Un paseo hasta el fin del mundo

Días después, mientras cena con su familia, empieza a desangrarse. Cuando el tratamiento médico solo empeora su situación, huye a las afueras de la ciudad, donde descubre que lo que la mantiene con vida es el movimiento. De este modo, empieza a escapar de su propia enfermedad, y emprende un viaje de por vida que no le permite quedarse en ningún lugar durante más de unos días, ni regresar a un sitio donde ya haya estado.

Desde las cálidas dunas del mar de arena Calanshio hasta las cumbres nevadas del Himalaya; desde un pozo sin fondo en París, hasta una biblioteca subterránea, Aubry aprende lo que se necesita para sobrevivir y, a la larga, para vivir de verdad.