Fotografía, compromiso y resistencia

Escenográfica. Su formación teatral –el recorrido se inicia con el cortometraje 'Entreacto', en el que participa como actriz– es clave en su posterior labor como fotógrafa, donde, como apunta Neus Miró, comisaria de la muestra, «la escenografía desempeña un papel fundamental».

Compromiso. Muchas de las claves para entender fenómenos sociales que forman ya parte de la historia reciente de nuestro país pasan por sus instantáneas, algunas icónicas, como la fotografía cuyo motivo es una manifestante con su hijo a hombros y un cartel con la leyenda «Jo també soc adultera», o aquella otra donde una mujer limpia –agachada– el suelo ajedrezado durante la celebración de las Jornadas Catalanas de la Mujer (1976). Toda una ironía. La «objetividad» de Pilar Aymerich –valga la paradoja– nace directamente de la familiaridad con el entorno, de su cercanía a los problemas que hizo propios.

Sin psicologismos. También en el CBA, en la sala Goya, Eduardo Momeñe (Bilbao, 1952) presenta 'Retratos y otras ficciones' (hasta el 21 de enero). En su libro 'El placer de fotografiar', define la fotografía como «lengua sin habla», «como si no hubiera nada que pronunciar, nada que pretender, nadie a quien convencer». Se especializó en trabajos de estudio, así los retratos de unos jovencísimos Ouka-Leele, Miguel Bosé, Ágatha Ruiz de la Prada, Terenci Moix, Carlos Saura o el Hortelano. Eso sí, sin psicologismos, porque se trata por el contrario de que «la única verdad que exista en una fotografía sea la de la propia fotografía».