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Martín Carrasco
Sábado, 9 de diciembre 2023, 10:05
Este 2023 ha sido en términos expositivos un año muy bueno... Con permiso, claro está, de Picasso. No resulta fácil elegir. Me quedo, entre mis ... preferidas, con la dedicada a Medardo Rosso (Turín, 1858-Milán, 2028) en la Fundación Mapfre. Una muestra –en mi opinión «de tesis»– donde hay que subrayar el eficaz trabajo de comisariado realizado por Gloria Moure en torno a la figura del artista italiano, poniendo de relieve su papel fundamental en la renovación de la escultura, es más, al que defiende como «pionero de la escultura moderna». Ahí es nada!
Desmaterialización. Y es que frente a lo mimético y representacional en el uso de la materia, tras la búsqueda del verismo en el pasado, Rosso emprende la emocionante tarea de captar las impresiones de la realidad, para ello desdibuja sus límites, desmaterializa los contornos, e introduce el espacio, el aire... No en vano escribió: «¡No existimos! Somos solo juegos de luz en el espacio. ¡Más aire, más luz, más espacio!». A ello se suma la introducción de la fotografía en los procesos, como obra de arte per se (lo rugoso del papel para buscar calidades táctiles, matéricas...), o su interés por temáticas relacionadas con la vida cotidiana, incluso marginal, así también la elección de materiales menos 'nobles', como el yeso y la cera.
Indefinición. Por otro lado, este tipo de muestras te obliga a idas y venidas pues no se agotan en una mirada, de ahí que vuelva sobre mis pasos para contemplar, una vez más, y con mayor detenimiento si cabe el retrato de 'Niño tomando el pecho' (1889), a partir de una sucesión de versiones, de formas reconocibles la primera, y variantes posteriores que derivan en lo informe, en la indefinición de las formas, tan sumamente «expresivistas». «Obras –en palabras de Moure– que mostraban en su fragilidad la del mundo en el que vivía –en el que vivimos–, convirtiéndose así en uno de los pioneros de la escultura. Su obra apuntaba no solo a la vanguardia más atrevida de la preguerra mundial, sino también a los desarrollos libertarios del arte vividos a partir de los años 60». De todo ello da cuenta el magnífico catálogo que se ha editado para la ocasión, con cartas y escritos de carácter reflexivo del mismo Rosso, e incluso con textos sobre su influencia en la escultura futurista, como constata uno de sus artífices, Umberto Boccioni.
Documento/Monumento. En otras salas de la Fundación Mapfre se despliega la exposición del francés Mathieu Pernot (Fréjus, 1970), uno de los fotógrafos más destacados del panorama actual, cuyo trabajo se entiende mejor en el contexto del archivo, un medio que abarca los álbumes familiares, de viajes, la fotografía como documento (retratos policiales y otra instituciones estatales, los fondos académicos de imágenes etnográficas... ). «Me gusta mucho –explica Pernot– la idea de que las imágenes no estén fijadas en su función, que adquieran otro sentido con el paso del tiempo, como un ser vivo que se transforma y cambia de punto de vista con los años. La circulación y el desplazamiento de las imágenes son una dimensión orgánica necesaria para su vida». Y valga como ejemplos una serie de postales de los polígonos de viviendas que no dejan de ser testimonios de una representación idealizada y falseada de estos urbanismos, o la serie de fotos de fotomatón de unos niños romaníes que no podrían usarse como documentos de identidad pues aparecen divirtiéndose y jugando delante de la cámara.
El mar. Por último, pueden disfrutar de una pequeña pero enjundiosa muestra sobre 'Los veranos de Sorolla', comisariada por Casilda Ybarra. «Una invitación a reflexionar sobre la sociedad de entre siglos, sus usos y costumbres, así como acerca del interés de la pintura del momento por los temas de vida cotidiana». Y entre esos temas uno novedoso, que tiene que ver con las propiedades terapéuticas del mar. Portentoso por su expresividad el Boceto para '¡Triste herencia!' (1899), a raíz de la fuerte impresión que sufrió Sorolla al contemplar en la playa un grupo de enfermos del hospital de San Juan de Dios, «No puedo explicarle a usted cuánto me impresionaron, tanto que no perdí tiempo para trabajar sobre el terreno, y allí mismo, al lado de la orilla del agua, hice mi pintura».
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