgo macabro cuando se están derribando las paredes de la ruinosa construcción. Entre los escombros aparece el esqueleto de un bebé, junto a siete lienzos de estilo expresionista.
Dicho hallazgo reclama la investigación policial, por una parte, y la de los expertos en arte por otra. Para la segunda indagación, la del peritaje de los cuadros encontrados, entrará en escena Marco Heyni, un prestigioso especialista suizo en la escuela 'Der Blaue Reiter' (El jinete azul), en la cual se inscriben las obras encontradas. Marco Heyni atraviesa una complicada situación personal. Llega a Benalfaro con una amante embarazada y ha dejado atrás a su esposa, de la que quiere divorciarse; unos planes que se frustran trágicamente cuando aparece asesinado. Para ambas investigaciones, la del cadáver del bebé y la de la extraña muerte de Marco Heyni entrará en acción la inspectora Lola Galindo, que contará con la ayuda incondicional de Robles, el comisario jubilado que fue capaz de resolver el caso en 'Muerte en Santa Rita'. Y a las pesquisas de una y otro se añaden en el texto las de Greta, la sobrina de la anciana y traductora de sus libros, en busca de los secretos familiares que puedan esconder los antiguos documentos del archivo de la finca. De este modo, la novela obedece a las claves tradicionales del género. En el 'cozy crime', la labor detectivesca debe quedar en manos de personajes de la vida corriente. Aquí no cabe ese tipo de héroe violento cuya instrucción militar le permite enfrentarse con gran pericia física a sofisticados criminales.
Hay un aspecto que se suma al planteamiento de la intriga criminal en esta novela, y es el del mensaje social. Si ya en la primera entrega de la serie había una reivindicación de la tercera edad a través del personaje de Sofía, en esta ocasión la trama artística le sirve a la autora para homenajear a Marianne Werefkin, una olvidada pintora rusa expresionista.
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