Sábado, 23 de diciembre 2023, 13:43
En los albores de la Segunda República cualquier ideología tenía sentido, parecía como si de repente todo estuviera por inventar o por descubrir. El cine, ... que comenzaba a abrirse camino entre el gran público, se instala en un pequeño pueblo castellano, alterando para siempre la imaginación y las vidas de sus habitantes. La influencia de aquellas imágenes acabó expandiéndose como una gota de aceite hacia el pueblo más cercano, unido no solo por el mismo cielo, también por las mismas rencillas acumuladas desde siglos. Renace entonces una guerra inacabada, sempiterna, abanderada por unos adolescentes que deberían estar enredados en los sueños y en el amor, pero que empuñan palos, piedras y puñetazos, incapaces de abandonar el camino marcado, como grillos que desconocen lo que se puede hacer fuera de sus jaulas.
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