Pablo Martínez Zarracina
Sábado, 20 de abril 2024, 11:13
El 12 de agosto de 2022 Hadi Matar, un joven de origen libanés, acuchilló repetidamente a Salman Rushdie sobre el escenario del anfiteatro de Chautauqua, ... una localidad próxima a Nueva York. El escritor participaba paradójicamente en una charla sobre ciudades refugio para autores que corren peligro en sus propios países. Rushdie estuvo a punto de morir, perdió un ojo y pasó semanas recuperándose en el hospital. Incapaz de reaccionar ante un agresor al que sin embargo pudo reconocer llegando desde un pasado, el de la fatua de Jomeini, anterior a sí mismo («O sea que eres tú. Aquí estás»), el autor anglo-indio responde a lo ocurrido, con su arma más efectiva, en 'Cuchillo'. El libro, una crónica personal del atentado y sus consecuencias, funciona como unacontinuación de 'Joseph Anton', la autobiografía que Rushdie publicó en 2012. La escritura se ciñe esta vez a la primera persona y exhibe la característica tensión de la prosa del Rushdie ensayista, alguien capaz de transformar el ingenio en una forma contundente de razonar. Un continuo empeño de contraponer el amor y la escritura a la violencia recorre el texto. Hay sitio en él para las reflexiones sobre la vida y la muerte de un hombre de 75 años enfrentado a su extinción violenta, para la crónica de la reconstrucción física y mental tras el ataque y, sobre todo, para una extensa declaración de amor a la poeta y novelista Rachel Eliza Griffiths, la mujer del autor, que de tan arrebatada puede terminar causándole al lector cierto reparo.
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También hay humor, gratitud, ajustes de cuentas y experimentos novelescos como una entrevista ficticia con el agresor, siempre innominado. «No quiero utilizar su nombre aquí», anota Rushdie, que se refiere a su atacante como A. «Mi Agresor, mi Asesino potencial, el Alcornoque…». El joven criado en Nueva Jersey reconoció haber leído solo unas páginas de 'Los versos satánicos' y haberse radicalizado en Internet, así que Rushdie le pregunta por su aprendizaje con el «imán Yutubi». Su superioridad es tan manifiesta que, sin conocerle, escribió sobre él. En 'Shalimar el payaso' hay un momento en que el fanático protagonista afila «su cuchillo favorito» con el asesinato en la mente. Años después de la fatua de Jomeini, Christopher Hitchens supo ver que el triunfo de Salman Rushdie sobre el fundamentalismo no consistía solo en seguir vivo, sino en seguir escribiendo. El lector de este libro hace ahora suya la idea que al autor le transmite después del ataque otro amigo del que se despide en este libro, Martin Amis: tras las cuchilladas, el gran triunfo de Rushdie consiste en seguir existiendo, y escribiendo, así, «a la altura de sí mismo».
Salman Rushdie. Traducción de Luis Murillo Fort. Editorial Random House. 207 páginas. Precio: 21.90 euros.
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