Un final de fiesta…

Cajismo. Esa pieza en concreto es la instalación de Vostell 'Stella seelenfreund' (1994), una especie de gran vitrina repleta de objetos dispares: piedras, escuadras y cartabones, una máscara, un baúl y varios televisores en los que vemos en tiempo real diferentes programas (el día de mi visita –paradojas consumistas– me acompañó el soniquete de la lotería nacional), filmes, anuncios publicitarios… En definitiva, una sabia combinación de tecnología y etnografía. En el recuerdo, una buena digestión de los hallazgos surreales y dadaístas, el cajismo, la Boîte-en-valise y el ready-made (ya hecho) duchampianos… y claro, Lautréamont y su «encuentro fortuito sobre una mesa de disección de una máquina de coser y un paraguas», que Kaehne traduce a su modo: «Las revoluciones son como cortocircuitos, crean el caos con la intención de que algo nuevo surja de él».

Poética objetual. Bien mirado, el envoltorio es el motivo principal del arte «utilizable». Lo dejó escrito Kaehne en 1995, en respuesta al señor Kapinos: «Para el pedido que ha realizado, fabricaré un baño y un aseo/ducha en forma de dos maletas, que cerradas tienen un tamaño de aproximadamente 180x60x50 centímetros y forma de ataúd/caja de puros agrandada. La primera maleta contiene un inodoro, una ducha, un lavabo, un espejo, una jabonera y un toallero. El interior está revestido de azulejos blancos. Para crear un espacio cómodo y fácil de transportar, conviene destacar en el diseño el carácter poético de estos objetos. Viajar como anhelo, y estas maletas –como la parte más íntima y privada del equipo de viaje– deben encontrar su expresión en el diseño. Por ello, se deben utilizar materiales que transmitan la sensación de calidez y familiaridad. En pocas palabras, un pedazo de casa en un país extranjero. (…) Saludos cordiales, Kaehne».

Simulacro. Pero en 'Bar Deluxe' el ready-made duchampiano sufre una vuelta más de tuerca, el objeto viene servido en «bandejas de plata», envuelto en cajas lacadas, y la rutilante presentación del vacío consumista es lo más parecido a un final de fiesta. Como únicos testigos –que asisten perplejos a la misma–, unos globos en el aire… petrificados.