J. Ernesto Ayala
Viernes, 22 de marzo 2024, 23:19
Como muchos de los lectores, he leído, no recuerdo cuántos, libros sobre Auschwitz. Algunos muy buenos, otros relativamente buenos y uno excepcional, 'Si esto es ... un hombre', de Primo Levi. También he visto películas muy buenas, entre ellas, claro, no puede faltar en ninguna lista sobre la cuestión 'La lista de Schindler', de Steven Spielberg. O el documental 'Shoa', de Claude Lanzmann. O 'El hijo de Saúl', de László Nemes, etc. Y dejo para el final de esta lista 'La zona de interés', de Jonathan Glazer, una de las que más me ha impactado, muy probablemente por su original y devastador punto de vista. Ahora tengo en las manos 'El fotógrafo de Auschwitz', de los autores italianos Luca Crippa y Maurizio Onnis.
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Tal vez el lector sepa que existieron dos fotógrafos in situ de esta tragedia histórica. Uno es el catalán Francesc Boix (1920-1951), que con no más de veinticinco años entró como prisionero en el campo de exterminio de Mauthasen (incluso sus fotos sirvieron como pruebas en el juicio de Núremberg). El otro fue el polaco Wilhelm Brasse (1917-2012). Ambos tuvieron la suerte de ser profesionales de la fotografía. Boix hizo fotos para el campo y a escondidas protegió un buen puñado de ellas para presentarlas ante el jurado de Núremberg. (Boix se salvó de morir en el campo pero no de un virus mortífero, unos años después de terminada la guerra).
'El fotógrafo de Auschwitz' es uno de los mejores libros (casi documental) sobre la cuestión del Holocausto. Está basado en el testimonio del propio fotógrafo que documentó aquel horror. Brasse concedió entrevistas por el mundo y posibilitó documentales sobre su experiencia, y los autores italianos fueron muy fieles a esos relatos. Brasse había aprendido el oficio de la mano de su tío, que tenía una casa de fotografías en Katowice. Cuando llegó al campo como preso político (no era judío), fue seleccionado para incorporarse al equipo de fotógrafos de un laboratorio especializado en documentar a todos los presos que entraban en el campo (para a la salida entrar en las cámaras de gas) y dejar constancia fotográfica de esas efímeras existencias.
Observe el lector la foto de la sobrecubierta del libro que comento. Pertenece a una adolescente que poco después de esa foto morirá gaseada. Observe el lector la herida que tiene debajo del labio, se la hicieron unos segundos antes de posar para Brasse. En este muy muy recomendable libro sobre el Holocausto prima la descripción exacta de la barbarie y la sinrazón. Y la arbitrariedad letal que pesaba sobre todos los presos. Te podían matar de un tiro en la cabeza sin venir a cuento, sólo porque le hicieras una genuflexión a tu inesperado verdugo.
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