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Tomás Martín Tamayo
Sábado, 16 de noviembre 2024, 08:29
La novela ‘Lo que salvaría del fuego’ es la cuarta publicación de Florián Recio en lo que va de año, tras las obras de teatro ‘ ... El enemigo del pueblo’, ‘La aparición’ y el logrado ensayo ‘Apocalipsis imbécil’. Y en entregas anteriores demostró solvencia narrativa y originalidad en la narración corta, lo que confirma la versatilidad del almendralejense.
En el Siglo de las Luces, Abelardo Contreras, un joven médico, hijo de un médico rural, consigue un puesto como adjunto de la cátedra de Medicina de la Universidad de Salamanca. Decidido a renunciar a un futuro que ve reflejado en el presente de su padre, afronta el riesgo de lo desconocido y deja atrás la comodidad asegurada, ignorando que le esperaban andanzas que jamás había imaginado y que nada tenían que ver con sus estudios o su destino. La obra, trepidante de principio a fin, no da sosiego al lector y encadena aventuras y desventuras, con guiños cinematográficos que harían las delicias de Johnny Depp y siguiendo –naufragio incluido–, la senda narrativa de Herman Melville, al que me recuerda en las páginas que dedica a la mar enfurecida, las más logradas de la novela.
El protagonista abandona su núcleo familiar, camino de Salamanca, pero los tumultos contra Esquilache cambian su destino, porque, impropio de alguien que no sea un aventurero, acepta la encomienda de entregar en Sevilla un paquete cuyo contenido ignora. Un cambio brusco en el inicio sosegado que apuntaba la narración, porque el joven galeno pretende pasar del aburrimiento de la aldea al afán profesional de lo que podía esperarle en Salamanca. Sin mucha resistencia, lo cambia todo para hacer de mensajero de un noble que le propone un cometido aparentemente sencillo, pero cargado de metrallas. En su deambular, lleno de sobresaltos y dificultades, va incorporando personajes que comparten sus desdichas, con descripciones de rápidas pinceladas, aunque se detiene en Melchora, una negra, atropellada por la vida, que sube en el relato hasta el pedestal de una verdadera heroína.
Desde una visión muy personal, entra en escena a personajes claves en la Revolución Francesa, como Voltaire y Rousseau, a los que hace competir. En ‘Lo que salvaría del fuego’, Florián Recio usa todos los ingredientes de la novela de aventura, el amor, el odio, la intriga, la vileza, el honor, la amistad… para sumergirnos en un mundo lleno de incertidumbres, misterios y peligros que los protagonistas sortean con desigual fortuna. Como novela de aventuras solo necesita un productor que arriesgue por una buena historia.
Siguiendo las estaciones preceptivas en todo libro de aventuras que se precie, al final los buenos ganan y los malos se olvidan. En una escena muy lograda, en la que se ven más fotogramas que texto, Abelardo, a punto de ser colgado, es salvado por el estruendo de una carroza que entra atropelladamente en la plaza del cadalso y de la que bajó Voltaire, para detener la ejecución. Al final, Abelardo busca el sosiego y el aburrimiento aldeano del que huía y decide sustituir a su padre como médico. La negra Melchora, cansada de esperar amores que no le corresponden, se embarca hacia la América de sus sueños y Voltaire y Rousseau, caballeros al fin, se despiden, fraternalmente, subidos al estribo del adiós definitivo.
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