Regresa Tavares

Espero que los lectores conozcan el nombre de Tavares, Gonçalo M. Tavares. Hace unos quince años, se editaron sus dos primeros libros en castellano. Tavares es portugués. Sus libros son como cuadernos llenos de ingenio literario. Y a ese ingenio le suma una especie de ... destreza surrealista para compaginar proposiciones aparentemente ingenuas con consecuencias de calado filosófico. Para leer a Tavares hay que tener un método de lectura de amplio espectro. Es decir, hay que dejarse llevar por las palabras que pronuncian cada uno de los personajes que pueblan el barrio que se sacó de la manga en 'El señor Valery'. En su barrio hay muchos personajes con nombres que a todos los lectores les resultarán familiares. En ese distrito suyo tan peculiar como deslumbrante, conviven Proust, Eliot, Lorca, con Borges, Gogol, Melville, Carroll, Rimbaud, por citar solo algunos de esos vecinos tan estelares. El segundo libro, 'El señor Henri', es la historia de otro vecino. El señor Henri toma absenta. Nada puede hacer ni decir sin ese licor embriagador y tan señalado por la especie de los gloriosos malditos de la literatura universal menos convencional. Un día el señor Henri camina por su deslumbrante barrio y se siente cansado. Le cansan los cestos llenos de la compra del día. Y de pronto, en medio de la merecida pausa, se pregunta si en el neolítico ya había cestos. Al final llega a la conclusión de que gracias al cansancio sobrevino en él una duda filosófica. Pero su ímpetu filosófico no para aquí. Otro día vuelve a reflexionar con mayor demora en el asunto del neolítico. Y lo hace acodado en la barra empinando su cuota de absenta del día. En eso está, en el neolítico cuando el camarero de la barra le dice que a él solo le interesan los asuntos de su barrio.