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Crítica literaria

Un Planeta políticamente incorrecto

Aquitania' descubre a una mujer de gran relevancia histórica, Eleanor de Aquitania, sin caer en la beatificación feminista

iñaki ezkerra

Jueves, 19 de noviembre 2020, 12:54

La novela histórica ha acusado en los últimos tiempos una marcada tendencia a eso que se llama 'presentismo' y que consiste en interpretar a personajes ... del pasado a la luz de los valores de hoy. Una referencia modélica, por antitética de esa moda, la tenemos en el Claudio que Robert Graves retrató en sus dos primeras novelas ('Yo, Claudio' y 'Claudio, el dios, y su esposa Mesalina') que la BBC fusionó en una conocida serie en 1976. Cuando el escritor y erudito británico narra las concesiones del emperador a su última esposa Agripina (la más fatídica de ellas, la de dejar a un sucesor como Nerón) no recurre a la corrección política de nuestros días sino que se mete en la cabeza de un hombre de su tiempo y lo pinta sumiso a una esotérica profecía. Aunque la solución irrite a los historiadores es impecablemente literaria.

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El premio Planeta no se ha distinguido por descubrir a ningún Robert Graves sino, al contrario, recayó en 2018 en una novela (‘Yo, Julia’, de Santiago Posteguillo) que imitaba en el título a la obra maestra del autor inglés para presentar a la esposa del emperador Septimio Severo como una pionera del progresismo feminista cuando su perfil biográfico más bien evocaba a la Lady Macbeth shakespeareana. No es ese el caso, afortunadamente, de ‘Aquitania’, la obra con la que la alavesa Eva García Sáenz de Urturi ha obtenido el Planeta de este año aunque también nos proponga un regreso al género histórico y la recreación novelesca de un potente personaje femenino: Eleanor de Aquitania, que heredó siendo aún una adolescente el ducado de la familia y que llegaría a ser reina primero de Francia y después de Inglaterra. El propio inicio de la novela es una declaración de culpabilidad y de incorrección política: «Fui una asesina precoz, con ocho años...»

Aquitania

EVA GARCÍA SÁENZ DE URTURI

Editorial: Planeta. 416 páginas. Precio: 21,90 euros (ebook, 10,44)

El ambiente familiar que describe en el primer tramo del libro no puede presentar unos tintes más tenebrosos y atroces. Las dos ramas sanguíneas de las que procede («los terribles duques de Aquitania y los infames Capetos») comparten una vieja tradición de animadversión mutua hasta el punto de que la protagonista alberga la sospecha, por no decir la certeza, de que los segundos –que son a su vez los monarcas de Francia– se encuentran directamente implicados en la extraña muerte del duque Guilhem X, que era su propio padre. Dicha muerte, que se produce en Compostela y ante la catedral de Santiago a la que el noble ha acudido en peregrinación, es la que dota al libro de la intriga criminal que va a marcar los pasos de la heroína en busca de un culpable en el que vengarse. Cuando el hermano del muerto, Raimond de Poitiers (Rai), que, además de tío paterno de Eleanor es también su amante, viaja a la tierra del apóstol para hacer sus propias pesquisas, le muestran un cadáver con un rostro deformado y azulado en el que no es capaz hallar ningún rasgo reconocible. Se baraja incluso la posibilidad de que el duque siga vivo y de que haya viajado de incógnito a Tierra Santa para reconciliarse con la Iglesia de Roma, que lo había excomulgado por su conocido y decidido apoyo al antipapa Anacleto.

El sentimiento de rabia que Eleanor, el personaje central del libro, experimenta por lo que considera un asesinato se traduce en su desconcertante decisión de meterse en la boca del lobo y viajar a la corte parisina para contraer matrimonio con su primo Luy VII, hijo del que ella cree el asesino de su progenitor. Pero la trama se complica cuando este último muere en unas circunstancias también oscuras durante la boda, lo que convierte a los recién casados en reyes de Francia y lo que abre la nueva e inquietante hipótesis de que alguien está profundamente interesado en ese relevo en el trono con algún misterioso objetivo que la pareja trata de averiguar sirviéndose de sus propios espías.

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Sin duda, y al margen de la trama que une con solvencia narrativa al género histórico con el policíaco, el gran hallazgo de ‘Aquitania’ es el descubrimiento de la propia Eleanor como personaje literario y el atributo de la audacia que se suma a otras virtudes inusuales no ya en las mujeres sino en los propios hombres de la época. Audacia que le llevaría a separarse de Luy VII y, acto seguido, a casarse con alguien diez años menor que le daría otro reinado. La novela dibuja esa fuerte personalidad sin caer en la tentación de la beatificación feminista, lo cual hoy es un mérito, pero se desliza hacia una innecesaria magia de ‘Juego de tronos’ cuando saca a pasear al águila bicéfala que solo es pertinente en la fantasía heráldica.

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