Seis días caminando por Las Hurdes
Libro de viaje ·
El caminante emprende ruta desde Azabal, entidad menor perteneciente al municipio de Caminomorisco. Allí reside María Luisa, su antigua tata, vuelta ya de la emigración en el País VascoLibro de viaje ·
El caminante emprende ruta desde Azabal, entidad menor perteneciente al municipio de Caminomorisco. Allí reside María Luisa, su antigua tata, vuelta ya de la emigración en el País VascoViernes, 14 de febrero 2025, 23:21
Poco sabemos sobre el autor de este «libro de viaje», apenas los leves apuntes autobiográficos que va dejando caer en su centenar de páginas. La ... solapilla de cubierta es sumamente lacónica.
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Nacido en San Sebastián y criado en Navarra, ya sin los ímpetus juveniles que lo hicieran un caminante adicto a la montaña, debe andar en torno al medio siglo. Antropólogo de profesión, ha viajado mucho, especialmente por la América Latina, sin sentirse enraizado en parte alguna. Es un ciudadano del mundo que, se ocultan las razones, decide recorrer durante una semana de junio (el séptimo, descansó), las rutas que lo conducen pueblos y alquerías de Las Hurdes.
Para emprender este periplo, no parece haberse documentado mucho sobre la comarca cacereña, quizás para verla y sentirla del modo más puro, sin prejuicios. Apenas sólo el célebre y polémico film de Buñuel, según evoca el título de la obrita, aparece como referencia, sobre todo en las reflexiones con que culmina sus caminatas el día último. También algún eslogan turístico, tipo 'Las Hurdes, paraíso natural', que el protagonista va encargarse de poner en solfa: nadie abandona voluntariamente el edén, si no lo expulsan, y hoy aquellas zonas están casi despobladas (unos 6.000 habitantes), sin apenas niños, ni jóvenes.
Los textos clásicos de Marañón (viaje con Alfonso XIII), Legendre o Catani, que también recorrieran el territorio, por no decir los más recientes de Luciano Fernández o la revista As-Hurdes, donde tantos artículos firma tal vez su máximo conocedor, Félix Barroso, no parecen haberle interesado al viajero escritor, o los ha preferido omitir.
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El caminante, cuyas notas nos recordarán a menudo las de Cela en el 'Viaje a la Alcarria', emprende ruta desde Azabal, entidad menor (250 vecinos) perteneciente al municipio de Caminomorisco. Allí reside María Luisa, su antigua tata, vuelta ya de la emigración (como otros muchos), que cuidó de él y los hermanos mientras trabajaba en el País Vasco. Sigue manteniendo el cariño hacia aquella mujer, sabia como otras que va a ir encontrándose.
Ascendiendo hacia Casar de Palomera, mochila al hombro, sobrio cual asceta (adiós a las referencias gastronómicas), un punto escéptico, le seduce el paisaje, especialmente las increíbles obras de ingeniería popular que tantas generaciones de duros campesinos fueron realizando para retener trozos de la siempre escasa tierra. Hoy reina el cerezo en aquellos bancales. Pero recoge quejas por doquier: «Las políticas de conservación medioambiental que, en nombre de la reforestación y el mantenimiento de los bosques, impiden o dificultan las actividades tradicionales como el pastoreo, solo conducen finalmente a la ruina económica y social de las regiones» (página 91). También que muchos optan por sobrevivir con pequeños subsidios, las paguchas del INEM (sic), antes que afrontar duras labores. Es cierto que en Las Hurdes ya no existen las lacras que la configuraron como el prototipo de la miseria sociológica, pero continúa vaciándose de gente.
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Este «paseante solitario», incapaz de distinguir –reconoce– una garza de una cigüeña; el burro de una mula o el alcornorque de la encina, en ocasiones pierde los senderos y camina campo a través. A menudo, recibe ayudas generosas, lo que le hace elogiar el carácter de los cada vez más escasos residentes. Caminos cubiertos por la maleza, bares y establecimientos cerrados, wifi casi inaccesible, edificaciones ruinosas… dificultan los gozos de tan singular peregrino. De escribir estas semanas últimas, podría haber anotado manifestaciones populares (doscientos son allí multitudes) recogidas por la prensa regional en solicitud de que continúe el Programa de Ayuda a Familias en la comarca.
Topónimos de etimología árabe, judeocristiana, prerromana acaso, tan numerosos en aquellas latitudes, le sugieren consideraciones sobre la coexistencia armoniosa de culturas distintas. También los testimonios de la arquitectura vernácula (cada vez más en trance de desaparición), ante los que supone la posible pervivencia de las casas circulares celtíberas.
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Tras subir a El Gasco, el finis terrae de Las Hurdes; visitar (críticamente) su «centro de interpretación» y admirarse ante el colosal Chorro de la Meancera, se impuso la vuelta a Azabal. En la puerta de su casa, la señora María Luisa, todo un símbolo, lo acoge y le sonríe cariñosamente.
Pablo García Bengoechea. Editorial: Editora Regional de Extremadura. Mérida, 120 páginas. 12 euros.
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