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MANUEL PECELLÍN
Viernes, 15 de diciembre 2023, 23:25
La «nostalgia de Grecia» ha herido, y fecundado a la vez, la imaginación de los mejores espíritus, más aún tras los grandes románticos. La sintieron ... profundamente Goethe, para quien los griegos «soñaron de la forma más bella el sueño de la vida», y Hölderlin, compañero de estudios de Hegel, fascinados los dos por ese fenómeno cultural.
Es sorprendente el número de personajes femeninos que, generados en la Hélade, continúan ejerciendo una extraordinaria atracción. Nombres como los de Antígona, Fedra, Ifigenia, Safo, Medea, Penélope, Helena... proyectan infaliblemente sus cargas simbólicas respectivas, ajenas a la erosión de los siglos. En esa pléyade admirable luce de modo especial la Lisístrata creada por Aristófanes (Atenas, 446-386 a.C.). Pocas piezas teatrales más sustanciosas contra la estupidez de las guerras (especialmente las civiles) y la marginación femenina. Una mujer, con la solidaridad de otras muchas de los dos bandos, va erigirse en el factor clave para poner fin al enfrentamiento bélico que masacraba en el Peloponeso a sus maridos, novios, hijos y amantes, atenienses contra espartanos. Declarándose en huelga sexual, hasta que los hombres arrojen las armas, ponen fin al conflicto y abren puertas a la liberación de las opresiones machistas. Aristófanes, pese a su mentalidad conservadora (¡cómo ridiculiza a Sócrates en otra comedia, 'Las Nubes'!), supo dar en el blanco.
En los tiempos actuales, una vez más sometidos a guerras crudelísimas (Irak, Afganistán, Ucrania, Israel/Gaza), dos amigos decidieron apelar a la heroína clásica con un nuevo remake de la clásica. Pablo Lasso (Madrid, 1941-México, 2011) y José Manuel Villafaina (Badajoz, 1942) han creado con 'Lysístrata siglo XXI' (prefieren escribirlo así) un texto magnífico, que bien merece su puesta en escena, seguramente la del Teatro Romano de Mérida, tan bien conocido por el segundo. Como se hizo (1980) con la revolucionaria 'Lisístrata' del inolvidable Manuel Martínez Mediero, montada bajo dirección del propio Villafaina.
PABLO LASSO GÓMEZ Y JOSÉ MANUEL VILLAFAINA MUÑOZ
Obra teatral basada en la comedia de Aristófanes.
Almería, Letrame Editorial, 2023.
Precio: 12,50 euros
Lasso fue profesor, doblemente doctorado en Ciencias Políticas y Sociología (con una de sus tesis dedicadas al análisis del movimiento feminista). Autor de numerosas publicaciones, su afición a las letras le había hecho componer ya en 1981 otra adaptación, 'Lysístrata en la ciudadela'. Falleció cuando, tras amistar con Villafaina, escribían juntos esta segunda (se explica en un sabroso preámbulo la génesis), que el extremeño decide guardar durante varios lustros y publicar ahora, con un exhaustivo estudio introductorio a cargo de Miguel Ángel Teijeiro, titular de Literatura en la Universidad de Extremadura.
José Manuel Villafaina se ha convertido, por derecho propio, en hombre de teatro clave de Extremadura. Sus labores como autor, crítico, director, profesor y, muy especialmente, profesor de las artes escénicas a todos los niveles, a lo largo de 60 infatigables años, son en verdad impagables. El Centro Dramático de Badajoz, líder de tantas iniciativas teatrales vanguardistas, fundado por aquél, constituye un hito en la historia de nuestra región.
Toda una carrera vocacional, rigurosa, noble y comprometida, habría recibido mayores reconocimientos en cualquier otro territorio.
Lisístrata («La que disuelve el ejército», según la etimología griega), con la famosa huelga sexual hasta rendir a los hombres, más la toma de la Acrópolis –símbolo máximo del poder en la polis– por parte de las mujeres, ilumina las tres escenas de la obra. Sus «agones» (enfrentamientos dialécticos en los coros masculinos y femeninos) sobre el problema fundamental, se enriquecen con oportunas, graciosas, en ocasiones astracanadas referencias, a la música (muy relevante en la obra), acontecimientos, personajes de hoy, a menudo alusivas a Extremadura (murgas carnavaleras, vinos del Guadiana, periódico HOY, algún guiño a escritores como el dionisíaco Manuel Pacheco –todavía está todo todavía–).
Buen conocedor de los recursos escénicos, Villafaina propone diálogos encendidos e innovadores juegos coreográficos, que llegan al culmen en la bacanal última, un derroche de exaltación y abierto erotismo. Sorprende el manejo de los numerosos personajes, entre los que introduce algunos de su propia cosecha. El lenguaje de la obra, acorde con los/las protagonistas y situaciones, resulta vivo, desenfadado, muy próximo al habla de la calle.
Aplaudí en su día la Lisístrata de Mediero. Estoy seguro de que esta nueva versión del mito se llevará a las tablas (o las piedras emeritenses) con idéntica fortuna.
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