ENRIQUE GARCÍA FUENTES
Sábado, 27 de marzo 2021, 15:42
Dentro de las múltiples cosas que echó a perder el funesto 2020 se encuentra el no haber podido celebrar como se merecían efemérides que tienen que ver directamente con el mundo de la literatura; por decir algunas: el centenario de la muerte de Galdós o el mismo cardinal para conmemorar el nacimiento de escritores tan cercanos cómo Miguel Delibes o nuestro Manuel Pacheco (ciento cincuenta, ya puestos, de Gabriel y Galán). Entre estos también habría que incluir a alguien que, por su manera de escribir, pareció siempre esquivo y lejano cuando realmente no fue tal: efectivamente Juan Perucho también nació en 1920 y tocaba celebrar con creces su memoria. Por lo menos, la editorial Edhasa sí ha tenido a bien recordar a uno de los escritores más cultos e insólitos de la narrativa española del siglo XX. Heredero directo de la fantasía culturalista de Borges, dotado de una ironía similar, Perucho es un escritor completamente reivindicable, por eso no tenemos por menos que celebrar entusiásticamente está iniciativa de recuperar algunos de sus títulos más emblemáticos, como este 'Botánica oculta', tan primorosamente editado, que puede servir de perfecto ejemplo para acercarnos a una obra injustamente preterida.
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JUAN PERUCHO
Editorial: Edhasa.
Barcelona, 2020.
240 páginas.
Precio: 15 euros
Cuando en clase, generalmente a marchas forzadas, vamos esbozando el desolado panorama de la narrativa española después de la guerra civil, nos detenemos brevemente en esas obras de corte existencialista que fueron las primeras en dotar de interés un momento acaparado por novelas triunfalistas o que, pretendidamente, se alejaban de la realidad del momento como fuera. De ellas pasábamos, casi sin transición, a esa deriva social en la novela en los años 50, comprometida con la sociedad de su tiempo y que asumió como fin último derribar la dictadura. Cuando se hizo patente que eso no iba a ocurrir, los novelistas, como es bien sabido, optaron por una experimentación formal que enriqueció la novela notablemente pero, de alguna manera, abandonó, o, cuando menos, se retrajo de la descripción comprometida de la abrupta cotidianeidad aún de esos tiempos. Pero al lado de todo cuanto señalo confluía de forma paralela, pero muy silenciada, otra narrativa (tal vez más vigente hoy y más viva que nunca, porque, por lo menos, siempre fue más atractiva) que se centró en obviar o no aludir a los problemas latentes de la sociedad española del momento y situarse en un mundo a medias entre la magia y la recreación cultural no exenta de ironía. Posteriores al impulso inicial de la deliciosa novela de Wenceslao Fernández Flórez 'El bosque animado', hay dos nombres insoslayables que todavía siguen sin contar con el beneplácito y el mérito que realmente merecieron; me estoy refiriendo a Álvaro Cunqueiro y a Juan Perucho.
Reivindicamos, pues, a Perucho con esta obra tan sugerente, si es que este adjetivo no podría aplicarse sin ningún desdoro a cualquiera de las que escribió, tanto sus interesantes misceláneas –género en el cabe plenamente la de hoy– ('Diana y el Mar Muerto', 'Rosas, diablos y sonrisas', 'Galería de espejos sin fondo', 'Nicéforas y el grifo', 'Historias secretas de balnearios', 'Bestiario fantástico'...), como sus fantásticas (en la doble acepción de la palabra) novelas: 'Libro de caballerías', 'Las historias naturales', 'Las aventuras del caballero Kosmas', 'Pamela' y alguna más.
La reciente edición suprime de la portada parte del título con que la hemos conocido siempre: 'Botánica oculta o el falso Paracelso' en el cual ya se reivindicaba (y, como siempre en Perucho, se ironizaba) la obra del famoso alquimista, médico y astrólogo suizo. Es muy de agradecer también que Edhasa haya mantenido los antiguos grabados que en su momento la edición original en la editorial Táber (1969) publicó y con más o menos calidad reprodujeron ediciones posteriores. Aquí, aunque, como entonces, muy desligados de los textos que adornan, brillan con especial esplendor y acrecientan la belleza de esta última entrega. Permanece intocable, eso sí, su impecable contenido: esa cuidadosa gavilla de textos que tan sabiamente mezclan realidad y fantasía, quedando los límites entre la erudición y la ironía muy sutilmente difuminados. Plantas y flores de variada ralea llenan las diferentes historias aquí compiladas, por las que desfila también una curiosa gama de personajes (históricos y de ficción) protagonizando con ese apasionante mundo vegetal entretenidas anécdotas, unas verdaderas y otras vaya usted a saber. En su contenido hallaremos tanto plantas cotidianas, del todo conocidas, pero de las que se ofrece un interesante muestrario de sus propiedades ignotas (la rosa, el laurel, los ajos, las habas, etc.), como vegetales, producto de la imaginación, poseedores de irresistibles poderes mágicos, algunos peligrosos, otros, de verdad, descacharrantes (la cantarina suplicante, la bibliófila zapadora, el ghol...) y hasta aquellas plantas que pueden llegar a adquirir forma humana. Todo un entretenidísimo delirio que debiera conducirnos de nuevo a repasar la obra de un escritor tan excelente como injustamente olvidado.
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