Pablo Martínez Zarracina
Sábado, 14 de diciembre 2024, 12:35
Cuarta entrega del ciclo de Antonio Scurati sobre Mussolini, un proyecto literario que aúna de un modo infrecuente la ambición con la elipsis, el detalle ... con la gran perspectiva, la monumentalidad con el ritmo. La fórmula funciona una vez más y la historia se pone en marcha a toda máquina.
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Al comienzo del libro –verano de 1940–, el Duce cree firmemente que la guerra terminará pronto con la victoria del Eje sobre Inglaterra; setecientas páginas después –julio de 1943–, Alemania está atrapada en el frente oriental y Mussolini, tras ser apartado del poder por el Gran Consejo Fascista, comprende que Víctor Manuel III no lo ha sacado del Palacio Venecia para protegerlo, sino para encerrarlo.
Entre ambos momentos, tres años decisivos de la Guerra Mundial y la caída del fascismo italiano en una deriva fatal e incompetente que tiene consecuencias trágicas y alcanza cotas ridículas. En párrafos de una fisicidad de creciente simbolismo, Scurati enlaza la decadencia de Mussolini, la corrosión de su mito, con los problemas estomacales que le paralizan y encogen. El derrumbe del delirio fascista implica un nuevo delirio: el de redoblar la violencia (en esta entrega se habla de los campos de Rab y Gonars), también dentro de las propias filas.
Los fracasos en el frente hacen que Mussolini termine despreciando a los italianos, «sentimentales excitables» incapaces de comportarse como guerreros. «Aquí se mata demasiado poco», le dice el Duce nervioso y avejentado al general Roatta en Gorizia, con los Balcanes ardiendo, en 1942.
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Los sucesivos encuentros entre Hitler y Mussolini funcionan en estas páginas de un modo similar, mostrando a dos megalómanos cada vez más recelosos, obsesivos y deteriorados; cada vez, por tanto, más peligrosos.
Siempre capaz de describir con agudeza el juego político y la intimidad de los despachos –cada diálogo en este ciclo, recuérdenlo, es en teoría documentable–, con la guerra alcanzando dimensiones nunca vistas Antonio Scurati se mueve con brillantez en el escenario descomunal del campo de batalla.
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A través de capítulos que funcionan como fogonazos, el lector se asoma en estas páginas a la Batalla de Inglaterra, ve a los euzones griegos parando a las tropas alpinas italianas en Metsovo, sobrevuela el fuego de la Noche de Tarento o acompaña al Africa Korps en su desembarco en Trípoli.
La eficacia del autor es enorme y su acercamiento a la historia es tan personal que el lector termina 'La hora del destino' pensando en términos narrativos que lo que le queda a Mussolini por delante –la Operación Roble, la República de Saló, el fusilamiento y el epílogo salvaje en la Plaza Loreto de Milán– es un material perfecto para que Scurati cierre su proyecto por todo lo alto.
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Antonio Scurati. Traducción: Carlos Gumpert. Editorial: Alfaguara. 735 páginas. 25,90 euros.
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