

Secciones
Servicios
Destacamos
PABLO MARTÍNEZ ZARRACINA
Sábado, 14 de octubre 2023, 10:24
Coincidiendo con la publicación de 'La casa de caramelo', Salamandra recupera 'El tiempo es un canalla', precuela con la que Jennifer Egan ganó el Pulitzer ... en 2011 y que en su día fue publicada por Minúscula. Es una gran noticia. Estamos ante uno de esos textos en los que un autor toma plena posesión de su voz y la exhibe con una mezcla de energía, confianza y desafío que los años tienden después a matizar, a veces con el pincel de la contención y a veces con el del amaneramiento. La novela habla del paso del tiempo como fenómeno devastador y brilla bajo los focos del mundo del rock, viajando entre el San Francisco de los setenta y el Nueva York de nuestros días y desviándose a lugares tan insospechados como un safari en África o un periodo de desorientación en Nápoles. Todo lo hace manteniendo un ritmo altísimo y una infrecuente sabiduría: el texto es una sucesión de golpes de información relevante. Una muestra de su inteligencia es el modo en que detecta el espíritu de una época que concreta su experiencia del tiempo perdido –en el fondo, el tema del libro– en ese '¿Qué fue de...?' que lleva a teclear un nombre en Google.
Otro de los atractivos de la novela es que el talento de Jennifer Egan funciona de un modo exuberante. La escritora maneja una estructura compleja y un estilo que roza el alarde. En el texto hay saltos en el tiempo, diversos narradores que se interconectan de los modos más insospechados e incluso dos capítulos que se han vuelto casi legendarios y son muy divertidos. En uno, un personaje escribe un artículo imitando el estilo de David Foster Wallace. En el otro, se reproduce mediante gráficos la narrativa de una presentación de Power Point.
Sin embargo, no hay en este libro el menor pujo vanguardista. Su esencia es en realidad tan clásica como pueden serlo tópicos como el 'carpe diem' o el 'ubi sunt'. ¿Qué fue de Bennie y Scotty, de Jocelyn y Rhea, de aquellos jóvenes que a finales de los setenta montaron una banda de punk en el instituto y sintieron bajo los focos de un club que el mundo les pertenecía? Jennifer Egan responde a esa pregunta moviéndose sabiamente entre la promesa y el arqueo. Sus personajes recuerdan lo que pasó mientras se hunden en la mediana edad y trabajan como productores musicales, asistentes de bandas, periodistas o conserjes. Todos están dañados. Todos sienten que algo ha fallado. A todos les viene a visitar el tiempo («el escuadrón de matones», en el título original, cuya entidad recuerda a aquella «información» de Martin Amis). «Todo pasó», resume Jocelyn, antigua musa del punk que veinte años después vive de nuevo con su madre y trata de terminar sus estudios universitarios. «Sin mí», añade.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.