Historia de Badajoz

El vaciado que Remedios Sepúlveda hiciera (2020) de los 15 primeros tomos demostró la importancia de esta serie para conocer el pasado de la ciudad de Badajoz, por no decir de Extremadura. No haría sino incrementarse con los volúmenes siguientes la relevancia de esta colección, que se puede consultar íntegra en la página web de la Económica y cuyos ejemplares impresos están también a libre disposición de cuantos se acercan a la sede de la entidad.

Esta entrega última, concebida como homenaje por el 25º aniversario del proyecto, es un volumen de 300 páginas con formato mayor y nueve artículos (más los saludas y presentaciones protocolarias). Se adjunta un apéndice biobibliográfico de los colaboradores.

Abre los estudios el profesor Miguel Calvo Verdú, teólogo y heraldista, con un apunte sobre el escudo de Extremadura. Aprobado en 1985, tras largas deliberaciones aquí bien resumidas, el autor lo considera afectado de numerosos errores e incongruencias, para cuya corrección propone una serie de medidas.

A Julián Pérez Muñoz (Badajoz, 1927- Madrid, 2009) lo conocí en la Real Academia de Extremadura, cuyo salón de sesiones adorna un gran fresco del artista. Sobre sus pinturas en los pueblos del Plan Badajoz versa el artículo de Antonio de la Cruz Solís, quizás más breve de lo preciso, aunque con reveladoras ilustraciones.

Bastante más extenso es el que Alberto González Rodríguez dedica al genial Antonio Juez (Badajoz, 1893-1963), cuyas prolíficas labores, todas de singular y avanzado estilo, analiza (pintor, jardinero, urbanista, escritor…) y de quien tan abundantes como valiosas huellas perviven en nuestra ciudad (Parque de Castelar, Jardines de la Legión, murales de La Giralda, docencia en Artes y Oficios, biografía de Luis de Morales, artículos periodísticos). (Hace un par de semanas, Alberto González, cronista de Badajoz, ha publicado la sexta edición de su voluminosa ‘Historia de Badajoz’).

María Isabel Paredes Dávila, guía turística e historiadora autodidacta, nos retrotrae a marzo-abril de 1524, cuando en Badajoz se celebraron juntas –de gran altura científica, aclara la autora– entre castellanos y portugueses para establecer la situación geográfica y la pertenencia de las Moluscas, islas fundamentales en el sustancioso comercio de las especias.

También sobre juntas, esta vez de la cofradía del Santo Entierro entre 1820-1901, versa el trabajo del canónigo Manuel Ruiz Durán, cuyas publicaciones en torno a la parroquia de San Agustín, que él sirve, son conocidas y apreciadas.

De otro fecundo historiador, José Sarmiento Pérez, son las extensas páginas que, en dos artículos, exponen la situación de los pósitos extremeños durante la Guerra de la Independencia (periodo que tan bien conoce), así como las actuaciones de clérigos, masones y comuneros en la Baja Extremadura durante el Trienio liberal (1820-1823).

Por último, tras el minucioso y utilísimo vaciado que de los tomos anteriores ofrece Remedios Sepúlveda, conocedora como nadie de la biblioteca de la Económica, donde trabaja como técnica, el libro concluye con otro muy documentado. Lo dedica el doctor Ángel Zamoro Madera, seguramente quien más horas lleva invertidas en los archivos pedagógicos extremeños, a Joaquín Sama Vinagre (San Vicente de Alcántara, 1841- Madrid, 1895). Catedrático de Filosofía, afecto a las enseñanzas de Krause y buen amigo de Giner de los Ríos, colaboró con éste como jefe de estudios de la Institución Libre de Enseñanza. El articulista ilustra sobre aspecto hasta ahora apenas conocidos del personaje (formación académica, labores de juventud, polémicas sostenidas), fundándose en investigaciones de propia mano.